Maes, paren rotativas un toque. Hay noticias que pasan sin pena ni gloria y otras que a uno le sacan una sonrisa porque, simplemente, tienen sentido. Esta es una de esas. Hablemos de café, pero no del que uno se toma a la carrera en la mañana, sino de toda la cultura que hay detrás. La noticia es esta: Costa Rica va a tener su primera escuela de café móvil, un chunche bautizado como "Espresso Van". Y sí, antes de que pregunten: es exactamente lo que suena. Una van equipada hasta los dientes con tecnología de barismo que va a ir de gira por las zonas cafetaleras. ¡Qué nivel de idea! Ya era hora de que un proyecto así viera la luz, ¿no creen? Es la combinación perfecta entre la tradición de nuestras fincas y la innovación que tanto necesitamos.
Vamos al grano (nunca mejor dicho). Esta iniciativa no salió de la nada; es un brete conjunto entre dos pesos pesados: el ICAFE y la Fundación CRUSA. El proyecto se llama Café+ y la lógica es tan simple como brillante: si los productores no pueden venir al conocimiento, el conocimiento va a ellos. Se acabó esa historia de que la tecnología y las últimas tendencias de barismo son solo para cafeterías de especialidad en Escalante. La Espresso Van va a parquearse en medio de las fincas para enseñar sobre métodos de preparación, catación, sostenibilidad y cómo sacarle más provecho a ese grano de oro que con tanto esfuerzo se cultiva. Es, en pocas palabras, cerrar la brecha entre el caficultor que se levanta a las 4 a.m. y el consumidor que paga (a veces una fortuna) por un flat white perfecto.
Y diay, hablemos de por qué esta vara es tan necesaria. El sector cafetalero, aunque es un orgullo nacional, no la tiene fácil. El texto de la noticia menciona un par de desafíos que son un verdadero dolor de cabeza. Por un lado, está la presión de los mercados internacionales, como la Unión Europea, que ahora exigen estándares de cero deforestación. Es decir, si el café no es sostenible, no se vende. ¡Así de directo! Luego está el reto generacional: ¿cómo hacemos para que los jóvenes vean el café no como el brete matado de sus abuelos, sino como una carrera con futuro y tecnología? Y ni hablemos del cambio climático, que tiene a todo el sector con el Jesús en la boca. Esta escuela móvil ataca esos frentes, llevando soluciones y capacitación directamente a la raíz del asunto.
Como bien lo dijo Byron Salas, el director de CRUSA, la idea es favorecer la "transformación e innovación del sector". Y Gustavo Jiménez, del ICAFE, le dio en el clavo al decir que esto abre la puerta a nuevas generaciones. ¡Y claro que sí! Imagínense ser un güila en una zona cafetalera y que de pronto llegue esta van, que parece sacada de un programa de Food Network, a enseñarte a ser un barista pro. ¡Qué carga de inspiración! Esto va más allá de producir más; se trata de producir mejor, de agregar valor y de que el reconocimiento (y la plata) se queden más en la comunidad. El programa ya está beneficiando a miles de productores, beneficios y exportadoras, y con esta van, el impacto va a ser todavía más tangible.
Al final, el Espresso Van es más que una simple camioneta con una máquina de espresso cara. Es un símbolo de que las cosas se están moviendo en la dirección correcta. Es un puente rodante que conecta la herencia de más de 25 mil familias productoras con un futuro más tecnológico, sostenible y, por qué no, más rentable. Es una apuesta por el talento local y por defender la calidad de nuestro café en un mundo cada vez más competitivo. A mí, personalmente, me parece una iniciativa a cachete. Ahora la pregunta es para ustedes, maes del foro: más allá del aplauso inicial, ¿creen que una iniciativa como esta puede realmente cambiarle la cara a la caficultura tica a largo plazo o se quedará en un esfuerzo aislado? ¿Qué más se necesita?
Vamos al grano (nunca mejor dicho). Esta iniciativa no salió de la nada; es un brete conjunto entre dos pesos pesados: el ICAFE y la Fundación CRUSA. El proyecto se llama Café+ y la lógica es tan simple como brillante: si los productores no pueden venir al conocimiento, el conocimiento va a ellos. Se acabó esa historia de que la tecnología y las últimas tendencias de barismo son solo para cafeterías de especialidad en Escalante. La Espresso Van va a parquearse en medio de las fincas para enseñar sobre métodos de preparación, catación, sostenibilidad y cómo sacarle más provecho a ese grano de oro que con tanto esfuerzo se cultiva. Es, en pocas palabras, cerrar la brecha entre el caficultor que se levanta a las 4 a.m. y el consumidor que paga (a veces una fortuna) por un flat white perfecto.
Y diay, hablemos de por qué esta vara es tan necesaria. El sector cafetalero, aunque es un orgullo nacional, no la tiene fácil. El texto de la noticia menciona un par de desafíos que son un verdadero dolor de cabeza. Por un lado, está la presión de los mercados internacionales, como la Unión Europea, que ahora exigen estándares de cero deforestación. Es decir, si el café no es sostenible, no se vende. ¡Así de directo! Luego está el reto generacional: ¿cómo hacemos para que los jóvenes vean el café no como el brete matado de sus abuelos, sino como una carrera con futuro y tecnología? Y ni hablemos del cambio climático, que tiene a todo el sector con el Jesús en la boca. Esta escuela móvil ataca esos frentes, llevando soluciones y capacitación directamente a la raíz del asunto.
Como bien lo dijo Byron Salas, el director de CRUSA, la idea es favorecer la "transformación e innovación del sector". Y Gustavo Jiménez, del ICAFE, le dio en el clavo al decir que esto abre la puerta a nuevas generaciones. ¡Y claro que sí! Imagínense ser un güila en una zona cafetalera y que de pronto llegue esta van, que parece sacada de un programa de Food Network, a enseñarte a ser un barista pro. ¡Qué carga de inspiración! Esto va más allá de producir más; se trata de producir mejor, de agregar valor y de que el reconocimiento (y la plata) se queden más en la comunidad. El programa ya está beneficiando a miles de productores, beneficios y exportadoras, y con esta van, el impacto va a ser todavía más tangible.
Al final, el Espresso Van es más que una simple camioneta con una máquina de espresso cara. Es un símbolo de que las cosas se están moviendo en la dirección correcta. Es un puente rodante que conecta la herencia de más de 25 mil familias productoras con un futuro más tecnológico, sostenible y, por qué no, más rentable. Es una apuesta por el talento local y por defender la calidad de nuestro café en un mundo cada vez más competitivo. A mí, personalmente, me parece una iniciativa a cachete. Ahora la pregunta es para ustedes, maes del foro: más allá del aplauso inicial, ¿creen que una iniciativa como esta puede realmente cambiarle la cara a la caficultura tica a largo plazo o se quedará en un esfuerzo aislado? ¿Qué más se necesita?