¡Aguante, mi gente! Parece que tenemos un respiro en el panorama económico. Según el Banco Central, el déficit comercial se redujo en octubre. Eso significa que estamos comprando menos afuera y vendiendo más acá, aunque no nos hagamos ilusiones todavía. Las exportaciones, especialmente las de las empresas que andan con esos regímenes especiales de comercio –esas que tienen sus atajos– le dieron un empujón significativo. En cambio, en el esquema normalito, el Régimen Definitivo (RD), las cosas no anduvieron tan bien, ahí sí tuvimos una pequeña bajada.
Ahora, pa’ entenderle a esto, el BCCR dice que en octubre tuvimos un déficit de $1.982,7 millones, que si lo calculamos bien, representa el 2% del Producto Interno Bruto (PIB). Esto es mucho mejor que el 3,4% que vimos el año pasado en octubre. Digamos que vamos por el camino correcto, aunque todavía nos falta bastante trecho por recorrer. Un poquito de aire fresco pa' respirar en medio de tanto problema, ¿no?
Lo interesante es cómo llegaron estos números. Las importaciones no crecieron tanto como antes; se relajaron un poco, digamos que ya no estamos comprando todo lo que queremos a toda velocidad. Subieron un 6.9%, pero menos que el año anterior. Lo que realmente impulsó la mejora fueron las exportaciones, que crecieron un 15.7%. Ahí sí se vieron las ganas de vender nuestros productos afuera, aunque también hay que tener claro que parte de eso viene de esas empresas con privilegios, esas que siempre tienen alguna ventaja.
Mirando con lupa, las importaciones se inflaron principalmente porque se compraron más cosas pa’ las industrias químicas, del plástico y metalúrgicas, además de medicinas. Imagínate, necesitamos activar estas industrias, pero a veces da la sensación de que dependemos demasiado de lo que producimos fuera. Por otro lado, las importaciones regulares, las de uso común, bajaron, especialmente vehículos y componentes para esas mismas industrias. Una realidad a considerar.
Pero la verdadera alegría está en las exportaciones. Se siguió viendo ese aumento constante en las ventas con esos regímenes especiales, y ahora también destacaron otros productos como implementos médicos, aceite de palma (sí, ese que usamos pa’ freír empanadas), materiales reciclados de cobre y acero, y hasta tubos de vidrio y frascos. ¿Quién diría que íbamos a estar exportando tantas cositas diferentes? Al final, somos mañosos y sabemos sacar provecho de lo que tenemos.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Aunque las exportaciones generales subieron, en el Régimen Definitivo, las ventas se contrajeron. Esto indica que las empresas más tradicionales, las que siguen las reglas normales, están teniendo dificultades pa' competir. Hay que echarle ojo a esto, porque si no, terminamos dependiendo aún más de esos pocos que tienen ventajas.
A pesar de los desafíos, estos resultados dan pie al optimismo. Demuestran que podemos mejorar nuestra economía si trabajamos duro, innovamos y apoyamos a nuestras empresas. Claro, siempre hay factores externos que escapan a nuestro control, como los precios internacionales y la situación económica mundial, pero nosotros debemos hacer lo posible por seguir avanzando. La clave está en diversificar nuestros productos y mercados, dejar de depender tanto de unos pocos compradores y encontrar nuevas oportunidades. ¡Pa’l carro, mae!
En fin, este pequeño alivio en el déficit comercial es positivo, pero ¿será suficiente para lograr un cierre de año favorable? ¿Estamos haciendo lo necesario para impulsar una recuperación económica sostenible a largo plazo, o simplemente estamos parcheando la situación a corto plazo? ¿Qué medidas deberían tomar el gobierno y el sector privado para aprovechar este impulso y fortalecer la economía costarricense?
Ahora, pa’ entenderle a esto, el BCCR dice que en octubre tuvimos un déficit de $1.982,7 millones, que si lo calculamos bien, representa el 2% del Producto Interno Bruto (PIB). Esto es mucho mejor que el 3,4% que vimos el año pasado en octubre. Digamos que vamos por el camino correcto, aunque todavía nos falta bastante trecho por recorrer. Un poquito de aire fresco pa' respirar en medio de tanto problema, ¿no?
Lo interesante es cómo llegaron estos números. Las importaciones no crecieron tanto como antes; se relajaron un poco, digamos que ya no estamos comprando todo lo que queremos a toda velocidad. Subieron un 6.9%, pero menos que el año anterior. Lo que realmente impulsó la mejora fueron las exportaciones, que crecieron un 15.7%. Ahí sí se vieron las ganas de vender nuestros productos afuera, aunque también hay que tener claro que parte de eso viene de esas empresas con privilegios, esas que siempre tienen alguna ventaja.
Mirando con lupa, las importaciones se inflaron principalmente porque se compraron más cosas pa’ las industrias químicas, del plástico y metalúrgicas, además de medicinas. Imagínate, necesitamos activar estas industrias, pero a veces da la sensación de que dependemos demasiado de lo que producimos fuera. Por otro lado, las importaciones regulares, las de uso común, bajaron, especialmente vehículos y componentes para esas mismas industrias. Una realidad a considerar.
Pero la verdadera alegría está en las exportaciones. Se siguió viendo ese aumento constante en las ventas con esos regímenes especiales, y ahora también destacaron otros productos como implementos médicos, aceite de palma (sí, ese que usamos pa’ freír empanadas), materiales reciclados de cobre y acero, y hasta tubos de vidrio y frascos. ¿Quién diría que íbamos a estar exportando tantas cositas diferentes? Al final, somos mañosos y sabemos sacar provecho de lo que tenemos.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Aunque las exportaciones generales subieron, en el Régimen Definitivo, las ventas se contrajeron. Esto indica que las empresas más tradicionales, las que siguen las reglas normales, están teniendo dificultades pa' competir. Hay que echarle ojo a esto, porque si no, terminamos dependiendo aún más de esos pocos que tienen ventajas.
A pesar de los desafíos, estos resultados dan pie al optimismo. Demuestran que podemos mejorar nuestra economía si trabajamos duro, innovamos y apoyamos a nuestras empresas. Claro, siempre hay factores externos que escapan a nuestro control, como los precios internacionales y la situación económica mundial, pero nosotros debemos hacer lo posible por seguir avanzando. La clave está en diversificar nuestros productos y mercados, dejar de depender tanto de unos pocos compradores y encontrar nuevas oportunidades. ¡Pa’l carro, mae!
En fin, este pequeño alivio en el déficit comercial es positivo, pero ¿será suficiente para lograr un cierre de año favorable? ¿Estamos haciendo lo necesario para impulsar una recuperación económica sostenible a largo plazo, o simplemente estamos parcheando la situación a corto plazo? ¿Qué medidas deberían tomar el gobierno y el sector privado para aprovechar este impulso y fortalecer la economía costarricense?
