¡Ay, patético! Después de más de dos años y tres meses luchando contra una lesión que parecía imposible, nuestro querido Ricardo Blanco, el crack del Saprissa, volvió a pisar el césped este fin de semana. Un momento que dejó a muchos con la garganta apretada y los ojos llenos de lágrimas, incluyendo a su familia y a todos los capitalinos que lo hemos visto crecer futbolísticamente.
Para quienes no estén enterados, la historia de Blanco no ha sido fácil. Ocho cirugías, incontables horas de rehabilitación y una batalla mental feroz marcaron su camino de regreso. Pero parece que el mae tiene aguante de sobra, porque nunca se rindió. Y vaya que lo necesitó, porque el panorama se veía oscuro en varios momentos. Imagínate la bronca tener que escuchar a los doctores decirte que quizás debías colgar las botas... ¡Un soponcio!
Pero resultó que detrás de cada golazo, de cada pase magistral y de cada victoria, hay un equipo increíble: su familia. Y particularmente, su esposa Brenda Calvo, quien nos compartió algunos detalles íntimos de este viaje lleno de altibajos. Brenda nos contó que el regreso de Ricardo no solo significó ver a su esposo nuevamente jugando, sino también celebrar la respuesta a tantas oraciones y a la fuerza inquebrantable que encontraron en la fe.
“Verlo fuerte, resiliente, la fe que tuvimos… Por eso ayer lloré muchísimo cuando lo vi entrar,” declaró Brenda conmovida. Relató cómo la pequeña Antonella, su hija, le dijo que estaba “sumamente feliz” de ver a su papá de vuelta en la cancha, un momento que sin duda tocó fibras sensibles en todo el estadio, y seguramente en la casa de los Blanco también.
Y no fue un camino fácil, diay. Brenda explicó cómo tuvieron que lidiar con momentos de desesperación y preguntas existenciales sobre el porqué de tanta adversidad. Recuerdo que en alguna ocasión le entregaron una carta donde los médicos sugerían que podría ser mejor retirarse. ¡Imagínatelo! Pero el mae se levantó al día siguiente con toda la actitud para ir a terapia. Ese es el carácter de Ricardo, no se achica ante ningún brete. Su mentalidad siempre fue salir adelante.
Brenda también nos habló de la presión que sintió como mujer y madre, teniendo que equilibrar el trabajo, cuidar de Antonella y acompañar a Ricardo en sus visitas constantes al hospital. “Solo Dios sabe cómo hacía yo para dividirme en todo”, confiesa Brenda, resaltando la importancia del apoyo de sus amigos y de la flexibilidad de su empleador, que le permitió trabajar desde casa y estar presente en los momentos cruciales. Que alivio tener esos apoyos, ¡eso hace la diferencia!
Pero quizá el cambio más significativo en la vida de los Blanco ocurrió cuando decidieron fortalecer su fe religiosa. Antes de la lesión, no eran precisamente devotos de la iglesia, pero la adversidad les llevó a buscar consuelo en Dios. “Ricardo llegó un día y me dijo: ‘Vamos a la iglesia todos’. Sin Dios no somos nada. Así fue como comenzamos a unirnos más a Él y a orar juntos”. Se nota que la varita espiritual les funcionó, porque mira las bendiciones que han recibido.
Ahora, con Ricardo de vuelta en la cancha, la alegría es palpable. Han recibido un torrente de mensajes de cariño y apoyo de todo el país, e incluso del extranjero. Una muestra de que el talento y la perseverancia de este jugador traspasan fronteras. Pero ahora, me pregunto: ¿Cuál creen ustedes que ha sido el factor más importante en el regreso triunfal de Ricardo Blanco? ¿Su habilidad futbolística, su fortaleza mental o el incondicional apoyo de su familia?
Para quienes no estén enterados, la historia de Blanco no ha sido fácil. Ocho cirugías, incontables horas de rehabilitación y una batalla mental feroz marcaron su camino de regreso. Pero parece que el mae tiene aguante de sobra, porque nunca se rindió. Y vaya que lo necesitó, porque el panorama se veía oscuro en varios momentos. Imagínate la bronca tener que escuchar a los doctores decirte que quizás debías colgar las botas... ¡Un soponcio!
Pero resultó que detrás de cada golazo, de cada pase magistral y de cada victoria, hay un equipo increíble: su familia. Y particularmente, su esposa Brenda Calvo, quien nos compartió algunos detalles íntimos de este viaje lleno de altibajos. Brenda nos contó que el regreso de Ricardo no solo significó ver a su esposo nuevamente jugando, sino también celebrar la respuesta a tantas oraciones y a la fuerza inquebrantable que encontraron en la fe.
“Verlo fuerte, resiliente, la fe que tuvimos… Por eso ayer lloré muchísimo cuando lo vi entrar,” declaró Brenda conmovida. Relató cómo la pequeña Antonella, su hija, le dijo que estaba “sumamente feliz” de ver a su papá de vuelta en la cancha, un momento que sin duda tocó fibras sensibles en todo el estadio, y seguramente en la casa de los Blanco también.
Y no fue un camino fácil, diay. Brenda explicó cómo tuvieron que lidiar con momentos de desesperación y preguntas existenciales sobre el porqué de tanta adversidad. Recuerdo que en alguna ocasión le entregaron una carta donde los médicos sugerían que podría ser mejor retirarse. ¡Imagínatelo! Pero el mae se levantó al día siguiente con toda la actitud para ir a terapia. Ese es el carácter de Ricardo, no se achica ante ningún brete. Su mentalidad siempre fue salir adelante.
Brenda también nos habló de la presión que sintió como mujer y madre, teniendo que equilibrar el trabajo, cuidar de Antonella y acompañar a Ricardo en sus visitas constantes al hospital. “Solo Dios sabe cómo hacía yo para dividirme en todo”, confiesa Brenda, resaltando la importancia del apoyo de sus amigos y de la flexibilidad de su empleador, que le permitió trabajar desde casa y estar presente en los momentos cruciales. Que alivio tener esos apoyos, ¡eso hace la diferencia!
Pero quizá el cambio más significativo en la vida de los Blanco ocurrió cuando decidieron fortalecer su fe religiosa. Antes de la lesión, no eran precisamente devotos de la iglesia, pero la adversidad les llevó a buscar consuelo en Dios. “Ricardo llegó un día y me dijo: ‘Vamos a la iglesia todos’. Sin Dios no somos nada. Así fue como comenzamos a unirnos más a Él y a orar juntos”. Se nota que la varita espiritual les funcionó, porque mira las bendiciones que han recibido.
Ahora, con Ricardo de vuelta en la cancha, la alegría es palpable. Han recibido un torrente de mensajes de cariño y apoyo de todo el país, e incluso del extranjero. Una muestra de que el talento y la perseverancia de este jugador traspasan fronteras. Pero ahora, me pregunto: ¿Cuál creen ustedes que ha sido el factor más importante en el regreso triunfal de Ricardo Blanco? ¿Su habilidad futbolística, su fortaleza mental o el incondicional apoyo de su familia?
