¡Ay, Dios mío! ¿Se imaginan? Después de tanto ruido, tanta especulación y tanto “chisme” en redes sociales, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) finalmente cerró el caso contra José Luis Liu Paniagua, el empresario de cáñamo que tenía a medio país con la mosca detrás de la oreja. Resulta que las acusaciones de haberle metido la mano al bolsillo a algunos diputados para financiar sus campañas... bueno, ¡se fueron al traste!
Todo comenzó hace un buen tiempo, cuando un denuncionante anónimo soltó la bomba: Liu estaría lavando plata de cosas turbias a través de su negocio de cáñamo y usándola para apoyar económicamente a políticos. Se hablaba de fajos verdes volando de Colombia hacia nuestras tierras, todo un “brete” para la justicia costarricense. Las autoridades se pusieron las pilas, activaron el “carga” y empezaron a seguirle los pasos a Liu como si fuera Judas.
El OIJ, durante más de un año –sí, ¡más de un año!”, entre 2023 y 2024, revisó hasta la última hebra de pelo de Liu. Le siguieron los viajes, las reuniones, las transacciones bancarias… todo. Pero, sorpresa, sorpresa, no encontraron nada que lo conectara directamente con el delito de legitimación de capitales. Lo único que evidenciaron fueron unos cuantos viajes a Colombia y a Nicaragua, que, según el informe del OIJ, no son precisamente el perfil de un capo del narcotráfico.
Y no solo eso, sino que también descubrieron que su estilo de vida no coincide con el de alguien que maneja fortunas ilegales. Su casa, sus carros, sus posesiones… todo parecía normal, de un “chunche”. En pocas palabras, el OIJ quedó con la miel en los labios, sin poder demostrar nada concreto. Claro, siempre dejan abierta la puerta a nuevas pruebas, pero por ahora, el caso está prácticamente cerrado.
Pero espera, que hay más. El Tribunal Supremo de Elecciones sacó a relucir un documento que demostraba que Liu no aparece como donante del Partido Liberal Progresista (PLP), el mismo partido al que pertenecían los diputados Luis Diego Vargas y Johanna Obando, quienes estaban involucrados en el caso. Esto le dio un golpe certero a la fiscalía, que decidió pedir la desestimación de la causa. ¡Qué papelón!
La Fiscalía General, viendo que el caso no tenía pies ni cabeza, le dio luz verde a la solicitud de desestimación. Ahora, tanto Obando como Vargas quedan librados de esta acusación. Aunque todavía existen otros procesos en su contra relacionados con el presunto financiamiento ilegal, este episodio les quita bastante peso a sus hombros. Un alivio para ellos, pero un golpe para aquellos que esperaban verlos caer.
Lo curioso de la historia es que Liu Paniagua se ha reunido varias veces con diferentes diputados en la Asamblea Legislativa, justo después de sus viajes a Colombia. Se habla de proyectos de inversión en cáñamo, un negocio que parece estar dando que hablar en estos últimos tiempos. Incluso, el diputado oficialista Manuel Morales Díaz admitió haber conocido a Liu y a algunos empresarios estadounidenses interesados en invertir en Guanacaste. ¡Imagínense el potencial!
Después de tanto revuelo, escándalos y dimes y diretes, el caso Liu Paniagua llega a su fin, dejando más preguntas que respuestas. ¿Realmente Liu Paniagua es inocente, o simplemente logró evadir las garras de la justicia? ¿Podrían reabrir la investigación si surge nueva evidencia? Y lo más importante: ¿qué tan viable es realmente el negocio del cáñamo en Costa Rica?
Todo comenzó hace un buen tiempo, cuando un denuncionante anónimo soltó la bomba: Liu estaría lavando plata de cosas turbias a través de su negocio de cáñamo y usándola para apoyar económicamente a políticos. Se hablaba de fajos verdes volando de Colombia hacia nuestras tierras, todo un “brete” para la justicia costarricense. Las autoridades se pusieron las pilas, activaron el “carga” y empezaron a seguirle los pasos a Liu como si fuera Judas.
El OIJ, durante más de un año –sí, ¡más de un año!”, entre 2023 y 2024, revisó hasta la última hebra de pelo de Liu. Le siguieron los viajes, las reuniones, las transacciones bancarias… todo. Pero, sorpresa, sorpresa, no encontraron nada que lo conectara directamente con el delito de legitimación de capitales. Lo único que evidenciaron fueron unos cuantos viajes a Colombia y a Nicaragua, que, según el informe del OIJ, no son precisamente el perfil de un capo del narcotráfico.
Y no solo eso, sino que también descubrieron que su estilo de vida no coincide con el de alguien que maneja fortunas ilegales. Su casa, sus carros, sus posesiones… todo parecía normal, de un “chunche”. En pocas palabras, el OIJ quedó con la miel en los labios, sin poder demostrar nada concreto. Claro, siempre dejan abierta la puerta a nuevas pruebas, pero por ahora, el caso está prácticamente cerrado.
Pero espera, que hay más. El Tribunal Supremo de Elecciones sacó a relucir un documento que demostraba que Liu no aparece como donante del Partido Liberal Progresista (PLP), el mismo partido al que pertenecían los diputados Luis Diego Vargas y Johanna Obando, quienes estaban involucrados en el caso. Esto le dio un golpe certero a la fiscalía, que decidió pedir la desestimación de la causa. ¡Qué papelón!
La Fiscalía General, viendo que el caso no tenía pies ni cabeza, le dio luz verde a la solicitud de desestimación. Ahora, tanto Obando como Vargas quedan librados de esta acusación. Aunque todavía existen otros procesos en su contra relacionados con el presunto financiamiento ilegal, este episodio les quita bastante peso a sus hombros. Un alivio para ellos, pero un golpe para aquellos que esperaban verlos caer.
Lo curioso de la historia es que Liu Paniagua se ha reunido varias veces con diferentes diputados en la Asamblea Legislativa, justo después de sus viajes a Colombia. Se habla de proyectos de inversión en cáñamo, un negocio que parece estar dando que hablar en estos últimos tiempos. Incluso, el diputado oficialista Manuel Morales Díaz admitió haber conocido a Liu y a algunos empresarios estadounidenses interesados en invertir en Guanacaste. ¡Imagínense el potencial!
Después de tanto revuelo, escándalos y dimes y diretes, el caso Liu Paniagua llega a su fin, dejando más preguntas que respuestas. ¿Realmente Liu Paniagua es inocente, o simplemente logró evadir las garras de la justicia? ¿Podrían reabrir la investigación si surge nueva evidencia? Y lo más importante: ¿qué tan viable es realmente el negocio del cáñamo en Costa Rica?
