¡Aguante! El Tribunal Penal de Hacienda y de la Función Pública le dio un coscorrón a la Fiscalía Adjunta de Transparencia y mandó a mantener las medidas cautelares a Mauricio Batalla Otárola, el otrora todopoderoso ministro de Obras Públicas, y a toda la banda implicada en el ‘caso Pista Oscura’. Esto del aeropuerto de Guanacaste sigue siendo un brete de narices, vamos.
La Fiscalía quería ponerle más trabas al asunto, tipo impedimento de salida del país y tenerlos firmando en Tribunales cada muerte de pope, pero la jueza no se tragó el anzuelo. Al final, ni Batalla ni los demás están libres de ataduras, sino que seguirán con lo mismo que les tumbaron desde mayo del año pasado. Uno diría que la cosa anda más parecida a un baile de gallinas que a un juicio serio, sinceramente.
Pa’ Batalla, la cosa está dura: le prohíben hablar con cualquiera que haya sido testigo de sus travesuras, ni siquiera por teléfono o WhatsApp. Imagínate tener que andar esquivando gente como si fueras espía internacional… Además, no puede pisar las oficinas del MOPT, la DGAC ni la CNE, pa' que no siga metiendo pata. Está clarito que no quieren que tenga acceso a nada que pueda mancharlo más.
Y no solo él, también Marcos Castillo Masís, el director de Aviación Civil, tiene sus propios líos. Él tampoco puede comunicarse con los testigos, ni siquiera mencionar el proceso de licitación PX-2023-000239 – ahí hay algo turbio, fíjense bien. Lo obligaron a buscarse otro lugar pa’ trabajar, lejos de las oficinas centrales, porque parece que andaba espiando y moviendo hilos a sus espaldas.
Henry Villalobos Solís, jefe de la Unidad de Fiscalización de la CNE, también anda apretadito: igual que los anteriores, no puede molestar a los testigos. ¡Y encima lo sacaron de su sitio en la CNE! Le dieron otro chambeo, pero uno más tranqui’, pa’ que no siga haciendo ruido. Todos estos personajes se ven más encerrados que perro en el parque de bomberos.
Lo curioso de todo esto es que Alejandro Picado Eduarte, el jeffe de la CNE, se libra solito hasta ahora. Aunque la Fiscalía ha intentado meterle presión, no han logrado imponerle ninguna restricción. Hay quien dice que picadito anda palmando tranquilo, con la seguridad de que tiene contactos fuertes en el gobierno. Qué pena ajena, no manches.
Pero vamos por partes, porque este caso tiene más vueltas que carreta de burro. Resulta que el tema es sobre unos $40 millones que se destinaron pa’ arreglar la pista del aeropuerto de Liberia, y parece que no se hizo todo el trabajo que tocaba. Algunos dicen que hubo negocios turbios, favores y una reducción injustificada de las obras. Todo esto, claro, dejando al pobre pueblo tico pagando la cuenta.
Con tanto rollo legal y político, uno se pregunta: ¿hasta cuándo vamos a estar arrastrando este caso? ¿Será que alguien realmente terminará asumiendo responsabilidades por estas supuestas irregularidades, o simplemente esto se seguirá arrastrando indefinidamente, convirtiéndose en otro ejemplo de la eterna impunidad en Costa Rica? ¿Creen que la Fiscalía logrará llevar este caso hasta el final o la política echará sombra sobre el proceso?
La Fiscalía quería ponerle más trabas al asunto, tipo impedimento de salida del país y tenerlos firmando en Tribunales cada muerte de pope, pero la jueza no se tragó el anzuelo. Al final, ni Batalla ni los demás están libres de ataduras, sino que seguirán con lo mismo que les tumbaron desde mayo del año pasado. Uno diría que la cosa anda más parecida a un baile de gallinas que a un juicio serio, sinceramente.
Pa’ Batalla, la cosa está dura: le prohíben hablar con cualquiera que haya sido testigo de sus travesuras, ni siquiera por teléfono o WhatsApp. Imagínate tener que andar esquivando gente como si fueras espía internacional… Además, no puede pisar las oficinas del MOPT, la DGAC ni la CNE, pa' que no siga metiendo pata. Está clarito que no quieren que tenga acceso a nada que pueda mancharlo más.
Y no solo él, también Marcos Castillo Masís, el director de Aviación Civil, tiene sus propios líos. Él tampoco puede comunicarse con los testigos, ni siquiera mencionar el proceso de licitación PX-2023-000239 – ahí hay algo turbio, fíjense bien. Lo obligaron a buscarse otro lugar pa’ trabajar, lejos de las oficinas centrales, porque parece que andaba espiando y moviendo hilos a sus espaldas.
Henry Villalobos Solís, jefe de la Unidad de Fiscalización de la CNE, también anda apretadito: igual que los anteriores, no puede molestar a los testigos. ¡Y encima lo sacaron de su sitio en la CNE! Le dieron otro chambeo, pero uno más tranqui’, pa’ que no siga haciendo ruido. Todos estos personajes se ven más encerrados que perro en el parque de bomberos.
Lo curioso de todo esto es que Alejandro Picado Eduarte, el jeffe de la CNE, se libra solito hasta ahora. Aunque la Fiscalía ha intentado meterle presión, no han logrado imponerle ninguna restricción. Hay quien dice que picadito anda palmando tranquilo, con la seguridad de que tiene contactos fuertes en el gobierno. Qué pena ajena, no manches.
Pero vamos por partes, porque este caso tiene más vueltas que carreta de burro. Resulta que el tema es sobre unos $40 millones que se destinaron pa’ arreglar la pista del aeropuerto de Liberia, y parece que no se hizo todo el trabajo que tocaba. Algunos dicen que hubo negocios turbios, favores y una reducción injustificada de las obras. Todo esto, claro, dejando al pobre pueblo tico pagando la cuenta.
Con tanto rollo legal y político, uno se pregunta: ¿hasta cuándo vamos a estar arrastrando este caso? ¿Será que alguien realmente terminará asumiendo responsabilidades por estas supuestas irregularidades, o simplemente esto se seguirá arrastrando indefinidamente, convirtiéndose en otro ejemplo de la eterna impunidad en Costa Rica? ¿Creen que la Fiscalía logrará llevar este caso hasta el final o la política echará sombra sobre el proceso?
