¡Ay, Dios mío, qué chivísima está esta vaina! Resulta que descubrimos un lugarcito nuevo en Rohrmoser que te cambia la perspectiva de lo que significa disfrutar un postrecito. Se llama Corazón Contento, y ni les cuento, parece que te abrazan con un trozo de pastel. Olvídate de esas pastelerías sacadas de molde, esto es otra onda, pura magia criolla con toques italianos y latinos. Un brete de sabores y texturas que te dejan con ganas de más.
Detrás de este proyecto, que ya se ha vuelto el centro de atención gastronómica, está Paulina Acuña, una pastelera con más talento que Juan Diego Quesada jugando fútbol. Esta dama es pura energía, curiosa, creativa y con una pasión por lo que hace que se te transmite nomás al verlo trabajar. No se trata solo de hornear, sino de contar historias con ingredientes, de despertar recuerdos y emociones a través del gusto. ¡Una verdadera artista!
Y no vamos a mentir, el lugar está increíble. Imagínate un ambiente cálido, acogedor, con esos colores latinos suaves que te hacen sentir como en casa de tu abu. El diseño, cortesía del talentoso Leonardo Ureña, es simplemente perfecto, funcional y estético a partes iguales. Tiene dos ambientes distintos: “La Ventanita”, que es para pasarte rápido por un heladito mientras vas caminando, y “El Salón Azul”, un espacio más íntimo y tranquilo para sentarte a platicar y saborear cada bocado con calma. Un lujo, diay.
Pero, ¿qué se pide ahí? Pues mira, tienen de todo. Desde unos gelatos que te explotan en la boca –el de sésamo es una locura, combina lo intenso con lo delicado– hasta un pavé de yuca que te deja pensando: '¿Cómo nadie había pensado en esto antes?'. Y el dulce de leche... bueno, el dulce de leche siempre es un ganador, pero acá le dan una vuelta de rosca que lo eleva a otro nivel. Honestamente, cada cosa que probamos nos dejó boquiabiertos. ¡Qué nivel!
Lo interesante de Corazón Contento es su filosofía. No pretenden ser perfectos, sino honestos. Abrazan el error, juegan con lo inesperado y crean experiencias únicas. Inspirados por chefs como Mugaritz, pero con la calidez propia de nuestro país, esta pastelería rompe con los esquemas tradicionales. Te ofrecen postres que se sienten como si los hiciera tu mamá, pero con técnicas dignas de un restaurante con estrellas Michelin. Un verdadero choque cultural en el buen sentido.
Además, le ponen mucho énfasis a lo local. Sus uniformes son de Muss Muss, marcas locales, y utilizan materiales que envejecen con gracia, buscando transmitir autenticidad y cercanía. Quieren que te sientas cómodo, que te relajes y que disfrutes de la comida como si estuvieras en casa. Nada de formalidades innecesarias, nada de pretensiones. Solo buena comida y buena compañía.
La propuesta de Corazón Contento va más allá de la pastelería, es una experiencia completa. Es un lugar para compartir con amigos, para celebrar ocasiones especiales o simplemente para darse un gustito. Es un pedacito de Costa Rica reinventado, con amor y creatividad. En pocas palabras, es un sitio que te recarga las pilas y te llena el corazón, tal cual su nombre lo indica. ¡Absolutamente recomendado, maes!
Después de contarte todo esto, me queda una pregunta rondándome la cabeza: ¿crees que esta apuesta por la pastelería artesanal y auténtica, con raíces locales y técnicas innovadoras, es la clave para revitalizar la escena gastronómica costarricense, o será solo una moda pasajera? ¡Déjanos tus opiniones en los comentarios!
Detrás de este proyecto, que ya se ha vuelto el centro de atención gastronómica, está Paulina Acuña, una pastelera con más talento que Juan Diego Quesada jugando fútbol. Esta dama es pura energía, curiosa, creativa y con una pasión por lo que hace que se te transmite nomás al verlo trabajar. No se trata solo de hornear, sino de contar historias con ingredientes, de despertar recuerdos y emociones a través del gusto. ¡Una verdadera artista!
Y no vamos a mentir, el lugar está increíble. Imagínate un ambiente cálido, acogedor, con esos colores latinos suaves que te hacen sentir como en casa de tu abu. El diseño, cortesía del talentoso Leonardo Ureña, es simplemente perfecto, funcional y estético a partes iguales. Tiene dos ambientes distintos: “La Ventanita”, que es para pasarte rápido por un heladito mientras vas caminando, y “El Salón Azul”, un espacio más íntimo y tranquilo para sentarte a platicar y saborear cada bocado con calma. Un lujo, diay.
Pero, ¿qué se pide ahí? Pues mira, tienen de todo. Desde unos gelatos que te explotan en la boca –el de sésamo es una locura, combina lo intenso con lo delicado– hasta un pavé de yuca que te deja pensando: '¿Cómo nadie había pensado en esto antes?'. Y el dulce de leche... bueno, el dulce de leche siempre es un ganador, pero acá le dan una vuelta de rosca que lo eleva a otro nivel. Honestamente, cada cosa que probamos nos dejó boquiabiertos. ¡Qué nivel!
Lo interesante de Corazón Contento es su filosofía. No pretenden ser perfectos, sino honestos. Abrazan el error, juegan con lo inesperado y crean experiencias únicas. Inspirados por chefs como Mugaritz, pero con la calidez propia de nuestro país, esta pastelería rompe con los esquemas tradicionales. Te ofrecen postres que se sienten como si los hiciera tu mamá, pero con técnicas dignas de un restaurante con estrellas Michelin. Un verdadero choque cultural en el buen sentido.
Además, le ponen mucho énfasis a lo local. Sus uniformes son de Muss Muss, marcas locales, y utilizan materiales que envejecen con gracia, buscando transmitir autenticidad y cercanía. Quieren que te sientas cómodo, que te relajes y que disfrutes de la comida como si estuvieras en casa. Nada de formalidades innecesarias, nada de pretensiones. Solo buena comida y buena compañía.
La propuesta de Corazón Contento va más allá de la pastelería, es una experiencia completa. Es un lugar para compartir con amigos, para celebrar ocasiones especiales o simplemente para darse un gustito. Es un pedacito de Costa Rica reinventado, con amor y creatividad. En pocas palabras, es un sitio que te recarga las pilas y te llena el corazón, tal cual su nombre lo indica. ¡Absolutamente recomendado, maes!
Después de contarte todo esto, me queda una pregunta rondándome la cabeza: ¿crees que esta apuesta por la pastelería artesanal y auténtica, con raíces locales y técnicas innovadoras, es la clave para revitalizar la escena gastronómica costarricense, o será solo una moda pasajera? ¡Déjanos tus opiniones en los comentarios!