¡Pero qué vaina, pura torta! Resulta que el proyecto del tren eléctrico, ese que nos vendieron como la solución mágica al tráfico, nos va a costar más de lo que dijeron al principio. Y ni hablar de las invasiones en las vías, parece que estamos montando un parque temático más que un sistema de transporte público decente. Ya saben, esos proyectos que prometen cambiarle la vida al país y terminan siendo un dolor de cabeza y un agujero en el bolsillo.
Al parecer, el costo real del tren eléctrico asciende a unos $944 millones, y no los $800 millones que andaba diciendo el Gobierno. La diferencia, mis queridos lectores, es una suma considerable. Según fuentes cercanas a la negociación, los $800 millones corresponden a dos créditos que se tramitaron para cubrir la infraestructura y los gastos iniciales, incluyendo maquinarias, diseños y hasta la papelería necesaria para poner en marcha este brete. Uno esperaría más transparencia, ¿verdad?
Y ahora viene lo interesante: ¿de dónde sale la guita? Pues bien, el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) se ofrece a aportar $550 millones, de los cuales $200 provienen del Fondo Verde del Clima – ¡qué lindo suena eso de 'Fondo Verde'!, pero al final siempre tenemos que soltar la pela nosotros. Además, el Banco Europeo de Inversiones se suma con $250 millones. Pero ahí no acaba la historia, porque el Fondo Verde también donará $21,3 millones adicionales para temas de conectividad, transporte no motorizado, fortalecer capacidades y andar revisando si hay igualdad de género en el proyecto. ¡Como si eso fuera a solucionar el problema principal!
Entonces, sumándole y restándole, al final nos toca a Costa Rica desembolsar $120,5 millones. Esta suma incluye la compra de terrenos, que ya cuesta $24,4 millones – ¡imagínate qué precios andan manejando los dueños de esas propiedades! – y comisiones bancarias y costos financieros que superan los $96 millones. ¡Más plata pa’ arriba! Parece que alguien no hizo bien las cuentas al principio, o peor aún, ¡nos querían sacar raja desde el principio!
Ahora, hablemos de las invasiones. Con el paso del tiempo, el derecho de vía tanto hacia Alajuela como a Paraíso se ha convertido en un hervidero de construcciones ilegales. Tiendas, casas… ¡hasta algunos negocios de comida! Se han instalado sin permiso en medio de la vía prevista para el tren. Un estudio del Incofer revela que, aunque intentaron ajustar el trazado ferroviario para minimizar las expropiaciones, todavía hay muchas invasiones que necesitan ser recuperadas. Algunos tramos pueden seguir así, pero necesitamos el ancho correcto para que el tren pueda correr sin problemas.
Lo más preocupante es el costo de deshacer este lío. Según los cálculos, las invasiones y expropiaciones de la línea 1, entre la estación del Pacífico y Paraíso, nos van a costar alrededor de $13,5 millones. Y la línea 2, entre la estación del Atlántico y Alajuela centro, prácticamente igual: casi $10 millones. Así que, además de pagar más por el tren, vamos a tener que invertirle una buena lana para desalojar a la gente que vive ahí ilegalmente. ¡Una verdadera torta!
Y esto no es todo, diay. Aparte del aumento del costo y las invasiones, todavía tenemos que lidiar con problemas técnicos, demoras en la entrega de materiales y la incertidumbre económica global. Se supone que el tren eléctrico iba a ser un símbolo de progreso y sostenibilidad, pero parece que se está convirtiendo en un ejemplo de cómo los proyectos gubernamentales pueden salir horriblemente mal si no se planifican y ejecutan correctamente. Me pregunto quién va a rendir cuentas por todos estos sobrecostos y complicaciones.
En fin, señores, mientras tanto seguimos atascados en el tráfico, pagando impuestos y esperando que las cosas mejoren. Pero, díganme, ¿ustedes creen que vale la pena seguir adelante con este proyecto, o deberíamos buscar alternativas más eficientes y económicas? ¿Deberíamos exigir mayor transparencia y control en la gestión de los recursos públicos, o simplemente resignarnos a aceptar que esto es como va a pasar siempre?
Al parecer, el costo real del tren eléctrico asciende a unos $944 millones, y no los $800 millones que andaba diciendo el Gobierno. La diferencia, mis queridos lectores, es una suma considerable. Según fuentes cercanas a la negociación, los $800 millones corresponden a dos créditos que se tramitaron para cubrir la infraestructura y los gastos iniciales, incluyendo maquinarias, diseños y hasta la papelería necesaria para poner en marcha este brete. Uno esperaría más transparencia, ¿verdad?
Y ahora viene lo interesante: ¿de dónde sale la guita? Pues bien, el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) se ofrece a aportar $550 millones, de los cuales $200 provienen del Fondo Verde del Clima – ¡qué lindo suena eso de 'Fondo Verde'!, pero al final siempre tenemos que soltar la pela nosotros. Además, el Banco Europeo de Inversiones se suma con $250 millones. Pero ahí no acaba la historia, porque el Fondo Verde también donará $21,3 millones adicionales para temas de conectividad, transporte no motorizado, fortalecer capacidades y andar revisando si hay igualdad de género en el proyecto. ¡Como si eso fuera a solucionar el problema principal!
Entonces, sumándole y restándole, al final nos toca a Costa Rica desembolsar $120,5 millones. Esta suma incluye la compra de terrenos, que ya cuesta $24,4 millones – ¡imagínate qué precios andan manejando los dueños de esas propiedades! – y comisiones bancarias y costos financieros que superan los $96 millones. ¡Más plata pa’ arriba! Parece que alguien no hizo bien las cuentas al principio, o peor aún, ¡nos querían sacar raja desde el principio!
Ahora, hablemos de las invasiones. Con el paso del tiempo, el derecho de vía tanto hacia Alajuela como a Paraíso se ha convertido en un hervidero de construcciones ilegales. Tiendas, casas… ¡hasta algunos negocios de comida! Se han instalado sin permiso en medio de la vía prevista para el tren. Un estudio del Incofer revela que, aunque intentaron ajustar el trazado ferroviario para minimizar las expropiaciones, todavía hay muchas invasiones que necesitan ser recuperadas. Algunos tramos pueden seguir así, pero necesitamos el ancho correcto para que el tren pueda correr sin problemas.
Lo más preocupante es el costo de deshacer este lío. Según los cálculos, las invasiones y expropiaciones de la línea 1, entre la estación del Pacífico y Paraíso, nos van a costar alrededor de $13,5 millones. Y la línea 2, entre la estación del Atlántico y Alajuela centro, prácticamente igual: casi $10 millones. Así que, además de pagar más por el tren, vamos a tener que invertirle una buena lana para desalojar a la gente que vive ahí ilegalmente. ¡Una verdadera torta!
Y esto no es todo, diay. Aparte del aumento del costo y las invasiones, todavía tenemos que lidiar con problemas técnicos, demoras en la entrega de materiales y la incertidumbre económica global. Se supone que el tren eléctrico iba a ser un símbolo de progreso y sostenibilidad, pero parece que se está convirtiendo en un ejemplo de cómo los proyectos gubernamentales pueden salir horriblemente mal si no se planifican y ejecutan correctamente. Me pregunto quién va a rendir cuentas por todos estos sobrecostos y complicaciones.
En fin, señores, mientras tanto seguimos atascados en el tráfico, pagando impuestos y esperando que las cosas mejoren. Pero, díganme, ¿ustedes creen que vale la pena seguir adelante con este proyecto, o deberíamos buscar alternativas más eficientes y económicas? ¿Deberíamos exigir mayor transparencia y control en la gestión de los recursos públicos, o simplemente resignarnos a aceptar que esto es como va a pasar siempre?