¡Ay, Dios mío! Imaginen la bronca: nuestros polis de tránsito, esos que andan cuidándonos en las carreteras, están trabajando prácticamente ciegos, sin los alcoholímetros necesarios para hacer sus trabajos. Esto no es cualquier cosita, es un problema serio que pone en riesgo la seguridad de todos y hasta la validez de las investigaciones criminales si pasa algo feo.
Resulta que la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP), específicamente la sección de la Policía de Tránsito, ha levantado la liebre porque el Consejo Nacional de Vialidad (COSEVI) no está pagando al Laboratorio Costarricense de Metrología (LACMET) para mantener calibrados los dichosos alcoholímetros. ¿Se imaginan? Estos aparatos, que son cruciales para determinar si alguien está manejando bajo los efectos del alcohol, necesitan ser calibrados cada 500 pruebas, ¡y ahí no se está haciendo! Eso es un descuido monumental, vamos.
Gustavo Mora, el director de la sección ANep-Policía de Tránsito, nos cuenta que la cosa está crítica. En lugares como Liberia, tienen que andar pidiendo prestado los alcoholímetros a otras delegaciones, como la de Cañas. ¡Una torta! En el Cerro de la Muerte, los polis tienen que llamar a Cartago o San José para conseguir uno. Parece sacado de una novela, pero es la realidad. Lo peor es que, con esto, las pruebas podrían no ser válidas ante un juez; una verdadera pescadera.
Y aquí viene la parte que te eriza el vello: Lizeth Quesada, presidenta de la sección de ANep, nos advierte sobre los riesgos de accidentes graves. Piensa en un choque con víctimas fatales. Si el otro conductor está ebrio, pero el alcoholímetro tarda en llegar (porque hay que pedirlo prestado), los niveles de alcohol en la sangre pueden bajar, dando una lectura incorrecta y dejando libre a un culpable. ¡Qué sal! Un verdadero papelón jurídico y moral.
Los polis han decidido gritar “¡Auxilio!”, especialmente ahora que estamos a puertas de las fiestas decembrinas, cuando el consumo de alcohol se dispara. ¡Es el peor momento posible! “Son las fechas en que más alcohol se consume y nosotros, sin dispositivos de medición. Es muy preocupante,” dice Mora, y no podía tener más razón. La combinación de fiesta, licor y falta de control es una bomba de tiempo.
Por supuesto, desde Tránsito intentan restarle importancia. Martín Sánchez, el subdirector, dice que es normal que las delegaciones cercanas se presten los alcoholímetros y que ya enviaron 20 a calibrar a LACMET, esperando tenerlos listos en una semana. Además, aseguran que están gestionando la compra de nuevos aparatos, aunque no dicen cuántos. Pero, vamos, eso suena a echarle tierra al asunto. Entre enero y abril de este año, Tránsito realizó más de 4 mil alcoholemias, ¡y casi el 16% dieron positivo! Eso demuestra que la vigilancia es necesaria, y estar sin herramientas es un gran problema.
Recordemos que hace poco salió la noticia de que un conductor de cada cuatro resulta positivo en las pruebas de alcohol, y el 74% termina enfrentando procesos judiciales. Esto refleja la magnitud del problema y la necesidad urgente de contar con alcoholímetros funcionando correctamente. No podemos seguir jugando con la vida de las personas y con la credibilidad del sistema judicial, ¡esto es serio!
Así que, dime tú: ¿Crees que el COSEVI está tomando cartas en el asunto con la suficiente seriedad, o esto se seguirá arrastrando y pondrá en peligro nuestra seguridad vial? ¿Deberían las autoridades tomar medidas más drásticas, como suspender temporalmente las pruebas de alcoholemia hasta resolver la situación, o simplemente esperar a que lleguen los alcoholímetros calibrados?
Resulta que la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP), específicamente la sección de la Policía de Tránsito, ha levantado la liebre porque el Consejo Nacional de Vialidad (COSEVI) no está pagando al Laboratorio Costarricense de Metrología (LACMET) para mantener calibrados los dichosos alcoholímetros. ¿Se imaginan? Estos aparatos, que son cruciales para determinar si alguien está manejando bajo los efectos del alcohol, necesitan ser calibrados cada 500 pruebas, ¡y ahí no se está haciendo! Eso es un descuido monumental, vamos.
Gustavo Mora, el director de la sección ANep-Policía de Tránsito, nos cuenta que la cosa está crítica. En lugares como Liberia, tienen que andar pidiendo prestado los alcoholímetros a otras delegaciones, como la de Cañas. ¡Una torta! En el Cerro de la Muerte, los polis tienen que llamar a Cartago o San José para conseguir uno. Parece sacado de una novela, pero es la realidad. Lo peor es que, con esto, las pruebas podrían no ser válidas ante un juez; una verdadera pescadera.
Y aquí viene la parte que te eriza el vello: Lizeth Quesada, presidenta de la sección de ANep, nos advierte sobre los riesgos de accidentes graves. Piensa en un choque con víctimas fatales. Si el otro conductor está ebrio, pero el alcoholímetro tarda en llegar (porque hay que pedirlo prestado), los niveles de alcohol en la sangre pueden bajar, dando una lectura incorrecta y dejando libre a un culpable. ¡Qué sal! Un verdadero papelón jurídico y moral.
Los polis han decidido gritar “¡Auxilio!”, especialmente ahora que estamos a puertas de las fiestas decembrinas, cuando el consumo de alcohol se dispara. ¡Es el peor momento posible! “Son las fechas en que más alcohol se consume y nosotros, sin dispositivos de medición. Es muy preocupante,” dice Mora, y no podía tener más razón. La combinación de fiesta, licor y falta de control es una bomba de tiempo.
Por supuesto, desde Tránsito intentan restarle importancia. Martín Sánchez, el subdirector, dice que es normal que las delegaciones cercanas se presten los alcoholímetros y que ya enviaron 20 a calibrar a LACMET, esperando tenerlos listos en una semana. Además, aseguran que están gestionando la compra de nuevos aparatos, aunque no dicen cuántos. Pero, vamos, eso suena a echarle tierra al asunto. Entre enero y abril de este año, Tránsito realizó más de 4 mil alcoholemias, ¡y casi el 16% dieron positivo! Eso demuestra que la vigilancia es necesaria, y estar sin herramientas es un gran problema.
Recordemos que hace poco salió la noticia de que un conductor de cada cuatro resulta positivo en las pruebas de alcohol, y el 74% termina enfrentando procesos judiciales. Esto refleja la magnitud del problema y la necesidad urgente de contar con alcoholímetros funcionando correctamente. No podemos seguir jugando con la vida de las personas y con la credibilidad del sistema judicial, ¡esto es serio!
Así que, dime tú: ¿Crees que el COSEVI está tomando cartas en el asunto con la suficiente seriedad, o esto se seguirá arrastrando y pondrá en peligro nuestra seguridad vial? ¿Deberían las autoridades tomar medidas más drásticas, como suspender temporalmente las pruebas de alcoholemia hasta resolver la situación, o simplemente esperar a que lleguen los alcoholímetros calibrados?