¡Aguante! El Banco Central, en su última reunión antes de cerrar el año, le dio un frenazo a todos los que esperaban un cambio en la Tasa de Política Monetaria (TPM). Se quedó clavada en 3.5%, lo cual, pa’ muchos, significa que la cosa seguirá igual por un rato. Pero ojo, que la verdadera vaina no está ahí, sino en el panorama del mercado laboral, que parece tener más vueltas que el parque de diversiones.
Alonso Alfaro, el economista jefe del BCCR, soltó la bomba diciendo que hubo un debate intenso sobre lo que pasa con el empleo en Costa Rica. Parece ser que las estadísticas nos están dando un cóctel raro: por un lado, el desempleo baja, lo cual suena bien, pero por el otro, cada vez menos personas se meten a buscar trabajo. ¡Qué chino! Como si la genta diera de baja voluntariamente al brete.
Roger Madrigal, el presidente del Central, describió los indicadores laborales como “entre positivos y mixtos”. Es como decirle a alguien que tiene fiebre pero también le están bailando las gallinas en la cabeza. Lo positivo es que los salarios reales sí han subido, alrededor de un 6%, lo cual es bueno para el bolsillo de los que tienen chamba. El problema es que esa mejora quizás está llegando a otros miembros de la familia, palmiéndose juntos para llegar a fin de mes.
Y aquí viene lo jugoso: resulta que muchísima gente, especialmente los que ya pasaron los sesenta, están dejando de trabajar. No solo los que estaban en empleos informales, como bien señalaron desde el BCCR, sino también aquellos que tenían un buen trabajo y simplemente decidieron colgar las botas. ¿Se jubilan anticipadamente? ¿Prefieren dedicarse a cuidar a sus nietos? ¿O se fueron a pescar en Puntarenas? La verdad es que nadie lo sabe a ciencia cierta.
Lo más preocupante es que ese éxodo laboral no se compensa con nuevas personas entrando al mercado. Aunque la población en edad de trabajar sigue creciendo – sumamos unos 51 mil nuevos “mayores de quince” este año – un gran porcentaje se queda fuera de la fuerza laboral. Más de 157 mil personas se agregaron a ese grupo en el último año, ¡una barbaridad!
Alfaro también destacó que hay una tendencia interesante: las mujeres, especialmente aquellas mayores de 60 años, justifican su salida del mercado laboral diciendo que necesitan atender responsabilidades familiares, como el cuidado de niños o ancianos. Esto nos lleva a preguntarnos si nuestras leyes laborales y políticas sociales no están fomentando una dinámica donde las mujeres siguen cargando con la mayor parte del peso de las responsabilidades domésticas. ¡Qué bronca!
Pero no todo es tan oscuro. Según el BCCR, el aumento de los salarios reales podría estar ayudando a compensar la pérdida de ingresos que sufren algunos hogares debido a la jubilación de sus miembros. Es como si, aunque papá o mamá ya no trabajen, el resto de la familia pueda respirar un poco más tranquilos gracias a esos aumentos de sueldo. Una forma de redistribución interna, podríamos decir. Pero ojo, que eso no justifica la falta de oportunidades para todos.
En fin, el escenario es complejo y lleno de matices. Tenemos un mercado laboral con señales contradictorias, una población envejecida que busca nuevos rumbos y familias que luchan por mantener el equilibrio económico. Ahora, la gran pregunta para el foro es: ¿Qué medidas urgentes debería implementar el gobierno para incentivar la participación laboral, especialmente entre los jóvenes y las mujeres, y asegurar que nadie se quede rezagado en esta coyuntura económica?
Alonso Alfaro, el economista jefe del BCCR, soltó la bomba diciendo que hubo un debate intenso sobre lo que pasa con el empleo en Costa Rica. Parece ser que las estadísticas nos están dando un cóctel raro: por un lado, el desempleo baja, lo cual suena bien, pero por el otro, cada vez menos personas se meten a buscar trabajo. ¡Qué chino! Como si la genta diera de baja voluntariamente al brete.
Roger Madrigal, el presidente del Central, describió los indicadores laborales como “entre positivos y mixtos”. Es como decirle a alguien que tiene fiebre pero también le están bailando las gallinas en la cabeza. Lo positivo es que los salarios reales sí han subido, alrededor de un 6%, lo cual es bueno para el bolsillo de los que tienen chamba. El problema es que esa mejora quizás está llegando a otros miembros de la familia, palmiéndose juntos para llegar a fin de mes.
Y aquí viene lo jugoso: resulta que muchísima gente, especialmente los que ya pasaron los sesenta, están dejando de trabajar. No solo los que estaban en empleos informales, como bien señalaron desde el BCCR, sino también aquellos que tenían un buen trabajo y simplemente decidieron colgar las botas. ¿Se jubilan anticipadamente? ¿Prefieren dedicarse a cuidar a sus nietos? ¿O se fueron a pescar en Puntarenas? La verdad es que nadie lo sabe a ciencia cierta.
Lo más preocupante es que ese éxodo laboral no se compensa con nuevas personas entrando al mercado. Aunque la población en edad de trabajar sigue creciendo – sumamos unos 51 mil nuevos “mayores de quince” este año – un gran porcentaje se queda fuera de la fuerza laboral. Más de 157 mil personas se agregaron a ese grupo en el último año, ¡una barbaridad!
Alfaro también destacó que hay una tendencia interesante: las mujeres, especialmente aquellas mayores de 60 años, justifican su salida del mercado laboral diciendo que necesitan atender responsabilidades familiares, como el cuidado de niños o ancianos. Esto nos lleva a preguntarnos si nuestras leyes laborales y políticas sociales no están fomentando una dinámica donde las mujeres siguen cargando con la mayor parte del peso de las responsabilidades domésticas. ¡Qué bronca!
Pero no todo es tan oscuro. Según el BCCR, el aumento de los salarios reales podría estar ayudando a compensar la pérdida de ingresos que sufren algunos hogares debido a la jubilación de sus miembros. Es como si, aunque papá o mamá ya no trabajen, el resto de la familia pueda respirar un poco más tranquilos gracias a esos aumentos de sueldo. Una forma de redistribución interna, podríamos decir. Pero ojo, que eso no justifica la falta de oportunidades para todos.
En fin, el escenario es complejo y lleno de matices. Tenemos un mercado laboral con señales contradictorias, una población envejecida que busca nuevos rumbos y familias que luchan por mantener el equilibrio económico. Ahora, la gran pregunta para el foro es: ¿Qué medidas urgentes debería implementar el gobierno para incentivar la participación laboral, especialmente entre los jóvenes y las mujeres, y asegurar que nadie se quede rezagado en esta coyuntura económica?