¡Ay, bendito! La Asamblea Legislativa cerró el mes de septiembre con cara de pocos amigos, dejando atrás un panorama bastante gris en cuanto a avances legislativos. Entre debates interminables y cambios de opinión inesperados, pareciera que la productividad no ha sido precisamente el punto fuerte de este período de sesiones.
Para empezar, recuerden que el inicio de septiembre estuvo marcado por la votación de las mociones del proyecto de jornadas excepcionales de 12 horas, un tema que generó más calor que café fresquito. Esos debates se fueron al traste casi de inmediato cuando aprobaron un texto sustitutivo que complicó aún más las cosas, demostrando que a veces, intentar arreglar algo lo empeora.
Al final, de todos los trámites que tocaron mesa – ¡casi 17!, diay!– solamente lograron aprobar dos proyectos en segundo debate: la Ley para fortalecer el acceso, la equidad y el control del financiamiento de los partidos políticos, algo que, si se implementa bien, podría ponerle un freno a algunas prácticas turbias. Y también la segunda modificación presupuestaria, que liberó la plata para echar a andar la temida ‘megacárcel’, un tema que sigue generando controversia en el país.
Pero la verdadera “torta” llegó con el intento de trasladar la tercera y cuarta emisión de eurobonos por mil millones de dólares cada una. Este proyecto ya había sido aprobado en primer debate en junio, creando expectativas de alivio financiero para el gobierno. Sin embargo, al momento de la verdad, el martes 30 de septiembre, la cosa se le cayó como un pan golpeado: requería 38 votos para aprobarse, pero solo consiguió 24. ¡Un fiasco!
Y ni hablar de Rafael Segura, que ahora ocupa el puesto de magistrado de la Sala Tercera, dejándole el lugar que antes tenía Jesús Ramírez. Eso sí, la elección se hizo sin mayores sobresaltos, parece que ahí sí hubo acuerdo entre las facciones políticas… un respiro en medio de tanto revuelo.
Otro capítulo para olvidar fue la aprobación del resello al veto del proyecto que permitía los allanamientos las 24 horas del día, los 7 días a la semana. Al principio parecía que iba a salir adelante, pero la Sala Constitucional le metió hielo, declarando que hubo errores de procedimiento. ¡Qué sal! Parece que la legalidad siempre encuentra la forma de imponerse, aunque a veces tarde lo justo.
Ahora, octubre será el último mes del actual período de sesiones ordinarias, y el próximo lunes arrancan con el trámite de vía rápida de jornadas 4-3, lo que significa que habrá sesiones extraordinarias del Plenario todas las mañanas. Se espera que avancen con la agenda pendiente, enfocándose en votar las mociones que quedaron rezagadas – ¡hay más de 2.500 mociones acumuladas, diay! – y revisando aquellas que necesitan una segunda mirada. Esto va a requerir mucho esfuerzo y coordinación, porque sino, todo puede irse al traste.
Con todo esto, queda claro que este cierre de mes en la Asamblea no fue precisamente motivo de celebración. Las promesas incumplidas y los proyectos frustrados dejan un sabor amargo en la boca. Así que me pregunto, ¿creen que la Asamblea logrará darle solución a los problemas urgentes del país durante estas últimas semanas de sesiones, o nos esperan más decepciones?
Para empezar, recuerden que el inicio de septiembre estuvo marcado por la votación de las mociones del proyecto de jornadas excepcionales de 12 horas, un tema que generó más calor que café fresquito. Esos debates se fueron al traste casi de inmediato cuando aprobaron un texto sustitutivo que complicó aún más las cosas, demostrando que a veces, intentar arreglar algo lo empeora.
Al final, de todos los trámites que tocaron mesa – ¡casi 17!, diay!– solamente lograron aprobar dos proyectos en segundo debate: la Ley para fortalecer el acceso, la equidad y el control del financiamiento de los partidos políticos, algo que, si se implementa bien, podría ponerle un freno a algunas prácticas turbias. Y también la segunda modificación presupuestaria, que liberó la plata para echar a andar la temida ‘megacárcel’, un tema que sigue generando controversia en el país.
Pero la verdadera “torta” llegó con el intento de trasladar la tercera y cuarta emisión de eurobonos por mil millones de dólares cada una. Este proyecto ya había sido aprobado en primer debate en junio, creando expectativas de alivio financiero para el gobierno. Sin embargo, al momento de la verdad, el martes 30 de septiembre, la cosa se le cayó como un pan golpeado: requería 38 votos para aprobarse, pero solo consiguió 24. ¡Un fiasco!
Y ni hablar de Rafael Segura, que ahora ocupa el puesto de magistrado de la Sala Tercera, dejándole el lugar que antes tenía Jesús Ramírez. Eso sí, la elección se hizo sin mayores sobresaltos, parece que ahí sí hubo acuerdo entre las facciones políticas… un respiro en medio de tanto revuelo.
Otro capítulo para olvidar fue la aprobación del resello al veto del proyecto que permitía los allanamientos las 24 horas del día, los 7 días a la semana. Al principio parecía que iba a salir adelante, pero la Sala Constitucional le metió hielo, declarando que hubo errores de procedimiento. ¡Qué sal! Parece que la legalidad siempre encuentra la forma de imponerse, aunque a veces tarde lo justo.
Ahora, octubre será el último mes del actual período de sesiones ordinarias, y el próximo lunes arrancan con el trámite de vía rápida de jornadas 4-3, lo que significa que habrá sesiones extraordinarias del Plenario todas las mañanas. Se espera que avancen con la agenda pendiente, enfocándose en votar las mociones que quedaron rezagadas – ¡hay más de 2.500 mociones acumuladas, diay! – y revisando aquellas que necesitan una segunda mirada. Esto va a requerir mucho esfuerzo y coordinación, porque sino, todo puede irse al traste.
Con todo esto, queda claro que este cierre de mes en la Asamblea no fue precisamente motivo de celebración. Las promesas incumplidas y los proyectos frustrados dejan un sabor amargo en la boca. Así que me pregunto, ¿creen que la Asamblea logrará darle solución a los problemas urgentes del país durante estas últimas semanas de sesiones, o nos esperan más decepciones?