¡Ay, Dios mío! Pues resulta que estábamos ahí pensando si nos estaban agarrando a cuento con esos precios de la gasolina, y Recope soltó la bomba: un buen desglose de cómo se compone cada colon que pagamos al llenar el tanque. Y fíjate tú que no es pa’ echarle flores, mae.
Como bien sabemos, el precio de los combustibles en Costa Rica siempre ha sido un tema candente, un brete que nos tiene a todos preocupados. Las fluctuaciones del mercado internacional, el tipo de cambio y hasta el clima influyen en lo que terminamos pagando en la estación de servicio. Pero ahora tenemos más claro dónde va a parar nuestro dinero, aunque eso no significa que estemos contentos con el resultado final. Y vaya que sí hay un montón de variables que hacen que la cosa sea complicada de entender.
Según Recope, el costo de adquisición del combustible representa el porcentaje más grande del precio. En el caso de la gasolina, hablamos de casi el 42%, mientras que en el diésel llega al 50%. Esto quiere decir que, prácticamente, estamos pagando el precio internacional del petróleo, más los impuestos y las ganancias de otros actores involucrados. ¡Una torta!
Luego viene el Impuesto Único a los Combustibles, que le sigue de cerca. Este tributo, que termina en la Caja Única del Estado, representa el 40% del precio de la gasolina súper, el 39% de la gasolina regular y apenas el 28% del diésel. Es decir, una parte considerable de lo que pagamos termina financiando obras públicas y servicios gubernamentales. Uno entiende que son necesarios los recursos, pero también es cierto que el bolsillo del tico ya está pelao'.
Después, llegamos al margen de las estaciones de servicio, que es donde algunos podrían pensar que hay espacio para bajar los precios. Pero no precisamente, porque este margen, equivalente al 8,4% en la gasolina súper, al 8,6% en la gasolina regular y al 10,2% en el diésel, cubre los gastos operativos de estos negocios. Eso incluye el alquiler, los empleados, la electricidad y todas esas cositas que hacen que una gasolinera funcione. Aunque a veces da la impresión de que se están irguiendo demasiado.
Para ponerlo en perspectiva, los nuevos precios aprobados por la Aresep son los siguientes: gasolina súper a ¢677 por litro, gasolina regular a ¢662 por litro y diésel a ¢556 por litro. Son números que nos dejan fríos, pero que representan un gasto importante en nuestros presupuestos mensuales. Claramente, vamos hinchados de gastos y esto no ayuda mucho. Algunos dicen que deberían revisar la regulación, pero eso sería abrir otra vara muy espinosa.
Más allá de estos componentes principales, también existen otros factores menores que influyen en el precio final, como el margen transportista, la operación e inversión del Sistema Nacional de Combustibles y el ajuste ordinario aprobado por la Aresep. Todos ellos contribuyen a formar un mosaico complejo que dificulta entender por qué pagamos tanto por llenar el tanque. Realmente es un proceso intrincado que parece diseñado para mantenernos en la incertidumbre y, quizás, pagar un poquito más de lo que deberíamos.
Así que ya lo saben, colegas. Con toda esta información a la mano, ¿usted cree que el gobierno debería tomar medidas más drásticas para controlar los precios de los combustibles y aliviar la carga económica de los costarricenses, o simplemente debemos asumir que esto es la vida y seguir pagando lo que nos digan?
Como bien sabemos, el precio de los combustibles en Costa Rica siempre ha sido un tema candente, un brete que nos tiene a todos preocupados. Las fluctuaciones del mercado internacional, el tipo de cambio y hasta el clima influyen en lo que terminamos pagando en la estación de servicio. Pero ahora tenemos más claro dónde va a parar nuestro dinero, aunque eso no significa que estemos contentos con el resultado final. Y vaya que sí hay un montón de variables que hacen que la cosa sea complicada de entender.
Según Recope, el costo de adquisición del combustible representa el porcentaje más grande del precio. En el caso de la gasolina, hablamos de casi el 42%, mientras que en el diésel llega al 50%. Esto quiere decir que, prácticamente, estamos pagando el precio internacional del petróleo, más los impuestos y las ganancias de otros actores involucrados. ¡Una torta!
Luego viene el Impuesto Único a los Combustibles, que le sigue de cerca. Este tributo, que termina en la Caja Única del Estado, representa el 40% del precio de la gasolina súper, el 39% de la gasolina regular y apenas el 28% del diésel. Es decir, una parte considerable de lo que pagamos termina financiando obras públicas y servicios gubernamentales. Uno entiende que son necesarios los recursos, pero también es cierto que el bolsillo del tico ya está pelao'.
Después, llegamos al margen de las estaciones de servicio, que es donde algunos podrían pensar que hay espacio para bajar los precios. Pero no precisamente, porque este margen, equivalente al 8,4% en la gasolina súper, al 8,6% en la gasolina regular y al 10,2% en el diésel, cubre los gastos operativos de estos negocios. Eso incluye el alquiler, los empleados, la electricidad y todas esas cositas que hacen que una gasolinera funcione. Aunque a veces da la impresión de que se están irguiendo demasiado.
Para ponerlo en perspectiva, los nuevos precios aprobados por la Aresep son los siguientes: gasolina súper a ¢677 por litro, gasolina regular a ¢662 por litro y diésel a ¢556 por litro. Son números que nos dejan fríos, pero que representan un gasto importante en nuestros presupuestos mensuales. Claramente, vamos hinchados de gastos y esto no ayuda mucho. Algunos dicen que deberían revisar la regulación, pero eso sería abrir otra vara muy espinosa.
Más allá de estos componentes principales, también existen otros factores menores que influyen en el precio final, como el margen transportista, la operación e inversión del Sistema Nacional de Combustibles y el ajuste ordinario aprobado por la Aresep. Todos ellos contribuyen a formar un mosaico complejo que dificulta entender por qué pagamos tanto por llenar el tanque. Realmente es un proceso intrincado que parece diseñado para mantenernos en la incertidumbre y, quizás, pagar un poquito más de lo que deberíamos.
Así que ya lo saben, colegas. Con toda esta información a la mano, ¿usted cree que el gobierno debería tomar medidas más drásticas para controlar los precios de los combustibles y aliviar la carga económica de los costarricenses, o simplemente debemos asumir que esto es la vida y seguir pagando lo que nos digan?
