¡Imagínate esto, pura vida! Dos muchachos, Carlos y Gabriel Badilla, salen de un barrio complicado en Alajuelita, rodeados de problemas, y terminan trabajando para empresas gringas de ciberseguridad. No es cuento, es la realidad de estos dos parceros que le dieron vuelta a su vida con esfuerzo y el apoyo de FundaVida. ¡Qué carga haber salido de ahí y lograrlo!
Concepción de Alajuelita, como muchos cantones, tiene sus desafíos. La violencia, la pobreza y el tute de las drogas, pues te agarran y no te dejan ir fácilmente. Pero Carlos y Gabriel, aunque crecieron rodeados de eso, nunca se dejaron llevar. 'No estábamos metidos directamente', comenta Carlos, 'pero ver cómo la gente se hundía, pues te hacía pensar si tú también ibas a acabar igual.'
La clave de todo llegó cuando tenían apenas doce años. Su mamá, buscando una salida para sus hijos, encontró en FundaVida una luz de esperanza. Cursos de computación, talleres de robótica, y certificaciones que ella simplemente no podía pagarles. De repente, esos muchachos tuvieron un nuevo horizonte, una oportunidad para demostrar que podían hacer cosas chingonas.
Y vaya que lo demostraron. FundaVida les abrió las puertas a un mundo que parecía sacado de una película de ciencia ficción. Aprender a programar, construir robots, entender cómo funciona la seguridad online… Todo eso encendió una chispa dentro de ellos. Recuerdo que en la olimpiada mundial de robótica, representando al país, ¡qué nivel mostraron! Eso les dio un empujón tremendo, una inyección de confianza para seguir adelante.
’Ahora, dicen, trabajan en temas de seguridad digital para empresas enormes, protegiendo datos y sistemas contra ataques cibernéticos. Un cambio radical respecto a lo que veían en su barriada cuando eran chamacos. Y lo más bacán es que no olvidaron de dónde vienen. Han vuelto a FundaVida como voluntarios, guiando a otros jóvenes que están pasando por situaciones similares a las que ellos vivieron. ¡Qué tuanis ver cómo pagan la canasta!
Chris Dearnley, el fundador de FundaVida, no se queda atrás en elogios. ‘Es un reflejo de lo que queremos promover: formación técnica, pero también apoyo integral. Queremos que nuestros jóvenes crean que sí pueden transformar su futuro’. Cuenta que casi 30 años atrás, han ayudado a 10.000 estudiantes, con un éxito impresionante considerando las dificultades que enfrentan estas comunidades. Ocho de cada diez jóvenes normalmente abandonan la escuela, ¡pero FundaVida logra sacar adelante a casi todos!
Año tras año, reciben a cientos de niños y adolescentes a sus programas. En promedio, unos 200 jóvenes están en lista de espera, esperando ansiosamente su oportunidad. Necesitan ayuda, necesitan donaciones, voluntarios... cualquier granito de arena cuenta para seguir cambiando vidas. Empresas, particulares, cualquiera puede aportar, porque el impacto es enorme. Que alguien le preste atención a este brete, ¡es fundamental para nuestro país!
Esta historia me hace pensar: ¿cree usted que iniciativas como FundaVida son esenciales para romper el ciclo de la pobreza y la violencia en nuestras comunidades, o deberíamos enfocarnos en soluciones más estructurales a nivel gubernamental? Déjeme saber qué opina en los comentarios. ¡Vamos a armar un debate interesante!
Concepción de Alajuelita, como muchos cantones, tiene sus desafíos. La violencia, la pobreza y el tute de las drogas, pues te agarran y no te dejan ir fácilmente. Pero Carlos y Gabriel, aunque crecieron rodeados de eso, nunca se dejaron llevar. 'No estábamos metidos directamente', comenta Carlos, 'pero ver cómo la gente se hundía, pues te hacía pensar si tú también ibas a acabar igual.'
La clave de todo llegó cuando tenían apenas doce años. Su mamá, buscando una salida para sus hijos, encontró en FundaVida una luz de esperanza. Cursos de computación, talleres de robótica, y certificaciones que ella simplemente no podía pagarles. De repente, esos muchachos tuvieron un nuevo horizonte, una oportunidad para demostrar que podían hacer cosas chingonas.
Y vaya que lo demostraron. FundaVida les abrió las puertas a un mundo que parecía sacado de una película de ciencia ficción. Aprender a programar, construir robots, entender cómo funciona la seguridad online… Todo eso encendió una chispa dentro de ellos. Recuerdo que en la olimpiada mundial de robótica, representando al país, ¡qué nivel mostraron! Eso les dio un empujón tremendo, una inyección de confianza para seguir adelante.
’Ahora, dicen, trabajan en temas de seguridad digital para empresas enormes, protegiendo datos y sistemas contra ataques cibernéticos. Un cambio radical respecto a lo que veían en su barriada cuando eran chamacos. Y lo más bacán es que no olvidaron de dónde vienen. Han vuelto a FundaVida como voluntarios, guiando a otros jóvenes que están pasando por situaciones similares a las que ellos vivieron. ¡Qué tuanis ver cómo pagan la canasta!
Chris Dearnley, el fundador de FundaVida, no se queda atrás en elogios. ‘Es un reflejo de lo que queremos promover: formación técnica, pero también apoyo integral. Queremos que nuestros jóvenes crean que sí pueden transformar su futuro’. Cuenta que casi 30 años atrás, han ayudado a 10.000 estudiantes, con un éxito impresionante considerando las dificultades que enfrentan estas comunidades. Ocho de cada diez jóvenes normalmente abandonan la escuela, ¡pero FundaVida logra sacar adelante a casi todos!
Año tras año, reciben a cientos de niños y adolescentes a sus programas. En promedio, unos 200 jóvenes están en lista de espera, esperando ansiosamente su oportunidad. Necesitan ayuda, necesitan donaciones, voluntarios... cualquier granito de arena cuenta para seguir cambiando vidas. Empresas, particulares, cualquiera puede aportar, porque el impacto es enorme. Que alguien le preste atención a este brete, ¡es fundamental para nuestro país!
Esta historia me hace pensar: ¿cree usted que iniciativas como FundaVida son esenciales para romper el ciclo de la pobreza y la violencia en nuestras comunidades, o deberíamos enfocarnos en soluciones más estructurales a nivel gubernamental? Déjeme saber qué opina en los comentarios. ¡Vamos a armar un debate interesante!