¡Ay, Dios mío! Otra vez la cosa se puso fea. Una mujer, identificada como Lagos, de origen nicaragüense, encontró su fin en Río Claro de Golfito este domingo, elevando el número de femicidios en Costa Rica a 31 este año. ¡Qué torta! Parece que la violencia machista no da tregua y seguimos contando tragedias así.
Según el reporte del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), los hechos ocurrieron alrededor de las nueve de la noche. Lamentablemente, encontraron a Lagos sin vida en unas cabinas compartidas con un sujeto de apellido González, quien, pa'lante, se escapó como alma que lleva diablo. La polícia judicial anda tras su rastro, buscando darle con todo para resolver este caso tan doloroso.
Lo que cuenta la policía es que hubo una bronca tremenda, y parece que el sospechoso le hizo daño en el cuello, causándole asfixia. Un brete horrible, vamos. Su cuerpo ya está en la morgue judicial esperando la autopsia para determinar exactamente qué pasó. Este caso, como tantos otros, nos recuerda lo urgente que es atacar las raíces de esta violencia y proteger a las mujeres.
Si nos ponemos a revisar, estamos a solo dos meses de que termine el año y ya estamos viendo cifras alarmantes. Recordemos que 2011 fue el año más negro, con 42 femicidios durante el mandato de Laura Chinchilla. Luego tuvimos 39 en 2009, 31 en 2010, y hasta durante la pandemia, con todo el rollo del encierro, llegaron a 30 muertes de mujeres por causas relacionadas con la violencia de género. ¡Qué sal!
Y ahora, con 34 femicidios en 2023 y 40 en 2024 (hasta octubre, claro), la cosa no pinta bien. El Observatorio de Violencia de Género ha registrado casos de mujeres entre los 15 y los 63 años, muchas de ellas madres. Piensen en la cantidad de niños y jóvenes que quedan huérfanos, sin una madre… ¡Qué carga! De las 29 víctimas registradas hasta ahora, 26 eran costarricenses y 3 nicaragüenses. Esto demuestra que es un problema transversal, que afecta a todas las comunidades.
Uno se queda pensando si realmente estamos haciendo lo suficiente. La estadística también revela que los fines de semana, especialmente los sábados y domingos, son los días con mayor incidencia de estos crímenes horribles. Y las provincias que encabezan la lista negra son Alajuela y San José, con 9 y 5 casos respectivamente. Cada estadística es una familia destrozada, un futuro truncado. ¿Dónde quedó el “pura vida” que nos vendemos al mundo?
Es preocupante ver que 23 de las 29 víctimas eran madres, dejando atrás a 51 personas, de las cuales 34 son menores de edad. ¡Imaginen el impacto emocional en esos niños! Además, el reciente caso de Ligia Faerrón, cuya muerte inicialmente no se consideró femicidio, terminó siendo clasificado como tal. Todos estos casos ponen en evidencia la necesidad de fortalecer la investigación y garantizar que se haga justicia para las víctimas y sus familias. Parece que la impunidad es un caldo de cultivo para estas acciones terribles, y hay que ponerle frenos.
Ahora bien, ¿qué podemos hacer nosotros como sociedad para romper este círculo vicioso? ¿Se necesitan medidas más contundentes en leyes, programas de prevención, educación o apoyo a las víctimas? Con tantas tragedias similares, ¿cuándo finalmente pondremos un alto a esta ola de violencia machista que lastima profundamente a nuestra nación? ¡Díganme qué piensan!
Según el reporte del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), los hechos ocurrieron alrededor de las nueve de la noche. Lamentablemente, encontraron a Lagos sin vida en unas cabinas compartidas con un sujeto de apellido González, quien, pa'lante, se escapó como alma que lleva diablo. La polícia judicial anda tras su rastro, buscando darle con todo para resolver este caso tan doloroso.
Lo que cuenta la policía es que hubo una bronca tremenda, y parece que el sospechoso le hizo daño en el cuello, causándole asfixia. Un brete horrible, vamos. Su cuerpo ya está en la morgue judicial esperando la autopsia para determinar exactamente qué pasó. Este caso, como tantos otros, nos recuerda lo urgente que es atacar las raíces de esta violencia y proteger a las mujeres.
Si nos ponemos a revisar, estamos a solo dos meses de que termine el año y ya estamos viendo cifras alarmantes. Recordemos que 2011 fue el año más negro, con 42 femicidios durante el mandato de Laura Chinchilla. Luego tuvimos 39 en 2009, 31 en 2010, y hasta durante la pandemia, con todo el rollo del encierro, llegaron a 30 muertes de mujeres por causas relacionadas con la violencia de género. ¡Qué sal!
Y ahora, con 34 femicidios en 2023 y 40 en 2024 (hasta octubre, claro), la cosa no pinta bien. El Observatorio de Violencia de Género ha registrado casos de mujeres entre los 15 y los 63 años, muchas de ellas madres. Piensen en la cantidad de niños y jóvenes que quedan huérfanos, sin una madre… ¡Qué carga! De las 29 víctimas registradas hasta ahora, 26 eran costarricenses y 3 nicaragüenses. Esto demuestra que es un problema transversal, que afecta a todas las comunidades.
Uno se queda pensando si realmente estamos haciendo lo suficiente. La estadística también revela que los fines de semana, especialmente los sábados y domingos, son los días con mayor incidencia de estos crímenes horribles. Y las provincias que encabezan la lista negra son Alajuela y San José, con 9 y 5 casos respectivamente. Cada estadística es una familia destrozada, un futuro truncado. ¿Dónde quedó el “pura vida” que nos vendemos al mundo?
Es preocupante ver que 23 de las 29 víctimas eran madres, dejando atrás a 51 personas, de las cuales 34 son menores de edad. ¡Imaginen el impacto emocional en esos niños! Además, el reciente caso de Ligia Faerrón, cuya muerte inicialmente no se consideró femicidio, terminó siendo clasificado como tal. Todos estos casos ponen en evidencia la necesidad de fortalecer la investigación y garantizar que se haga justicia para las víctimas y sus familias. Parece que la impunidad es un caldo de cultivo para estas acciones terribles, y hay que ponerle frenos.
Ahora bien, ¿qué podemos hacer nosotros como sociedad para romper este círculo vicioso? ¿Se necesitan medidas más contundentes en leyes, programas de prevención, educación o apoyo a las víctimas? Con tantas tragedias similares, ¿cuándo finalmente pondremos un alto a esta ola de violencia machista que lastima profundamente a nuestra nación? ¡Díganme qué piensan!