¡Ay, Dios mío! Parece que estamos nadando a contramano con la alfabetización digital. Leí el artículo del Dr. Sobrado González y me dio un buen susto. No es que la tecnología sea mala, claro que no, pero si nuestros adultos mayores siguen batallando para enviar un WhatsApp, estamos jodidos, vamos.
La brecha generacional se hace cada vez más grande y no precisamente porque los jóvenes somos más listos, sino porque ellos no tuvieron la oportunidad de crecer rodeados de computadoras y celulares como nosotros. Imagínate a don José, que apenas sabe leer y ahora le toca lidiar con el BIM, los trámites online y hasta pagar sus servicios por internet. ¡Qué torta!
Y no es culpa de don José, ni de ningún adulto mayor. La responsabilidad recae en el Estado y en las instituciones educativas. Deberíamos estar implementando programas masivos de capacitación desde ya, adaptados a diferentes niveles y edades. Algo práctico, diay, que les enseñe a defenderse de las estafas online y a sacar provecho a toda esta tecnología, no solo a sufrir por ella.
El problema no es solo la edad, también hay muchos jóvenes que no tienen acceso a equipos o a una conexión de internet decente. Piensa en las zonas rurales, en los barrios más humildes... ahí la cosa está aún peor. ¿Cómo esperan que esos muchachos puedan competir en el mercado laboral si no saben siquiera usar Google?
Además, no basta con enseñarles a usar un computador. Hay que enseñarles a pensar críticamente, a evaluar la información que encuentran en Internet, a no caer en noticias falsas ni en manipulaciones. ¡Qué carga tener que andar corrigiendo a la gente todo el tiempo! Pero es nuestra realidad, y tenemos que asumirla.
He visto iniciativas privadas muy buenas, como talleres comunitarios donde jóvenes voluntarios enseñan a los abuelos a usar el celular. Pero eso no es suficiente. Necesitamos una estrategia nacional seria, con recursos y objetivos claros. Y rápido, porque el tren de la tecnología no espera a nadie.
Lo que me preocupa es cómo esto afecta a nuestra economía. Empresas que quieren implementar sistemas digitales y no encuentran personal capacitado. Profesionales que pierden oportunidades laborales por no saber usar las herramientas adecuadas. Un país entero perdiendo terreno frente a otras naciones que sí invierten en alfabetización digital.
En fin, parece que nos queda mucho por hacer. La alfabetización digital no es un lujo, es una necesidad básica en este siglo XXI. Y si no nos ponemos las pilas, vamos a terminar siendo un pueblo analfabeto tecnológico, ¡qué sal! Entonces, les pregunto: ¿Qué medidas concretas cree usted que debería tomar el gobierno para acelerar la alfabetización digital en Costa Rica, priorizando aquellos grupos más vulnerables?
La brecha generacional se hace cada vez más grande y no precisamente porque los jóvenes somos más listos, sino porque ellos no tuvieron la oportunidad de crecer rodeados de computadoras y celulares como nosotros. Imagínate a don José, que apenas sabe leer y ahora le toca lidiar con el BIM, los trámites online y hasta pagar sus servicios por internet. ¡Qué torta!
Y no es culpa de don José, ni de ningún adulto mayor. La responsabilidad recae en el Estado y en las instituciones educativas. Deberíamos estar implementando programas masivos de capacitación desde ya, adaptados a diferentes niveles y edades. Algo práctico, diay, que les enseñe a defenderse de las estafas online y a sacar provecho a toda esta tecnología, no solo a sufrir por ella.
El problema no es solo la edad, también hay muchos jóvenes que no tienen acceso a equipos o a una conexión de internet decente. Piensa en las zonas rurales, en los barrios más humildes... ahí la cosa está aún peor. ¿Cómo esperan que esos muchachos puedan competir en el mercado laboral si no saben siquiera usar Google?
Además, no basta con enseñarles a usar un computador. Hay que enseñarles a pensar críticamente, a evaluar la información que encuentran en Internet, a no caer en noticias falsas ni en manipulaciones. ¡Qué carga tener que andar corrigiendo a la gente todo el tiempo! Pero es nuestra realidad, y tenemos que asumirla.
He visto iniciativas privadas muy buenas, como talleres comunitarios donde jóvenes voluntarios enseñan a los abuelos a usar el celular. Pero eso no es suficiente. Necesitamos una estrategia nacional seria, con recursos y objetivos claros. Y rápido, porque el tren de la tecnología no espera a nadie.
Lo que me preocupa es cómo esto afecta a nuestra economía. Empresas que quieren implementar sistemas digitales y no encuentran personal capacitado. Profesionales que pierden oportunidades laborales por no saber usar las herramientas adecuadas. Un país entero perdiendo terreno frente a otras naciones que sí invierten en alfabetización digital.
En fin, parece que nos queda mucho por hacer. La alfabetización digital no es un lujo, es una necesidad básica en este siglo XXI. Y si no nos ponemos las pilas, vamos a terminar siendo un pueblo analfabeto tecnológico, ¡qué sal! Entonces, les pregunto: ¿Qué medidas concretas cree usted que debería tomar el gobierno para acelerar la alfabetización digital en Costa Rica, priorizando aquellos grupos más vulnerables?