Ay, mae, qué pena nos cayó la noticia del fallecimiento de Don Víctor Láscarez. El tipo este, que anduvo tanto tiempo en la política, dejó un vacío grande, vamos. Después de toda la movida en la Asamblea Legislativa, donde le dieron el homenaje correspondiente, me puse a pensar en cómo era él realmente, más allá de los discursos y los cargos.
Para los que no lo recuerden bien, Víctor Láscarez estuvo como diputado por el PLN entre el 2006 y el 2010. Pero antes de eso, andaba asesorando a varios legisladores, así que tenía experiencia de sobra en estos bretes políticos. Siempre lo vi como un tipo tranquilo, raro en la Asamblea, donde a veces parece que todos quieren hacerse los importantes, ¿me entienden?
Este lunes, la Asamblea hizo hasta lo que nadie. Pusieron una capilla ardiente en el viejo edificio de Cuesta de Moras, donde se reunieron varios diputados, ex colegas y gente que lo conocía para darle el adiós final. Qué gusto ver que todavía hay respeto por la trayectoria de la gente, aunque a veces la política nos haga olvidar esas cosas.
El jefe de fracción verdiblanca, Oscar Izquierdo, fue quien expresó lo que sentían muchos: “Despidimos a una persona ejemplar. Víctor fue un hombre de lealtad inquebrantable”. Suena cliché, lo sé, pero creo que ahí había sinceridad, viste. El hombre sí le metió gallos a lo que hacía, y eso siempre se nota.
Pero bueno, pensando en la política nacional, uno se da cuenta de que mucha gente viene y se va, dejando su huella, para bien o para mal. A veces, uno critica durísimo a los políticos, y con razón, porque nos han dado tela, vamos. Pero luego te acuerdas de figuras como Víctor Láscarez, que pareciera que sí le importaba el país, y te queda un sabor amargo en la boca, diay.
Y hablando de esto, recordé los debates que hubo durante esos años, sobre temas como la reforma tributaria y el tema de la educación. Víctor siempre se mostraba como alguien que buscaba el punto medio, que intentaba escuchar todas las voces. No era de esos que llegan a la Asamblea a gritar solamente, sino que prefería dialogar y buscar soluciones, aunque eso significara ceder en algunas cosas.
Ahora, viendo cómo anda el panorama político, con tanta polarización y tanto escándalo, uno se pregunta si la clase política actual ha aprendido algo de personas como Víctor Láscarez. Parece que a algunos les importa más el poder que el bienestar del pueblo, ¿no creen? Hay tanto despiche, tanto volterío, que a veces uno pierde la fe en la capacidad de nuestros representantes.
En fin, Don Víctor se fue, y con él se lleva consigo una época diferente en la política costarricense. Una época donde quizás había más respeto, más diálogo y menos oportunismo. Ahora, pregunto yo, ¿cree usted que la Asamblea Legislativa debería crear algún tipo de fondo o programa en memoria de Víctor Láscarez para promover valores como la ética, la transparencia y el servicio público entre los jóvenes aspirantes a políticos?
Para los que no lo recuerden bien, Víctor Láscarez estuvo como diputado por el PLN entre el 2006 y el 2010. Pero antes de eso, andaba asesorando a varios legisladores, así que tenía experiencia de sobra en estos bretes políticos. Siempre lo vi como un tipo tranquilo, raro en la Asamblea, donde a veces parece que todos quieren hacerse los importantes, ¿me entienden?
Este lunes, la Asamblea hizo hasta lo que nadie. Pusieron una capilla ardiente en el viejo edificio de Cuesta de Moras, donde se reunieron varios diputados, ex colegas y gente que lo conocía para darle el adiós final. Qué gusto ver que todavía hay respeto por la trayectoria de la gente, aunque a veces la política nos haga olvidar esas cosas.
El jefe de fracción verdiblanca, Oscar Izquierdo, fue quien expresó lo que sentían muchos: “Despidimos a una persona ejemplar. Víctor fue un hombre de lealtad inquebrantable”. Suena cliché, lo sé, pero creo que ahí había sinceridad, viste. El hombre sí le metió gallos a lo que hacía, y eso siempre se nota.
Pero bueno, pensando en la política nacional, uno se da cuenta de que mucha gente viene y se va, dejando su huella, para bien o para mal. A veces, uno critica durísimo a los políticos, y con razón, porque nos han dado tela, vamos. Pero luego te acuerdas de figuras como Víctor Láscarez, que pareciera que sí le importaba el país, y te queda un sabor amargo en la boca, diay.
Y hablando de esto, recordé los debates que hubo durante esos años, sobre temas como la reforma tributaria y el tema de la educación. Víctor siempre se mostraba como alguien que buscaba el punto medio, que intentaba escuchar todas las voces. No era de esos que llegan a la Asamblea a gritar solamente, sino que prefería dialogar y buscar soluciones, aunque eso significara ceder en algunas cosas.
Ahora, viendo cómo anda el panorama político, con tanta polarización y tanto escándalo, uno se pregunta si la clase política actual ha aprendido algo de personas como Víctor Láscarez. Parece que a algunos les importa más el poder que el bienestar del pueblo, ¿no creen? Hay tanto despiche, tanto volterío, que a veces uno pierde la fe en la capacidad de nuestros representantes.
En fin, Don Víctor se fue, y con él se lleva consigo una época diferente en la política costarricense. Una época donde quizás había más respeto, más diálogo y menos oportunismo. Ahora, pregunto yo, ¿cree usted que la Asamblea Legislativa debería crear algún tipo de fondo o programa en memoria de Víctor Láscarez para promover valores como la ética, la transparencia y el servicio público entre los jóvenes aspirantes a políticos?
