¡Ay, Dios mío! Este caso del señor Ureña Ureña en Pérez Zeledón ya parece novela de telenovela... ¡y lleva ocho años! Imagínense, ocho años arrastrando este brete, entre juicios, apelaciones y anula-juicios. La verdad, da qué pensar cómo nuestro sistema judicial anda manejando estas situaciones tan delicadas, especialmente cuando involucran a menores.
Todo comenzó en el 2017, cuando el señor Ureña Ureña, que trabajaba como técnico de laboratorio en un Ebais de la zona, visitó la Escuela La Aurora de Daniel Flores para hacer unas pruebas. Según la Fiscalía, ahí aprovecharía la visita para cometer esos actos inaceptables contra seis estudiantes de sexto grado. Una vara bien turbia, díganlo ustedes. Desde entonces, la cosa se puso complicada, llena de testimonios y revéses legales.
Pero lo más loco de todo es que el tipo ya ha enfrentado cuatro juicios, todos ellos terminando anulados. Primero, por una incapacidad de la jueza; luego, porque faltaba una prueba; y los otros dos, por apelaciones presentadas por su defensa argumentando que el sistema le estaba jugando sucio tanto al acusado como a las víctimas. ¡Imagínense! Cuatro veces tener que pasar por todo eso, revivir el calvario… ¡qué torta!
Y hablando de víctimas, recuerden que inicialmente eran seis las que denunciaban haber sufrido abuso. Pero durante los juicios del 2025, cuatro de ellas, ya siendo mayores de edad, decidieron desistir del proceso. Su abogado, Andrés Pérez González, explica que ocho años es demasiado tiempo para esperar una respuesta, y que muchas veces el sistema no les da la tranquilidad que necesitan. Parece que la espera hace que el dolor se agrave, chunches.
El abogado del imputado, no se anduvo con rodeos, acusando directamente al sistema judicial de ineficiencia. Dijo que la falta de respuestas rápidas afecta tanto al acusado como a las víctimas. Además, señaló que el Tribunal de Juicio no permitió la intervención de un psicólogo forense durante el debate, lo cual, según él, vulneró el derecho a la defensa. ¡Que bronca! ¿Cómo esperas defenderte si no te dejan usar todas las herramientas?
Lo más reciente es que el Tribunal de Apelación de Sentencia Penal de Cartago ordenó un quinto juicio, después de anular el cuarto por esa misma problemática del psicólogo forense. Ahora, el señor Ureña Ureña deberá enfrentar nuevamente a la justicia, buscando demostrar su inocencia. Entre tanto, su situación laboral se ha complicado bastante, ya que lleva ocho años sin poder progresar ni siquiera conseguir horas extras. Eso sí que es una carga, amigos.
Las víctimas, por su parte, han relatado su historia en al menos doce ocasiones, entre juicios y comparecencias ante el Patronato Nacional de la Infancia. ¡Doce veces tener que revivir esos momentos traumáticos! Eso claro que te deja marcado, diay. Además, el caso ha generado mucha controversia en la comunidad de Pérez Zeledón, donde la gente está indignada por los hechos y preocupada por la seguridad de los niños. El ambiente está tenso, vamos.
Este caso nos obliga a reflexionar sobre la eficiencia de nuestro sistema judicial, la protección de los derechos de las víctimas y la importancia de garantizar una defensa justa para todos. Con tantos procesos anúlados y años transcurridos, ¿creen que realmente estamos brindando una respuesta adecuada a las partes involucradas? ¿Deberíamos revisar nuestros procedimientos judiciales para evitar que casos como este se prolonguen indefinidamente y causen tanto sufrimiento?
Todo comenzó en el 2017, cuando el señor Ureña Ureña, que trabajaba como técnico de laboratorio en un Ebais de la zona, visitó la Escuela La Aurora de Daniel Flores para hacer unas pruebas. Según la Fiscalía, ahí aprovecharía la visita para cometer esos actos inaceptables contra seis estudiantes de sexto grado. Una vara bien turbia, díganlo ustedes. Desde entonces, la cosa se puso complicada, llena de testimonios y revéses legales.
Pero lo más loco de todo es que el tipo ya ha enfrentado cuatro juicios, todos ellos terminando anulados. Primero, por una incapacidad de la jueza; luego, porque faltaba una prueba; y los otros dos, por apelaciones presentadas por su defensa argumentando que el sistema le estaba jugando sucio tanto al acusado como a las víctimas. ¡Imagínense! Cuatro veces tener que pasar por todo eso, revivir el calvario… ¡qué torta!
Y hablando de víctimas, recuerden que inicialmente eran seis las que denunciaban haber sufrido abuso. Pero durante los juicios del 2025, cuatro de ellas, ya siendo mayores de edad, decidieron desistir del proceso. Su abogado, Andrés Pérez González, explica que ocho años es demasiado tiempo para esperar una respuesta, y que muchas veces el sistema no les da la tranquilidad que necesitan. Parece que la espera hace que el dolor se agrave, chunches.
El abogado del imputado, no se anduvo con rodeos, acusando directamente al sistema judicial de ineficiencia. Dijo que la falta de respuestas rápidas afecta tanto al acusado como a las víctimas. Además, señaló que el Tribunal de Juicio no permitió la intervención de un psicólogo forense durante el debate, lo cual, según él, vulneró el derecho a la defensa. ¡Que bronca! ¿Cómo esperas defenderte si no te dejan usar todas las herramientas?
Lo más reciente es que el Tribunal de Apelación de Sentencia Penal de Cartago ordenó un quinto juicio, después de anular el cuarto por esa misma problemática del psicólogo forense. Ahora, el señor Ureña Ureña deberá enfrentar nuevamente a la justicia, buscando demostrar su inocencia. Entre tanto, su situación laboral se ha complicado bastante, ya que lleva ocho años sin poder progresar ni siquiera conseguir horas extras. Eso sí que es una carga, amigos.
Las víctimas, por su parte, han relatado su historia en al menos doce ocasiones, entre juicios y comparecencias ante el Patronato Nacional de la Infancia. ¡Doce veces tener que revivir esos momentos traumáticos! Eso claro que te deja marcado, diay. Además, el caso ha generado mucha controversia en la comunidad de Pérez Zeledón, donde la gente está indignada por los hechos y preocupada por la seguridad de los niños. El ambiente está tenso, vamos.
Este caso nos obliga a reflexionar sobre la eficiencia de nuestro sistema judicial, la protección de los derechos de las víctimas y la importancia de garantizar una defensa justa para todos. Con tantos procesos anúlados y años transcurridos, ¿creen que realmente estamos brindando una respuesta adecuada a las partes involucradas? ¿Deberíamos revisar nuestros procedimientos judiciales para evitar que casos como este se prolonguen indefinidamente y causen tanto sufrimiento?