¡Ay, Dios mío! Otro chapuzón en Barrio Dent, y parece que no hay fin a la torta. Esta vez, la quebrada Los Negritos se salió de las manos y dejó unas 16 casas hechas polvo, con pérdidas que ni nos gusta pensar. Cruz Roja anduvo moviéndose como loca atendiendo a seis personitas y a otras dos que necesitaban asistencia extra. ¡Qué nivel de hartazgo!
La verdad, esto ya no es novedad. Barrio Dent ha sido sacudido por inundaciones recurrentes este año. Primero, allá por el cuatro de junio, el agua le hizo una jugada muy fea a unas ocho viviendas, incluyendo la de doña Melina Dada. Ella casi se va al traste, tuvieron que rescatarla por los techos, imagínate la patatús. Luego, quince días después, otra embestida que levantó polvo y puso a todos corriendo.
Pero lo peor es que los vecinos aseguran que esto no es nuevo, diay. “Hoy se volvió a inundar, 40 años de retroceso,” lamentaba doña Melina entre lágrimas. Ella dice que el problema estaba resuelto desde 1989, hasta que “se les ocurrió” desviarle las aguas para darle facilidades a unos proyectos nuevos. ¡Imagínate! Sacrificando a la gente del barrio para que otros puedan ganar dinero. ¡Qué poca pena!
Y los videos que circulan por Instagram, cortesía de @elobservadorcr, dan escalofríos. Se ve el agua subiendo por la calle, metiéndose a las casas, arrastrando todo lo que encuentra. Un chunche flotando aquí, una silla allá... el caos total. Uno se pone a pensar qué tan preparado estamos como país para enfrentar estos fenómenos climáticos que se están volviendo cada vez más frecuentes. Parece que siempre somos los mismos sufriendo las consecuencias de decisiones poco pensadas.
Doña Melina cuenta que perdieron todo. Enseres, comida… la vida entera acumulada durante años, reducida a lodo y basura. No es fácil empezar de cero, especialmente cuando uno ya está curtido a mil batallas. Pero la gente de Barrio Dent es guerrera, tienen corazón grande, y seguro se levantan de nuevo. Eso sí, esperando una solución real, que no sean promesas vacías y parches que no sirven para nada.
La situación nos obliga a preguntarnos si realmente estamos invirtiendo bien nuestros recursos. ¿Se destinan suficientes fondos para mejorar la infraestructura hídrica de zonas vulnerables como Barrio Dent? ¿Existen planes efectivos de prevención y mitigación de riesgos? Parece que, aunque tengamos presupuestos millonarios, la realidad en el terreno sigue siendo bastante cruda y dolorosa.
En medio de toda esta bronca, uno piensa en los políticos, esos que aparecen solo cuando hay tragedia para sacar fotos y repartir discursos bonitos. Prometen soluciones mágicas, pero luego se olvidan del barrio hasta la próxima inundación. Es hora de exigirles cuentas, de demostrarles que nosotros, la gente de abajo, también tenemos voz y voto. No podemos seguir aguantando este atropello. Necesitamos acciones concretas, no palabras huecas.
Este panorama nos deja pensando: ¿Hasta cuándo vamos a seguir viendo a barrios como Barrio Dent sufrir las consecuencias de la negligencia y la corrupción? ¿Será que alguna vez nuestras autoridades entenderán que proteger a la población vulnerable es una prioridad, y no una opción?
La verdad, esto ya no es novedad. Barrio Dent ha sido sacudido por inundaciones recurrentes este año. Primero, allá por el cuatro de junio, el agua le hizo una jugada muy fea a unas ocho viviendas, incluyendo la de doña Melina Dada. Ella casi se va al traste, tuvieron que rescatarla por los techos, imagínate la patatús. Luego, quince días después, otra embestida que levantó polvo y puso a todos corriendo.
Pero lo peor es que los vecinos aseguran que esto no es nuevo, diay. “Hoy se volvió a inundar, 40 años de retroceso,” lamentaba doña Melina entre lágrimas. Ella dice que el problema estaba resuelto desde 1989, hasta que “se les ocurrió” desviarle las aguas para darle facilidades a unos proyectos nuevos. ¡Imagínate! Sacrificando a la gente del barrio para que otros puedan ganar dinero. ¡Qué poca pena!
Y los videos que circulan por Instagram, cortesía de @elobservadorcr, dan escalofríos. Se ve el agua subiendo por la calle, metiéndose a las casas, arrastrando todo lo que encuentra. Un chunche flotando aquí, una silla allá... el caos total. Uno se pone a pensar qué tan preparado estamos como país para enfrentar estos fenómenos climáticos que se están volviendo cada vez más frecuentes. Parece que siempre somos los mismos sufriendo las consecuencias de decisiones poco pensadas.
Doña Melina cuenta que perdieron todo. Enseres, comida… la vida entera acumulada durante años, reducida a lodo y basura. No es fácil empezar de cero, especialmente cuando uno ya está curtido a mil batallas. Pero la gente de Barrio Dent es guerrera, tienen corazón grande, y seguro se levantan de nuevo. Eso sí, esperando una solución real, que no sean promesas vacías y parches que no sirven para nada.
La situación nos obliga a preguntarnos si realmente estamos invirtiendo bien nuestros recursos. ¿Se destinan suficientes fondos para mejorar la infraestructura hídrica de zonas vulnerables como Barrio Dent? ¿Existen planes efectivos de prevención y mitigación de riesgos? Parece que, aunque tengamos presupuestos millonarios, la realidad en el terreno sigue siendo bastante cruda y dolorosa.
En medio de toda esta bronca, uno piensa en los políticos, esos que aparecen solo cuando hay tragedia para sacar fotos y repartir discursos bonitos. Prometen soluciones mágicas, pero luego se olvidan del barrio hasta la próxima inundación. Es hora de exigirles cuentas, de demostrarles que nosotros, la gente de abajo, también tenemos voz y voto. No podemos seguir aguantando este atropello. Necesitamos acciones concretas, no palabras huecas.
Este panorama nos deja pensando: ¿Hasta cuándo vamos a seguir viendo a barrios como Barrio Dent sufrir las consecuencias de la negligencia y la corrupción? ¿Será que alguna vez nuestras autoridades entenderán que proteger a la población vulnerable es una prioridad, y no una opción?