¡Duro, duro! Resulta que el Presupuesto Nacional para el 2026 ya está casi listo y trae consigo la promesa de 1.843 empleos nuevos. Suena chiva, ¿verdad? Pues espérate un chunche, porque cuando le metemos el ojo a los números, la cosa se pone un brete más complicado. Estamos hablando de ¢12,8 billones en total, un dinerón que hay que ver cómo se gasta bien, diay.
Según el borrador que anda circulando, la partida de remuneraciones se infló un 5,6%, llegando a los ¢3.064.903,9 millones. Eso sí que es un cambio, mae. Representa casi el 24% del presupuesto entero del próximo año, así que obviamente preocupa cómo se va a mantener la lana, ahora que andamos buscando ahorrar en todos lados. Que si el PIB, que si la deuda… la bronca nunca termina, ¿eh?
Y pa’ dónde van esos puestos? Pues la mayoría, ¡sorpresa!, se concentran en educación y seguridad. El MEP se lleva la palma con 86.231 puestos – casi la mitad de todo el lote – y un aumento de 355 empleos con respecto al año pasado. Dicen que muchos de esos puestos son para convertir “lecciones” en plazas docentes definitivas. Bueno, esperemos que eso signifique maestros mejor pagados y más motivados, porque ahí necesitamos echarle ganas.
Luego tenemos al MSP, que pide 19.205 puestos, con un incremento de 1.153. Un buen pedazo, aunque parte de ellos ya se crearon en 2025. La idea es reforzar la seguridad ciudadana, algo que a todos nos quema, ni hablar. Después viene el Poder Judicial, con 13.830 puestos y 88 nuevos. Hay que darle herramientas al sistema judicial para que funcione decentemente, porque andamos cortos en eso, mi pana.
Lo curioso es que otros ministerios, como el de Salud o Agricultura, reciben un aumento mínimo o se mantienen igual. Eso da pie a preguntarse si la distribución es justa y si realmente estamos priorizando las áreas donde más se necesita mano de obra. El MOPT se lleva unos 69 puestos, el MAG apenas cinco, y el MINAE también un puñado. Parece que algunos ministerios tienen que apretarse el cinturón más que otros, ¿no?
Además, hay que tener en cuenta que el gobierno quiere dar aumentos salariales por costo de vida. Si el escenario económico lo permite, podrían subirnos la feria a todos los funcionarios públicos. Prometen un ajuste de hasta ¢10.000 mensuales, pero eso depende de que la deuda pública siga controlada. ¡Qué vara más fina! Siempre hay un pero, mi amor.
Pero ojo, porque aunque parezca que nos vamos a bañar en lana, la realidad es que la mayor parte del dinero (casi el 42%) se irá directo al servicio de la deuda. Las transferencias corrientes y de capital también pesan bastante (27%), dejando poco espacio para otras necesidades. Y para financiar todo esto, dependen mucho de los ingresos corrientes (61%), así que cualquier golpe a la economía podría ponernos en aprietos. La cosa está más tensa de lo que parece, y eso nos afecta a todos.
Así que, compas, ¿ustedes qué piensan de todo esto? ¿Creen que estos nuevos puestos traerán cambios reales y duraderos, o es solo una medida paliativa para quedar bien antes de las próximas elecciones? ¿Deberían enfocarse en mejorar la calidad de los empleos existentes en lugar de crear tantos nuevos? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!
Según el borrador que anda circulando, la partida de remuneraciones se infló un 5,6%, llegando a los ¢3.064.903,9 millones. Eso sí que es un cambio, mae. Representa casi el 24% del presupuesto entero del próximo año, así que obviamente preocupa cómo se va a mantener la lana, ahora que andamos buscando ahorrar en todos lados. Que si el PIB, que si la deuda… la bronca nunca termina, ¿eh?
Y pa’ dónde van esos puestos? Pues la mayoría, ¡sorpresa!, se concentran en educación y seguridad. El MEP se lleva la palma con 86.231 puestos – casi la mitad de todo el lote – y un aumento de 355 empleos con respecto al año pasado. Dicen que muchos de esos puestos son para convertir “lecciones” en plazas docentes definitivas. Bueno, esperemos que eso signifique maestros mejor pagados y más motivados, porque ahí necesitamos echarle ganas.
Luego tenemos al MSP, que pide 19.205 puestos, con un incremento de 1.153. Un buen pedazo, aunque parte de ellos ya se crearon en 2025. La idea es reforzar la seguridad ciudadana, algo que a todos nos quema, ni hablar. Después viene el Poder Judicial, con 13.830 puestos y 88 nuevos. Hay que darle herramientas al sistema judicial para que funcione decentemente, porque andamos cortos en eso, mi pana.
Lo curioso es que otros ministerios, como el de Salud o Agricultura, reciben un aumento mínimo o se mantienen igual. Eso da pie a preguntarse si la distribución es justa y si realmente estamos priorizando las áreas donde más se necesita mano de obra. El MOPT se lleva unos 69 puestos, el MAG apenas cinco, y el MINAE también un puñado. Parece que algunos ministerios tienen que apretarse el cinturón más que otros, ¿no?
Además, hay que tener en cuenta que el gobierno quiere dar aumentos salariales por costo de vida. Si el escenario económico lo permite, podrían subirnos la feria a todos los funcionarios públicos. Prometen un ajuste de hasta ¢10.000 mensuales, pero eso depende de que la deuda pública siga controlada. ¡Qué vara más fina! Siempre hay un pero, mi amor.
Pero ojo, porque aunque parezca que nos vamos a bañar en lana, la realidad es que la mayor parte del dinero (casi el 42%) se irá directo al servicio de la deuda. Las transferencias corrientes y de capital también pesan bastante (27%), dejando poco espacio para otras necesidades. Y para financiar todo esto, dependen mucho de los ingresos corrientes (61%), así que cualquier golpe a la economía podría ponernos en aprietos. La cosa está más tensa de lo que parece, y eso nos afecta a todos.
Así que, compas, ¿ustedes qué piensan de todo esto? ¿Creen que estos nuevos puestos traerán cambios reales y duraderos, o es solo una medida paliativa para quedar bien antes de las próximas elecciones? ¿Deberían enfocarse en mejorar la calidad de los empleos existentes en lugar de crear tantos nuevos? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!
