¡Aguante! Aquí estamos, viendo cómo Costa Rica cambia a toda velocidad, y no precisamente para bien. El último reporte del INE nos da números que te dejan pensando: menos nenes corriendo por los parques y más personas llegando a la edad dorada... y lamentablemente, dejándonos. Parece que estamos entrando en una etapa donde la pura vida se pone a reflexionar sobre la finitud.
Las estadísticas son claras: la tasa de fecundidad ha ido bajando como popó de rey. En 2014, estábamos en 1.78 hijos por mujer, y ahora, en 2024, llegamos a apenas 1.12. ¡Imagínate! Eso significa que no estamos ni siquiera cubriendo el reemplazo generacional, que está en 2.1. Desde hace rato sabemos que esto iba a pasar, pero ver los números así, uno piensa en qué le va a pasar al país dentro de unos cuantos añitos si nadie nuevo llega para mantener el carrete.
Pero no es solo la falta de criatura lo preocupante, sino que la mortalidad general también ha dado un brinco. De 4.81 a 5.84 defunciones por cada mil habitantes en solo diez años. Un trecho bastante significativo, mándale saludos. Según el INE, el envejecimiento de la población juega un papel importante, pero la pandemia del Covid-19 le dio un empujoncito nada agradable a estos datos. Hay que darle duro al autocuidado, pues, porque esos virus no esperan a nadie.
Y ojo, porque la cosa se complica aún más si miramos la mortalidad por género. Los hombres siguen llevándose la delantera, digamos, en irse al otro lado, con casi dos defunciones extra por cada mil habitantes en comparación con las mujeres. Es una vara que hay que analizar con calma, investigar qué está pasando realmente ahí. Quizás necesitamos más campañas enfocadas en la salud masculina, quién sabe.
Otro dato que me puso la piel de gallina es el aumento en la mortalidad materna. ¡Qué sal! Pasamos de 1.50 a 3.27 muertes por cada diez mil nacimientos. Eso representa un crecimiento de casi el 119%. ¡Eso duele! Dos mamitas más por cada diez mil bebés… Tenemos que ponerle pausa a esto urgentemente, revisar los protocolos, mejorar la atención médica prenatal. No podemos seguir perdiendo vidas valiosas de esa manera.
Si hablamos de los más peques, la mortalidad infantil también ha subido, alcanzando 10.21 defunciones por cada mil nacimientos en 2024, un 12.7% más que el año anterior. Lo peor es que la mortalidad neonatal sigue siendo alta, con casi siete de cada mil nacimientos terminando en tragedia. Ahí sí que hay que apagar incendios rápido. Es un tema súper sensible y requiere toda nuestra atención.
Estamos hablando de un cambio demográfico profundo, un panorama donde la pirámide poblacional se invierte. Menos jóvenes, más adultos mayores, y una esperanza de vida que, aunque sigue aumentando, no compensa la pérdida de nuevos integrantes en la sociedad. Esto afecta todo: desde la seguridad social hasta el mercado laboral, pasando por la economía en general. Necesitamos pensar estrategias creativas para enfrentar este reto, incentivar la natalidad, cuidar a nuestros ancianos y asegurarnos de que todos tengan acceso a una buena calidad de vida. Esa es la pura vida, ¿no?
En fin, estas cifras nos hacen detenernos a pensar en el futuro de nuestro país. ¿Cómo vamos a mantener el ritmo si cada vez somos menos los que trabajamos para sostener a los jubilados y a los servicios públicos? ¿Será posible encontrar soluciones innovadoras para garantizar el bienestar de todas las generaciones en medio de este cambio demográfico acelerado? ¿Ustedes, paisanos, qué ideas tienen para enfrentar este desafío y asegurar que Costa Rica siga siendo un lugar chiva para vivir en el futuro?
Las estadísticas son claras: la tasa de fecundidad ha ido bajando como popó de rey. En 2014, estábamos en 1.78 hijos por mujer, y ahora, en 2024, llegamos a apenas 1.12. ¡Imagínate! Eso significa que no estamos ni siquiera cubriendo el reemplazo generacional, que está en 2.1. Desde hace rato sabemos que esto iba a pasar, pero ver los números así, uno piensa en qué le va a pasar al país dentro de unos cuantos añitos si nadie nuevo llega para mantener el carrete.
Pero no es solo la falta de criatura lo preocupante, sino que la mortalidad general también ha dado un brinco. De 4.81 a 5.84 defunciones por cada mil habitantes en solo diez años. Un trecho bastante significativo, mándale saludos. Según el INE, el envejecimiento de la población juega un papel importante, pero la pandemia del Covid-19 le dio un empujoncito nada agradable a estos datos. Hay que darle duro al autocuidado, pues, porque esos virus no esperan a nadie.
Y ojo, porque la cosa se complica aún más si miramos la mortalidad por género. Los hombres siguen llevándose la delantera, digamos, en irse al otro lado, con casi dos defunciones extra por cada mil habitantes en comparación con las mujeres. Es una vara que hay que analizar con calma, investigar qué está pasando realmente ahí. Quizás necesitamos más campañas enfocadas en la salud masculina, quién sabe.
Otro dato que me puso la piel de gallina es el aumento en la mortalidad materna. ¡Qué sal! Pasamos de 1.50 a 3.27 muertes por cada diez mil nacimientos. Eso representa un crecimiento de casi el 119%. ¡Eso duele! Dos mamitas más por cada diez mil bebés… Tenemos que ponerle pausa a esto urgentemente, revisar los protocolos, mejorar la atención médica prenatal. No podemos seguir perdiendo vidas valiosas de esa manera.
Si hablamos de los más peques, la mortalidad infantil también ha subido, alcanzando 10.21 defunciones por cada mil nacimientos en 2024, un 12.7% más que el año anterior. Lo peor es que la mortalidad neonatal sigue siendo alta, con casi siete de cada mil nacimientos terminando en tragedia. Ahí sí que hay que apagar incendios rápido. Es un tema súper sensible y requiere toda nuestra atención.
Estamos hablando de un cambio demográfico profundo, un panorama donde la pirámide poblacional se invierte. Menos jóvenes, más adultos mayores, y una esperanza de vida que, aunque sigue aumentando, no compensa la pérdida de nuevos integrantes en la sociedad. Esto afecta todo: desde la seguridad social hasta el mercado laboral, pasando por la economía en general. Necesitamos pensar estrategias creativas para enfrentar este reto, incentivar la natalidad, cuidar a nuestros ancianos y asegurarnos de que todos tengan acceso a una buena calidad de vida. Esa es la pura vida, ¿no?
En fin, estas cifras nos hacen detenernos a pensar en el futuro de nuestro país. ¿Cómo vamos a mantener el ritmo si cada vez somos menos los que trabajamos para sostener a los jubilados y a los servicios públicos? ¿Será posible encontrar soluciones innovadoras para garantizar el bienestar de todas las generaciones en medio de este cambio demográfico acelerado? ¿Ustedes, paisanos, qué ideas tienen para enfrentar este desafío y asegurar que Costa Rica siga siendo un lugar chiva para vivir en el futuro?