¡Duro! Después de años de espera, el gobierno finalmente le dio el regalo más grande a miles de familias costarricenses: la titularidad de sus propias viviendas. Esto es un chingazo porque significa que, por fin, pueden dormir tranquilos sabiendo que tienen un techo seguro y legalmente suyo.
El INVU, el MIVAH y el BANHVI se pusieron las pilas y trabajaron en conjunto para hacer realidad este sueño para muchísimas familias que estaban en una situación bien jodida, pegao' en SINIRUBE sin poder acceder a la formalización de sus propiedades. Ya saben, papeleos, honorarios… una torta que muchos simplemente no podían costearse.
Imagínate, señores, pasar años pagando alquileres o viviendo con la incertidumbre de que te puedan echar de tu casa mañana. Pues eso era la realidad para muchas familias. Pero ahora, gracias a este programa, se acabó la pena y el susto. El Estado asumió los costos de los planos, los abogados y todo lo que hacía falta para dejar todo en regla.
Según datos oficiales, se resolvieron casi ocho mil casos a nivel nacional, entre adjudicaciones, traspasos y titulaciones. ¡Una barbaridad! En Limón se sacaron adelante más de dos mil siete cientos casos, en San José cerca de dos mil trescientos, y así en todas las provincias. Se nota que le metieron huevo a esto, diay.
La presidenta del INVU, Gabriela Madrigal, no se anduvo con rodeos: “Esto tiene un impacto jurídico y humano grandísimo. No solo ordenamos el patrimonio del INVU, sino que le damos a estas familias la tranquilidad de saber que su casa es realmente suya.” Y hablando claro, señora. Con razón se ganó el puesto.
Y ahí entra la ministra de Vivienda, Grettel Vega, quien destacó que este programa soluciona una deuda histórica y abre la puerta a que esas mismas familias puedan optar a un bono RAMT para arreglar, ampliar o terminar sus casas. ¡Ahora sí, qué carga de oportunidades!
Esto es más que entregar papeles, amigos. Es devolverle la esperanza a gente que había perdido las ganas. Es fortalecer los barrios y construir un país más justo donde todos tengan un lugar digno donde vivir. Es demostrar que el gobierno puede cumplir sus promesas, aunque a veces tome su tiempo –a veces demasiado, pa’ ser honesto– pero al final, el resultado vale la pena.
Después de tanto sacrificio y tantos años esperando, ¿creen que este programa del INVU cambiará la vida de estas familias para siempre y qué otras medidas podrían tomarse para garantizar que más personas accedan a una vivienda digna en nuestro país?
El INVU, el MIVAH y el BANHVI se pusieron las pilas y trabajaron en conjunto para hacer realidad este sueño para muchísimas familias que estaban en una situación bien jodida, pegao' en SINIRUBE sin poder acceder a la formalización de sus propiedades. Ya saben, papeleos, honorarios… una torta que muchos simplemente no podían costearse.
Imagínate, señores, pasar años pagando alquileres o viviendo con la incertidumbre de que te puedan echar de tu casa mañana. Pues eso era la realidad para muchas familias. Pero ahora, gracias a este programa, se acabó la pena y el susto. El Estado asumió los costos de los planos, los abogados y todo lo que hacía falta para dejar todo en regla.
Según datos oficiales, se resolvieron casi ocho mil casos a nivel nacional, entre adjudicaciones, traspasos y titulaciones. ¡Una barbaridad! En Limón se sacaron adelante más de dos mil siete cientos casos, en San José cerca de dos mil trescientos, y así en todas las provincias. Se nota que le metieron huevo a esto, diay.
La presidenta del INVU, Gabriela Madrigal, no se anduvo con rodeos: “Esto tiene un impacto jurídico y humano grandísimo. No solo ordenamos el patrimonio del INVU, sino que le damos a estas familias la tranquilidad de saber que su casa es realmente suya.” Y hablando claro, señora. Con razón se ganó el puesto.
Y ahí entra la ministra de Vivienda, Grettel Vega, quien destacó que este programa soluciona una deuda histórica y abre la puerta a que esas mismas familias puedan optar a un bono RAMT para arreglar, ampliar o terminar sus casas. ¡Ahora sí, qué carga de oportunidades!
Esto es más que entregar papeles, amigos. Es devolverle la esperanza a gente que había perdido las ganas. Es fortalecer los barrios y construir un país más justo donde todos tengan un lugar digno donde vivir. Es demostrar que el gobierno puede cumplir sus promesas, aunque a veces tome su tiempo –a veces demasiado, pa’ ser honesto– pero al final, el resultado vale la pena.
Después de tanto sacrificio y tantos años esperando, ¿creen que este programa del INVU cambiará la vida de estas familias para siempre y qué otras medidas podrían tomarse para garantizar que más personas accedan a una vivienda digna en nuestro país?