¡Ay, Dios mío! Después del júbilo, la algarabía y la lluvia de serpentinas, resulta que Alajuelense tuvo que pagar la resaca… literalmente. El Tribunal Disciplinario de la federación mandó callarlos con unas multas que dan bastante que pensar, casi cuatro millones de colones, má’.
Como todos sabemos, la final contra Saprissa fue un partidazo, ¡una chimba!, y la erupción de alegría, digamos que se salió un poquito de control. Ya saben, la pasión futbolística nos lleva a hacer cosas que después nos arrepentimos, pero resulta que a la FEDEFUT no le hace tanta gracia que estemos lanzando objetos al campo, ni teniendo gente que no debería estar ahí.
Y así, el desglose de las multas es cuanto menos curioso. Tenemos ¢450.000 por objetos “no peligrosos”. No sé ustedes, pero yo creo que si algo llega a volar al campo, aunque sea una pluma, es medio problemático, ¿no? Luego, otros ¢375.000, y también una advertencia para bajar el aforo en un 20% la próxima, porque aparentemente alguien lanzó objetos peligrosos. ¡Imagínate la bronca!
Pero eso no es todo. También les cayeron unos ¢250.000 por tener ‘gente suelta’ durante el partido y en la premiación. ¡Seguro eran primos buscando autógrafo! Y pa’ rematar, otros ¢262.500 por alcohol en la ceremonia, ¢262.500 por un sombrero de esos extravagantes y hasta ¢262.500 porque algunos jugadores se negaron a ponerse la camiseta de campeones de Unafut. ¡Qué exagerado! Pa' qué la hacen si no quieren ponérsela, digo yo.
Luego viene la cereza del pastel: ¢500.000 y otra advertencia de reducción de aforo por bengalas y humito. Y para confirmar que el caos era total, ¢750.000 más porque sí ingresaron ‘gases comprimidos o licuados, fuegos artificiales, bengalas, humo en polvo...’. Parece que querían armar la discoteca en el Morera. Y cerrando con broche de oro, ¢131.250 porque algunas banderolas y pancartas estaban demasiado grandes. ¡Qué detallistas!
En resumen, Alajuelense pagó un precio alto por celebrar el campeonato número 31. El club tendrá que jugar con un aforo reducido en su próximo partido, mientras los aficionados reflexiona sobre el comportamiento adecuado en los estadios. Y vaya que esto es un llamado de atención para todos los equipos, que aprendan la lección y eviten este tipo de situaciones. Porque aunque la alegría sea grande, hay que respetar las reglas y evitar meterse en problemas con la federación.
Ahora bien, considerando toda esta situación, ¿creen que las sanciones fueron justificadas? ¿Deberían haber sido más severas o, por el contrario, más laxas, tomando en cuenta el contexto histórico y la importancia del triunfo para los aficionados alajuelenses?
Total, ¡qué chin! Se ganaron el campeonato, pero la fiesta terminó con un buen golpe al bolsillo. Esperamos que hayan aprendido la lección y que en la próxima final celebren con más cordura, pa’ que no tengan que pagar tan caro la felicidad. Y a nosotros, ¡que nos quede claro que la pasión deportiva tiene límites y que siempre hay que respetar las normas!
Como todos sabemos, la final contra Saprissa fue un partidazo, ¡una chimba!, y la erupción de alegría, digamos que se salió un poquito de control. Ya saben, la pasión futbolística nos lleva a hacer cosas que después nos arrepentimos, pero resulta que a la FEDEFUT no le hace tanta gracia que estemos lanzando objetos al campo, ni teniendo gente que no debería estar ahí.
Y así, el desglose de las multas es cuanto menos curioso. Tenemos ¢450.000 por objetos “no peligrosos”. No sé ustedes, pero yo creo que si algo llega a volar al campo, aunque sea una pluma, es medio problemático, ¿no? Luego, otros ¢375.000, y también una advertencia para bajar el aforo en un 20% la próxima, porque aparentemente alguien lanzó objetos peligrosos. ¡Imagínate la bronca!
Pero eso no es todo. También les cayeron unos ¢250.000 por tener ‘gente suelta’ durante el partido y en la premiación. ¡Seguro eran primos buscando autógrafo! Y pa’ rematar, otros ¢262.500 por alcohol en la ceremonia, ¢262.500 por un sombrero de esos extravagantes y hasta ¢262.500 porque algunos jugadores se negaron a ponerse la camiseta de campeones de Unafut. ¡Qué exagerado! Pa' qué la hacen si no quieren ponérsela, digo yo.
Luego viene la cereza del pastel: ¢500.000 y otra advertencia de reducción de aforo por bengalas y humito. Y para confirmar que el caos era total, ¢750.000 más porque sí ingresaron ‘gases comprimidos o licuados, fuegos artificiales, bengalas, humo en polvo...’. Parece que querían armar la discoteca en el Morera. Y cerrando con broche de oro, ¢131.250 porque algunas banderolas y pancartas estaban demasiado grandes. ¡Qué detallistas!
En resumen, Alajuelense pagó un precio alto por celebrar el campeonato número 31. El club tendrá que jugar con un aforo reducido en su próximo partido, mientras los aficionados reflexiona sobre el comportamiento adecuado en los estadios. Y vaya que esto es un llamado de atención para todos los equipos, que aprendan la lección y eviten este tipo de situaciones. Porque aunque la alegría sea grande, hay que respetar las reglas y evitar meterse en problemas con la federación.
Ahora bien, considerando toda esta situación, ¿creen que las sanciones fueron justificadas? ¿Deberían haber sido más severas o, por el contrario, más laxas, tomando en cuenta el contexto histórico y la importancia del triunfo para los aficionados alajuelenses?
Total, ¡qué chin! Se ganaron el campeonato, pero la fiesta terminó con un buen golpe al bolsillo. Esperamos que hayan aprendido la lección y que en la próxima final celebren con más cordura, pa’ que no tengan que pagar tan caro la felicidad. Y a nosotros, ¡que nos quede claro que la pasión deportiva tiene límites y que siempre hay que respetar las normas!
