Maes, no sé ustedes, pero yo me desperté este sábado y lo primero que vi en redes fue esa columna de humo negro comiéndose el cielo de Chepe. Uno piensa “otro más”, pero no, la vara es que San José se nos está prendiendo en llamas a un ritmo que asusta. En menos de medio día, tres incendios masivos. ¡Qué despiche! Ya esto dejó de ser una coincidencia para convertirse en un patrón que huele a quemado, y no solo por el humo. La pregunta del millón es si estamos teniendo una racha de mala suerte épica o si, simplemente, se nos está quemando el rancho por puro descuido.
El que se robó el show, para mal, fue el de Paseo Colón. A eso de las seis de la mañana, con el gallo pinto a medio hacer, se desató el infierno a la par de la Torre Mercedes. Estamos hablando de que el fuego se devoró más de 2.000 metros cuadrados. Para que se hagan una idea, eso es como un tercio de la cancha del Estadio Nacional hecho cenizas. Ahí se fue al traste un montón de locales y chunches de gente que hoy, de la noche a la mañana, se quedó sin su fuente de brete. Ver las imágenes de los Bomberos, que por cierto se la jugaron como los grandes, luchando contra esa monstruosidad, de verdad que le arruga el corazón a cualquiera.
Y diay, como para que la cosa no se sintiera solitaria, este mega incendio fue solo el cierre de una trilogía del terror que empezó el viernes. Primero fue en Ipis de Goicoechea por la tarde y luego otro en Moravia. O sea, los maes de Bomberos no habían terminado de guardar una manguera cuando ya tenían que salir volados para la siguiente emergencia. Es una locura pensar en el desgaste y el riesgo que implica tener tres eventos de esa magnitud pegaditos. Esto ya no es un tema de “uy, se quemó una casa”. Es la capital entera la que parece estar bajo asedio por el fuego, con focos por todo lado.
Aquí es donde la vara se pone color de hormiga. Los números no mienten: según Bomberos, en lo que va del año ya van más de 660 incendios en estructuras. ¡Más de 660! A este paso vamos a romper un récord nefasto. ¿Se acuerdan de otro año que empezara tan salado? Porque yo no. Algunos de estos incendios figuran entre los más grandes de los últimos 15 años. Esto nos obliga a pensar más allá del cigarro mal apagado. ¿Qué está pasando con nuestras instalaciones eléctricas? ¿Con los permisos de construcción? ¿Con la falta de mantenimiento en edificios viejos que son una bomba de tiempo?
Claro, las autoridades ya salieron con el clásico llamado a “extremar medidas”. Y sí, obvio que cada uno tiene que ponerse vivo en su choza y en su negocio. Pero delegar toda la responsabilidad al ciudadano es la salida fácil. Aquí hay un problema de fondo que parece que nadie quiere ver. No podemos normalizar que la ciudad arda cada dos por tres. Esto tiene que ser una llamada de atención gigante, una sirena de bomberos en la conciencia de todos, desde el que planifica la ciudad hasta el que vive en ella. ¿Qué creen ustedes, maes? ¿Esto es pura mala pata, un despiche de planificación urbana, o nos estamos durmiendo en los laureles con la seguridad? ¿Qué se puede hacer para que Chepe no termine hecho un carbón? Los leo.
El que se robó el show, para mal, fue el de Paseo Colón. A eso de las seis de la mañana, con el gallo pinto a medio hacer, se desató el infierno a la par de la Torre Mercedes. Estamos hablando de que el fuego se devoró más de 2.000 metros cuadrados. Para que se hagan una idea, eso es como un tercio de la cancha del Estadio Nacional hecho cenizas. Ahí se fue al traste un montón de locales y chunches de gente que hoy, de la noche a la mañana, se quedó sin su fuente de brete. Ver las imágenes de los Bomberos, que por cierto se la jugaron como los grandes, luchando contra esa monstruosidad, de verdad que le arruga el corazón a cualquiera.
Y diay, como para que la cosa no se sintiera solitaria, este mega incendio fue solo el cierre de una trilogía del terror que empezó el viernes. Primero fue en Ipis de Goicoechea por la tarde y luego otro en Moravia. O sea, los maes de Bomberos no habían terminado de guardar una manguera cuando ya tenían que salir volados para la siguiente emergencia. Es una locura pensar en el desgaste y el riesgo que implica tener tres eventos de esa magnitud pegaditos. Esto ya no es un tema de “uy, se quemó una casa”. Es la capital entera la que parece estar bajo asedio por el fuego, con focos por todo lado.
Aquí es donde la vara se pone color de hormiga. Los números no mienten: según Bomberos, en lo que va del año ya van más de 660 incendios en estructuras. ¡Más de 660! A este paso vamos a romper un récord nefasto. ¿Se acuerdan de otro año que empezara tan salado? Porque yo no. Algunos de estos incendios figuran entre los más grandes de los últimos 15 años. Esto nos obliga a pensar más allá del cigarro mal apagado. ¿Qué está pasando con nuestras instalaciones eléctricas? ¿Con los permisos de construcción? ¿Con la falta de mantenimiento en edificios viejos que son una bomba de tiempo?
Claro, las autoridades ya salieron con el clásico llamado a “extremar medidas”. Y sí, obvio que cada uno tiene que ponerse vivo en su choza y en su negocio. Pero delegar toda la responsabilidad al ciudadano es la salida fácil. Aquí hay un problema de fondo que parece que nadie quiere ver. No podemos normalizar que la ciudad arda cada dos por tres. Esto tiene que ser una llamada de atención gigante, una sirena de bomberos en la conciencia de todos, desde el que planifica la ciudad hasta el que vive en ella. ¿Qué creen ustedes, maes? ¿Esto es pura mala pata, un despiche de planificación urbana, o nos estamos durmiendo en los laureles con la seguridad? ¿Qué se puede hacer para que Chepe no termine hecho un carbón? Los leo.
