¡Ay, Dios mío! La situación de los desechos en Costa Rica está hecha un brete, señores. Expertos nos avisan que estamos manejando una bomba de tiempo que podría explotar en cualquier momento. Parece mentira que un país tan bello como el nuestro esté arrastrando este problema, pero la verdad es que la cosa está salá.
Año tras año, generamos casi 2 millones de toneladas de basura, y la capacidad de nuestros parques tecnológicos ambientales –Uruka en San José y Aczarrí en Aserrí– ya está llegando a su fin. Uruka, ¡qué pena!, apenas le quedan cuatro meses de vida útil, y Aczarrí, unos diez. Abril o Mayo del 2026 podríamos estar sudando la gota gorda si no hacemos algo, ¡pura verdura!
Recientemente, durante un conversatorio en Heredia organizado por la Fundación Red Democrática, se puso sobre la mesa el panorama desalentador. Ahí estuvieron Carlos Monge, Shirley Saborío y hasta algunos aspirantes a diputado, todos buscando entender cómo sacar al país de este atolladero. Pero la verdad, parece que cada quien tiene su propia vaina en mente, y la solución sigue esquiva.
Monge, con toda su experiencia en derecho municipal, sacó humo explicando que el decreto actual viola la autonomía de nuestras municipalidades. Dijo que mete presión al Ministerio de Salud, dejándolos prácticamente secuestrados, sin poder decidir qué hacer con la basura de sus propios barrios. ¡Qué torta! Uno esperaría que estas cosas se solucionaran con diálogos y acuerdos, pero parece que siempre hay alguien tratando de agarrar el control.
Shirley Saborío, representando al Consejo para la Promoción de la Competitividad, nos recordó que Costa Rica va muy rezagada en cuanto a gestión de residuos. Y es que la sostenibilidad, mi gente, no es solo moda, es clave para nuestra calidad de vida y para que sigamos siendo competitivos a nivel mundial. Un país lleno de basura no atrae turismo ni inversión, ¡lo dice hasta el abuelo!
Pero no todo está perdido. Candidatos como Carlyn Ugalde sugieren buscar oportunidades en la crisis: fomentar las Pymes, impulsar la reutilización de materiales y generar empleos dignos para las comunidades. ¡Qué chiva esa idea! En lugar de lamentarnos, pongámonos las pilas y busquemos soluciones creativas que beneficien a todos.
Claro, el problema es que el Ministerio de Salud, liderado por Mary Munive, parece más preocupado por proteger al gobierno que por solucionar la verdadera raíz del problema. Según Ramírez, Munive está dando tumbos y creando más conflictos de los que resuelve. Está claro que necesitamos un cambio de rumbo, una visión clara y acciones concretas para abordar esta emergencia. El pobre Mae Costa Rican se encuentra en una encrucijada tremenda, pensando cómo lidiar con tanta mugre.
Al final del día, la pregunta que queda flotando en el aire es: ¿Estamos dispuestos a dejar que esta crisis nos consuma o vamos a levantarnos y exigir soluciones reales a nuestros líderes? ¿Deberíamos apostar por modelos descentralizados de gestión de residuos, impulsando la responsabilidad individual y comunitaria, o confiamos en que el Estado centralizado finalmente encontrará la fórmula mágica? ¡Digan lo que digan, el futuro de nuestra “tiquicia” huele a basura si no actuamos ya!
Año tras año, generamos casi 2 millones de toneladas de basura, y la capacidad de nuestros parques tecnológicos ambientales –Uruka en San José y Aczarrí en Aserrí– ya está llegando a su fin. Uruka, ¡qué pena!, apenas le quedan cuatro meses de vida útil, y Aczarrí, unos diez. Abril o Mayo del 2026 podríamos estar sudando la gota gorda si no hacemos algo, ¡pura verdura!
Recientemente, durante un conversatorio en Heredia organizado por la Fundación Red Democrática, se puso sobre la mesa el panorama desalentador. Ahí estuvieron Carlos Monge, Shirley Saborío y hasta algunos aspirantes a diputado, todos buscando entender cómo sacar al país de este atolladero. Pero la verdad, parece que cada quien tiene su propia vaina en mente, y la solución sigue esquiva.
Monge, con toda su experiencia en derecho municipal, sacó humo explicando que el decreto actual viola la autonomía de nuestras municipalidades. Dijo que mete presión al Ministerio de Salud, dejándolos prácticamente secuestrados, sin poder decidir qué hacer con la basura de sus propios barrios. ¡Qué torta! Uno esperaría que estas cosas se solucionaran con diálogos y acuerdos, pero parece que siempre hay alguien tratando de agarrar el control.
Shirley Saborío, representando al Consejo para la Promoción de la Competitividad, nos recordó que Costa Rica va muy rezagada en cuanto a gestión de residuos. Y es que la sostenibilidad, mi gente, no es solo moda, es clave para nuestra calidad de vida y para que sigamos siendo competitivos a nivel mundial. Un país lleno de basura no atrae turismo ni inversión, ¡lo dice hasta el abuelo!
Pero no todo está perdido. Candidatos como Carlyn Ugalde sugieren buscar oportunidades en la crisis: fomentar las Pymes, impulsar la reutilización de materiales y generar empleos dignos para las comunidades. ¡Qué chiva esa idea! En lugar de lamentarnos, pongámonos las pilas y busquemos soluciones creativas que beneficien a todos.
Claro, el problema es que el Ministerio de Salud, liderado por Mary Munive, parece más preocupado por proteger al gobierno que por solucionar la verdadera raíz del problema. Según Ramírez, Munive está dando tumbos y creando más conflictos de los que resuelve. Está claro que necesitamos un cambio de rumbo, una visión clara y acciones concretas para abordar esta emergencia. El pobre Mae Costa Rican se encuentra en una encrucijada tremenda, pensando cómo lidiar con tanta mugre.
Al final del día, la pregunta que queda flotando en el aire es: ¿Estamos dispuestos a dejar que esta crisis nos consuma o vamos a levantarnos y exigir soluciones reales a nuestros líderes? ¿Deberíamos apostar por modelos descentralizados de gestión de residuos, impulsando la responsabilidad individual y comunitaria, o confiamos en que el Estado centralizado finalmente encontrará la fórmula mágica? ¡Digan lo que digan, el futuro de nuestra “tiquicia” huele a basura si no actuamos ya!