Ay, mae, esto sí que está pesado. La tarde de hoy martes, el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría (SJO) se ha convertido en un brete para viajeros nacionales y extranjeros. Las nubes, que no quisieron portarse bien, han puesto a bailarite a los vuelos, generando demoras que tienen a la gente más enganchenada que un chicle en la calle.
Parece que el clima decidió echarle agua al coco a las operaciones aéreas. Según la página web del aeropuerto, dos vuelos internacionales llegaron con retraso: el Q6 4051 de Volaris, proveniente de Ciudad de México, que tenía que haber aterrizado a las 2:16 p.m., y el E9 857 de Iberojet, que venía desde Madrid con un horario previsto de llegada para las 6:25 p.m. Imagínate el arroz pandaro que algunos debieron estar viviendo, esperando ansiosamente sus conexiones.
Pero eso no es todo, porque la lista de vuelos con demora no se queda ahí. Cuatro vuelos de salida también sufrieron el aguacero, literalmente. El primero, el Y4 3939 de Volaris con destino a Cancún, que iba a despegar a las 3:00 p.m.; seguido por el B6 038 de JetBlue con rumbo a Fort Lauderdale, programado inicialmente para las 3:40 p.m.; luego el B6 1794 de JetBlue hacia Nueva York, que debía salir a las 3:54 p.m.; y cerrando la tanda, el E9 858 de Iberojet con destino a Madrid, cuyo despegue estaba fijado para las 8:25 p.m. Un verdadero chinchorreo de retrasos, ¿eh?
Desde Aeris, la empresa que opera el SJO, piden calma y sugieren a todos los pasajeros que verifiquen el estatus de sus vuelos directamente con la aerolínea correspondiente. Entendemos que la incertidumbre puede ser qué torta, pero insisten en que la decisión final sobre si un avión puede volar o no en estas condiciones meteorológicas recae en cada operador aéreo. Al final, la seguridad es lo primero, aunque eso signifique perderse unos planes.
Es importante recordar que este tipo de situaciones, lamentablemente, son parte del juego cuando se trata del clima tropical de Costa Rica. No es la primera vez que nos enfrentamos a esto, y seguramente tampoco será la última. La temporada lluviosa siempre trae consigo estos contratiempos, así que hay que agarrarse la vara con tranquilidad y esperar lo mejor. Muchos viajeros, especialmente turistas que buscan esas vacaciones perfectas, terminaron con la expectativa a la baja. Otros aprovecharon la oportunidad para ir por un café y relajarse un poco mientras esperaban.
Esta situación nos recuerda lo vulnerables que somos ante las fuerzas de la naturaleza. Por mucho que avancemos tecnológicamente, el clima sigue siendo el amo y señor. Lo único que podemos hacer es adaptarnos y tener paciencia, cualidades muy ticas, dicho sea de paso. Además, es una lección para aquellos que planean viajar: siempre tener un margen extra en el itinerario, nunca saber cuándo te puedes encontrar con un vuelo demorado por culpa de unas nubes rebeldes.
El impacto económico de estos retrasos también es considerable. No solo afecta a los pasajeros, sino también a las aerolíneas, a los hoteles, a los restaurantes y a toda la cadena turística en general. Se pierden oportunidades de negocio, se generan gastos imprevistos y se deteriora la imagen del país como destino turístico confiable. Esperemos que las autoridades tomen cartas en el asunto y busquen soluciones a largo plazo para mitigar estos efectos negativos.
Con todo este panorama, me pregunto... ¿Ustedes creen que el gobierno debería invertir más en sistemas de predicción meteorológica más precisos para el SJO, o deberían enfocarse en mejorar la infraestructura del aeropuerto para hacerlo más resistente a las inclemencias del tiempo? ¡Déjenme leer sus opiniones en el foro!
Parece que el clima decidió echarle agua al coco a las operaciones aéreas. Según la página web del aeropuerto, dos vuelos internacionales llegaron con retraso: el Q6 4051 de Volaris, proveniente de Ciudad de México, que tenía que haber aterrizado a las 2:16 p.m., y el E9 857 de Iberojet, que venía desde Madrid con un horario previsto de llegada para las 6:25 p.m. Imagínate el arroz pandaro que algunos debieron estar viviendo, esperando ansiosamente sus conexiones.
Pero eso no es todo, porque la lista de vuelos con demora no se queda ahí. Cuatro vuelos de salida también sufrieron el aguacero, literalmente. El primero, el Y4 3939 de Volaris con destino a Cancún, que iba a despegar a las 3:00 p.m.; seguido por el B6 038 de JetBlue con rumbo a Fort Lauderdale, programado inicialmente para las 3:40 p.m.; luego el B6 1794 de JetBlue hacia Nueva York, que debía salir a las 3:54 p.m.; y cerrando la tanda, el E9 858 de Iberojet con destino a Madrid, cuyo despegue estaba fijado para las 8:25 p.m. Un verdadero chinchorreo de retrasos, ¿eh?
Desde Aeris, la empresa que opera el SJO, piden calma y sugieren a todos los pasajeros que verifiquen el estatus de sus vuelos directamente con la aerolínea correspondiente. Entendemos que la incertidumbre puede ser qué torta, pero insisten en que la decisión final sobre si un avión puede volar o no en estas condiciones meteorológicas recae en cada operador aéreo. Al final, la seguridad es lo primero, aunque eso signifique perderse unos planes.
Es importante recordar que este tipo de situaciones, lamentablemente, son parte del juego cuando se trata del clima tropical de Costa Rica. No es la primera vez que nos enfrentamos a esto, y seguramente tampoco será la última. La temporada lluviosa siempre trae consigo estos contratiempos, así que hay que agarrarse la vara con tranquilidad y esperar lo mejor. Muchos viajeros, especialmente turistas que buscan esas vacaciones perfectas, terminaron con la expectativa a la baja. Otros aprovecharon la oportunidad para ir por un café y relajarse un poco mientras esperaban.
Esta situación nos recuerda lo vulnerables que somos ante las fuerzas de la naturaleza. Por mucho que avancemos tecnológicamente, el clima sigue siendo el amo y señor. Lo único que podemos hacer es adaptarnos y tener paciencia, cualidades muy ticas, dicho sea de paso. Además, es una lección para aquellos que planean viajar: siempre tener un margen extra en el itinerario, nunca saber cuándo te puedes encontrar con un vuelo demorado por culpa de unas nubes rebeldes.
El impacto económico de estos retrasos también es considerable. No solo afecta a los pasajeros, sino también a las aerolíneas, a los hoteles, a los restaurantes y a toda la cadena turística en general. Se pierden oportunidades de negocio, se generan gastos imprevistos y se deteriora la imagen del país como destino turístico confiable. Esperemos que las autoridades tomen cartas en el asunto y busquen soluciones a largo plazo para mitigar estos efectos negativos.
Con todo este panorama, me pregunto... ¿Ustedes creen que el gobierno debería invertir más en sistemas de predicción meteorológica más precisos para el SJO, o deberían enfocarse en mejorar la infraestructura del aeropuerto para hacerlo más resistente a las inclemencias del tiempo? ¡Déjenme leer sus opiniones en el foro!