¡Ay, Dios mío! La bronca de Puerto Caldera sigue candela. Esta vez, los empresarios de alimentos y bebidas le están soltando toda la carne al asador a la Contraloría General de la República, exigiendo que apuren el paso con la licitación. Ya saben, la que lleva años estancada y nos tiene a todos, literalmente, hasta las cachas.
La situación en Caldera, vamos a ser honestos, es un verdadero despache. No es novedad para nadie que la terminal portuaria ha estado funcionando a regañadientes por años, limitando el crecimiento, afectando la economía y, claro está, pegándole duro al bolsillo de todos los costarricenses. Se dice que el cuello de botella es tanto, que a veces parece que estamos remando contra corriente en un río de lodo. ¡Una torta!
Y ni hablar de los costos. Juan Ignacio Pérez, el jefe de la CACIA (la cámara de la industria alimentaria, pa’ los que no estén al día), no se anda con rodeos: la demora en resolver esto se traduce en precios más altos para nosotros, los consumidores. Esto afecta a todo el mundo, desde el panaderito de la esquina hasta el supermercado más grande. Unas papayas más caras, un café más caro, ¡todo se eleva! ¿Cómo vamos a sobrevivir con este ritmo?
Recuerdo que hace un añito, cuando lanzaron la licitación, todos estábamos “a todo dar”, pensando que por fin íbamos a ver la luz al final del túnel. Pero luego vinieron las revisiones, las objeciones, los cambios en los papeles… ¡Un chunche detrás de otro! Como intentar armar un rompecabezas con piezas que no encajan. Parece que la Contraloría se toma su tiempo para analizarlo todo, pero mientras tanto, la economía se va al traste.
Lo que realmente preocupa es que Caldera es uno de esos pocos motores que aún impulsan nuestro desarrollo económico y social. Si seguimos así, con esta parálisis, no sé cómo vamos a pensar en crear empleos dignos ni en mejorar la calidad de vida de nuestra gente. A este paso, nos quedamos atascados como un carro en la autopista durante Semana Santa.
Ahora bien, no quiero poner a todos en la misma bolsa. Entendemos que la Contraloría tiene su trabajo que hacer, que necesita asegurarse de que todo esté legalmente correcto. Pero también tienen que entender que el tiempo corre y que hay vidas y negocios dependiendo de esta resolución. Necesitamos que usen todas las herramientas a su disposición para acelerar el proceso, sin comprometer la transparencia, claro.
La industria alimentaria, y muchos otros sectores, han hecho un llamado urgente a los mandamases de la Contraloría. Esperamos que escuchen nuestras voces y tomen cartas en el asunto. Porque sinceramente, la paciencia se está agotando. Muchos empiezan a pensar que es una maraña más que una gestión eficiente. Si no se mueve algo pronto, esto se volverá una verdadera calamidad.
Así que, les pregunto a ustedes, mis queridos foreros: ¿creen que la Contraloría logrará acelerar el proceso de licitación de Puerto Caldera antes de finales de este año, o nos toca esperar otra Navidad con el mismo problema? ¿Qué medidas concretas deberían tomar para solucionar esta situación de una vez por todas y evitar que siga siendo una carga para todos nosotros?
La situación en Caldera, vamos a ser honestos, es un verdadero despache. No es novedad para nadie que la terminal portuaria ha estado funcionando a regañadientes por años, limitando el crecimiento, afectando la economía y, claro está, pegándole duro al bolsillo de todos los costarricenses. Se dice que el cuello de botella es tanto, que a veces parece que estamos remando contra corriente en un río de lodo. ¡Una torta!
Y ni hablar de los costos. Juan Ignacio Pérez, el jefe de la CACIA (la cámara de la industria alimentaria, pa’ los que no estén al día), no se anda con rodeos: la demora en resolver esto se traduce en precios más altos para nosotros, los consumidores. Esto afecta a todo el mundo, desde el panaderito de la esquina hasta el supermercado más grande. Unas papayas más caras, un café más caro, ¡todo se eleva! ¿Cómo vamos a sobrevivir con este ritmo?
Recuerdo que hace un añito, cuando lanzaron la licitación, todos estábamos “a todo dar”, pensando que por fin íbamos a ver la luz al final del túnel. Pero luego vinieron las revisiones, las objeciones, los cambios en los papeles… ¡Un chunche detrás de otro! Como intentar armar un rompecabezas con piezas que no encajan. Parece que la Contraloría se toma su tiempo para analizarlo todo, pero mientras tanto, la economía se va al traste.
Lo que realmente preocupa es que Caldera es uno de esos pocos motores que aún impulsan nuestro desarrollo económico y social. Si seguimos así, con esta parálisis, no sé cómo vamos a pensar en crear empleos dignos ni en mejorar la calidad de vida de nuestra gente. A este paso, nos quedamos atascados como un carro en la autopista durante Semana Santa.
Ahora bien, no quiero poner a todos en la misma bolsa. Entendemos que la Contraloría tiene su trabajo que hacer, que necesita asegurarse de que todo esté legalmente correcto. Pero también tienen que entender que el tiempo corre y que hay vidas y negocios dependiendo de esta resolución. Necesitamos que usen todas las herramientas a su disposición para acelerar el proceso, sin comprometer la transparencia, claro.
La industria alimentaria, y muchos otros sectores, han hecho un llamado urgente a los mandamases de la Contraloría. Esperamos que escuchen nuestras voces y tomen cartas en el asunto. Porque sinceramente, la paciencia se está agotando. Muchos empiezan a pensar que es una maraña más que una gestión eficiente. Si no se mueve algo pronto, esto se volverá una verdadera calamidad.
Así que, les pregunto a ustedes, mis queridos foreros: ¿creen que la Contraloría logrará acelerar el proceso de licitación de Puerto Caldera antes de finales de este año, o nos toca esperar otra Navidad con el mismo problema? ¿Qué medidas concretas deberían tomar para solucionar esta situación de una vez por todas y evitar que siga siendo una carga para todos nosotros?