¡Ay, Dios mío! La cosa sigue complicada. Ya van varios días desde que dos personas desaparecieron en playas diferentes de nuestro hermoso Pacífico, y la Cruz Roja sigue buscando incansablemente. Es una bronca terrible para sus familias y para todos nosotros que vemos la imagen de esas olas y pensamos en lo peligroso que puede ser el mar, máxime cuando uno no le hace mucho caso.
Todo empezó el viernes pasado, allá por Matapalo, en Sardinal de Carrillo, Guanacaste. Un pescador, un mae trabajador como cualquier otro, salió a faenar y simplemente se esfumó. Desde entonces, la Cruz Roja ha movilizado toda su maquinaria – barcos patrullando, gente revisando la costa… la verdad, un brete enorme. Y ni hablar del apoyo del Guardacostas, que amplió la zona de búsqueda hacia aguas más profundas. Uno se pone a pensar en qué habrá podido pasar, si el clima, si alguna corriente traicionera…
Pero eso no es todo. El domingo siguiente, en Playa Juanito Mora, Puerto Jiménez, otra tragedia golpeó. Una embarcación con cinco personas se volcó producto de unas corrientes fuertes y un clima que parecía sacado de una película de terror. Cuatro pudieron agarrarse a algo, fueron rescatados sanos y salvos, pero Walter Fonseca Fallas, un muchacho de 28 años, se fue directo a lo profundo. Según me comentaron en la Municipalidad, era un vecino querido, muy conocido en la comunidad. Imagínate el dolor que estarán sintiendo sus familiares y amigos.
Ahora, ahí sí que la cosa se puso seria. Equipos de la Cruz Roja, Guardacostas, voluntarios locales... incluso boteros de la comunidad, esos que conocen el mar como la palma de su mano, se unieron a la búsqueda. Todos trabajando codo a codo, día y noche, con la esperanza de encontrarlo con vida. Pero, ay, hasta ahora nada. Un silencio espeso, una incertidumbre que te cala hondo.
Estos días han sido de tensión constante. Las operaciones de búsqueda siguen activas, claro, pero la falta de novedades empieza a pesar. Te imaginas la angustia de las familias, esperando una llamada, una señal que les dé un poquito de alivio. En estos casos, la paciencia se agota rapidísimo, y uno entiende perfectamente su desesperación. Esto te recuerda que el mar es poderoso, impredecible, y que siempre debemos tomar precauciones extremas.
Y mira, aunque la situación es preocupante, la Cruz Roja no pierde la fe. Siguen revisando cada rincón, explorando cada posibilidad. Saben que detrás de cada nombre hay una familia esperando, una historia pendiente. Ese es el compromiso que tienen con nosotros, con la sociedad costarricense. Da gusto ver cómo se organizan, cómo ponen todo su empeño en estas situaciones difíciles. Son unos verdaderos héroes anónimos.
Se dice que el oleaje ha estado un poco calmado hoy, eso da cierta esperanza, pero igual el mar esconde muchas sorpresas. El tiempo dirá qué pasará con estas búsquedas, y mientras tanto, solo podemos enviar nuestras oraciones a las familias afectadas y agradecer el esfuerzo incansable de quienes trabajan día y noche para traerlos de vuelta a casa. Espero de corazón que encuentren pronto respuestas, que haya un final feliz en esta triste historia.
En fin, luego te pregunto, ¿crees que las autoridades deberían reforzar las campañas de concientización sobre seguridad en las playas, especialmente durante la temporada de lluvias y vientos fuertes? ¿O se debería considerar implementar medidas más estrictas para controlar el acceso a zonas peligrosas? ¡Danos tu opinión!
Todo empezó el viernes pasado, allá por Matapalo, en Sardinal de Carrillo, Guanacaste. Un pescador, un mae trabajador como cualquier otro, salió a faenar y simplemente se esfumó. Desde entonces, la Cruz Roja ha movilizado toda su maquinaria – barcos patrullando, gente revisando la costa… la verdad, un brete enorme. Y ni hablar del apoyo del Guardacostas, que amplió la zona de búsqueda hacia aguas más profundas. Uno se pone a pensar en qué habrá podido pasar, si el clima, si alguna corriente traicionera…
Pero eso no es todo. El domingo siguiente, en Playa Juanito Mora, Puerto Jiménez, otra tragedia golpeó. Una embarcación con cinco personas se volcó producto de unas corrientes fuertes y un clima que parecía sacado de una película de terror. Cuatro pudieron agarrarse a algo, fueron rescatados sanos y salvos, pero Walter Fonseca Fallas, un muchacho de 28 años, se fue directo a lo profundo. Según me comentaron en la Municipalidad, era un vecino querido, muy conocido en la comunidad. Imagínate el dolor que estarán sintiendo sus familiares y amigos.
Ahora, ahí sí que la cosa se puso seria. Equipos de la Cruz Roja, Guardacostas, voluntarios locales... incluso boteros de la comunidad, esos que conocen el mar como la palma de su mano, se unieron a la búsqueda. Todos trabajando codo a codo, día y noche, con la esperanza de encontrarlo con vida. Pero, ay, hasta ahora nada. Un silencio espeso, una incertidumbre que te cala hondo.
Estos días han sido de tensión constante. Las operaciones de búsqueda siguen activas, claro, pero la falta de novedades empieza a pesar. Te imaginas la angustia de las familias, esperando una llamada, una señal que les dé un poquito de alivio. En estos casos, la paciencia se agota rapidísimo, y uno entiende perfectamente su desesperación. Esto te recuerda que el mar es poderoso, impredecible, y que siempre debemos tomar precauciones extremas.
Y mira, aunque la situación es preocupante, la Cruz Roja no pierde la fe. Siguen revisando cada rincón, explorando cada posibilidad. Saben que detrás de cada nombre hay una familia esperando, una historia pendiente. Ese es el compromiso que tienen con nosotros, con la sociedad costarricense. Da gusto ver cómo se organizan, cómo ponen todo su empeño en estas situaciones difíciles. Son unos verdaderos héroes anónimos.
Se dice que el oleaje ha estado un poco calmado hoy, eso da cierta esperanza, pero igual el mar esconde muchas sorpresas. El tiempo dirá qué pasará con estas búsquedas, y mientras tanto, solo podemos enviar nuestras oraciones a las familias afectadas y agradecer el esfuerzo incansable de quienes trabajan día y noche para traerlos de vuelta a casa. Espero de corazón que encuentren pronto respuestas, que haya un final feliz en esta triste historia.
En fin, luego te pregunto, ¿crees que las autoridades deberían reforzar las campañas de concientización sobre seguridad en las playas, especialmente durante la temporada de lluvias y vientos fuertes? ¿O se debería considerar implementar medidas más estrictas para controlar el acceso a zonas peligrosas? ¡Danos tu opinión!