¡Ay, Dios mío! Pues sí, amigos y amigas, parece que Hacienda anda con el corazón en la mano. Un nuevo reporte del Observatorio Económico y Social (OES) de la U., nos cayó como balde de agua fría: la recolección de impuestos anduvo floja a septiembre pasado, afectando directamente los bolsillos del gobierno. No es pa’ echarle piedra, pero esto sí nos pone a pensar qué estará pasando con la economía tica.
Según los expertos de la Escuela de Economía de la U. Nacional, la cosa está así: si le quitamos la espuma, los ingresos tributarios del gobierno bajaron en comparación con los últimos tres años. Esto significa que estamos recolectando menos varitos que antes, y eso, como bien sabemos, puede traer dolores de cabeza pa’ todos lados.
El informe detalla que la bajada se nota especialmente en tres impuestos clave: el Impuesto sobre la Renta (ISR), el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el Impuesto Selectivo de Consumo (ISC). El ISR, que es el que le tocan a las empresas y a los trabajadores, tuvo un pequeño respiro en septiembre gracias a unos pagos adelantados, pero aún sigue rezagado comparado con el 2022. Imagínense, todavía no hemos recuperado lo que perdimos antes, ¡qué lata!
Y no solo eso, pues el IVA, que es el impuesto que pagamos cuando vamos al supermercado o compramos ropa, también dio una vuelta atrás. Eso indica que la gente quizás esté apretando el cinturón o simplemente comprando menos cosas. También el ISC, que pega a los combustibles y otros productos de lujo, se sumó a la lista de impuestos que andan regañadientes. Claramente algo raro pasa con el consumo, ya que ni siquiera los combustibles están ayudando mucho.
Ahora, la parte interesante es que el gobierno, en medio de esta tormenta económica, logró reducir el gasto público. Sí señor, parecen haber metido freno a algunas cuentas, especialmente en lo que respecta a los intereses de la deuda. Eso siempre ayuda, porque esos intereses, ¡ay!, son un pozo sin fondo. También recortaron un poco en salarios, lo cual no sorprende a nadie con este congela, pero parece que la plata sigue escasa y poco les queda por dónde ahorrar.
Pero ojo, la cosa no pinta tan rosada como algunos quieren hacer ver. El Observatorio advierte que la medida de permitir pagar el impuesto a los vehículos con base en valores inferiores al mercado real podría complicar aún más la situación fiscal. Imaginen, menos plata pa’ el Estado... y encima dicen que ya no tienen dónde meterle mano. ¡Qué brisa!
Las proyecciones no son precisamente motivo de celebración. Se estima que tendremos un déficit financiero importante para fin de año, y la deuda del gobierno podría superar el límite del 60% del Producto Interno Bruto (PIB). Eso, mis queridos, activaría alarmas y nos pondría bajo lupa internacional. Hay que recordar que tener mucha deuda es como tener un fantasma respirándote en la nuca.
Entonces, la pregunta que me dejo ronda en la cabeza es esta: ¿Con la economía dando tumbos y el presupuesto apretado, cómo cree usted que el próximo gobierno va a lidiar con estos desafíos y evitar que la cosa se vaya al traste?
Según los expertos de la Escuela de Economía de la U. Nacional, la cosa está así: si le quitamos la espuma, los ingresos tributarios del gobierno bajaron en comparación con los últimos tres años. Esto significa que estamos recolectando menos varitos que antes, y eso, como bien sabemos, puede traer dolores de cabeza pa’ todos lados.
El informe detalla que la bajada se nota especialmente en tres impuestos clave: el Impuesto sobre la Renta (ISR), el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el Impuesto Selectivo de Consumo (ISC). El ISR, que es el que le tocan a las empresas y a los trabajadores, tuvo un pequeño respiro en septiembre gracias a unos pagos adelantados, pero aún sigue rezagado comparado con el 2022. Imagínense, todavía no hemos recuperado lo que perdimos antes, ¡qué lata!
Y no solo eso, pues el IVA, que es el impuesto que pagamos cuando vamos al supermercado o compramos ropa, también dio una vuelta atrás. Eso indica que la gente quizás esté apretando el cinturón o simplemente comprando menos cosas. También el ISC, que pega a los combustibles y otros productos de lujo, se sumó a la lista de impuestos que andan regañadientes. Claramente algo raro pasa con el consumo, ya que ni siquiera los combustibles están ayudando mucho.
Ahora, la parte interesante es que el gobierno, en medio de esta tormenta económica, logró reducir el gasto público. Sí señor, parecen haber metido freno a algunas cuentas, especialmente en lo que respecta a los intereses de la deuda. Eso siempre ayuda, porque esos intereses, ¡ay!, son un pozo sin fondo. También recortaron un poco en salarios, lo cual no sorprende a nadie con este congela, pero parece que la plata sigue escasa y poco les queda por dónde ahorrar.
Pero ojo, la cosa no pinta tan rosada como algunos quieren hacer ver. El Observatorio advierte que la medida de permitir pagar el impuesto a los vehículos con base en valores inferiores al mercado real podría complicar aún más la situación fiscal. Imaginen, menos plata pa’ el Estado... y encima dicen que ya no tienen dónde meterle mano. ¡Qué brisa!
Las proyecciones no son precisamente motivo de celebración. Se estima que tendremos un déficit financiero importante para fin de año, y la deuda del gobierno podría superar el límite del 60% del Producto Interno Bruto (PIB). Eso, mis queridos, activaría alarmas y nos pondría bajo lupa internacional. Hay que recordar que tener mucha deuda es como tener un fantasma respirándote en la nuca.
Entonces, la pregunta que me dejo ronda en la cabeza es esta: ¿Con la economía dando tumbos y el presupuesto apretado, cómo cree usted que el próximo gobierno va a lidiar con estos desafíos y evitar que la cosa se vaya al traste?