¡Aguante, pura vida! El Banco Central de Costa Rica (BCCR) llegó pa' darle duro al 2025, cerrándolo con unas reservas internacionales netas que ni en sueños. Hablamos de unos $17.049,8 millones, un colchón financiero que hasta los países vecinos se lamen los dedos. Este ‘blindaje’ es la prueba de que alguien anda haciendo bien las cosas en la política monetaria, aunque el dólar, ese cabezazo, parece que no quiere quedarse quieto.
Si nos ponemos a peinar los números, este aumento de $2.879,2 millones con respecto al año anterior representa un buenísimo 16,8% del Producto Interno Bruto (PIB), demostrando que el país está en una posición financiera más que sólida. Y ojo, porque no solo estamos hablando de un poquito más de plata, sino de cubrir un 151,1% del nivel mínimo que exige la Junta Directiva del Central. ¡Eso sí es tener respaldo!
Pero la cosa no es siempre color de rosa, ¿verdad? Mientras las reservas se inflaban como globos, el dólar se paseaba por ahí haciendo de las suyas. Después de una caída considerable a finales de noviembre que dejó temblando a los exportadores y al sector turístico – que dependen a huevo del turismo –, la moneda gringa volvió a tocar la puerta de los ₡500. Una montaña rusa de emociones, vamos a decir.
Entonces, ¿qué pasó? Pues resulta que entre noviembre y principios de diciembre, una ola de liquidez en dólares inundó las ventanillas de los bancos gracias al pago de aguinaldos y a las operaciones de las zonas francas. Esa entrada de billetes verdes hizo que el tipo de cambio se desplomara cerca de ₡12. Luego, como quien no quiere la cosa, el panorama cambió y el dólar comenzó a recuperar terreno, subiendo más de ₡10 en apenas cinco días.
Y aquí viene el dato clave: las zonas francas, esos motores económicos que trabajan a marchas forzadas, son las principales responsables de este flujo constante de dólares. Según el análisis del BCCR, acumularon un superávit de divisas de $6.360,8 millones este año. ¡Una barbaridad! Por eso, el Banco Central ha tenido que actuar como un ‘aspirador’, comprando $5.454,2 millones en el mercado Monex para evitar que el colón se aprecie demasiado y afecte la competitividad de nuestros productos.
Ahora, la gran pregunta: ¿qué significa todo esto para nosotros, los mortales? Pues básicamente tranquilidad, fiuz. El BCCR tiene suficiente ‘pólvora’ para defenderse si el dólar decide ponerse bravucón o si ocurre alguna bronca económica a nivel mundial. Es como tener un seguro contra cualquier eventualidad.
Sin embargo, ese precio cercano a los ₡500 sigue generando controversia. Aunque los endeudados en dólares celebran tener un tipo de cambio favorable, aquellos que ganan en colones y exportan producto tienen que sudar la gota gorda para competir. Muchos temen que esta situación afecte el empleo en los próximos meses, especialmente en el sector turístico y agrícola. Vaya brete, ¿eh?
En fin, Costa Rica cierra un año con sus finanzas a toda máquina, pero con algunos retos en el horizonte. Con tanta reserva, ¿cree usted que el BCCR debería bajar aun más el tipo de cambio para apoyar a los sectores productivos, asumiendo el riesgo de una mayor inflación o prefiere mantenerlo estable a costa de sacrificar la competitividad de algunas industrias?
Si nos ponemos a peinar los números, este aumento de $2.879,2 millones con respecto al año anterior representa un buenísimo 16,8% del Producto Interno Bruto (PIB), demostrando que el país está en una posición financiera más que sólida. Y ojo, porque no solo estamos hablando de un poquito más de plata, sino de cubrir un 151,1% del nivel mínimo que exige la Junta Directiva del Central. ¡Eso sí es tener respaldo!
Pero la cosa no es siempre color de rosa, ¿verdad? Mientras las reservas se inflaban como globos, el dólar se paseaba por ahí haciendo de las suyas. Después de una caída considerable a finales de noviembre que dejó temblando a los exportadores y al sector turístico – que dependen a huevo del turismo –, la moneda gringa volvió a tocar la puerta de los ₡500. Una montaña rusa de emociones, vamos a decir.
Entonces, ¿qué pasó? Pues resulta que entre noviembre y principios de diciembre, una ola de liquidez en dólares inundó las ventanillas de los bancos gracias al pago de aguinaldos y a las operaciones de las zonas francas. Esa entrada de billetes verdes hizo que el tipo de cambio se desplomara cerca de ₡12. Luego, como quien no quiere la cosa, el panorama cambió y el dólar comenzó a recuperar terreno, subiendo más de ₡10 en apenas cinco días.
Y aquí viene el dato clave: las zonas francas, esos motores económicos que trabajan a marchas forzadas, son las principales responsables de este flujo constante de dólares. Según el análisis del BCCR, acumularon un superávit de divisas de $6.360,8 millones este año. ¡Una barbaridad! Por eso, el Banco Central ha tenido que actuar como un ‘aspirador’, comprando $5.454,2 millones en el mercado Monex para evitar que el colón se aprecie demasiado y afecte la competitividad de nuestros productos.
Ahora, la gran pregunta: ¿qué significa todo esto para nosotros, los mortales? Pues básicamente tranquilidad, fiuz. El BCCR tiene suficiente ‘pólvora’ para defenderse si el dólar decide ponerse bravucón o si ocurre alguna bronca económica a nivel mundial. Es como tener un seguro contra cualquier eventualidad.
Sin embargo, ese precio cercano a los ₡500 sigue generando controversia. Aunque los endeudados en dólares celebran tener un tipo de cambio favorable, aquellos que ganan en colones y exportan producto tienen que sudar la gota gorda para competir. Muchos temen que esta situación afecte el empleo en los próximos meses, especialmente en el sector turístico y agrícola. Vaya brete, ¿eh?
En fin, Costa Rica cierra un año con sus finanzas a toda máquina, pero con algunos retos en el horizonte. Con tanta reserva, ¿cree usted que el BCCR debería bajar aun más el tipo de cambio para apoyar a los sectores productivos, asumiendo el riesgo de una mayor inflación o prefiere mantenerlo estable a costa de sacrificar la competitividad de algunas industrias?