Ay, pata, qué año nos cayó encima. Entre que no clasificamos al mundial – y créeme, ahí sí se sintió el chayazo – y el constante tira y afloja político, parece que el ambiente nacional se puso más pesado que caja de banano llena de piedras. Vilma Leandro Zúñiga, psicóloga de la UCR, le da en el clavo: este año nos ha costado, y no precisamente porque nos faltó sudor en la frente.
Y pa’ remate, estamos en periodo preelectoral, ¿eh? Con la crispación que ya conocemos, donde cada quién grita más fuerte y nadie parece escuchar al otro. Hacer una lista de todo lo que nos pone feos de animo sería como inventarle el agua caliente, pura torta tras otra. Pero la verdad, ver cómo los políticos se andan de agarrón, acusándose sin medir, nos va dejando más vacíos que piñón de gallina después de una mordida.
Lo que más preocupa es cómo este ambiente afecta la salud mental de la gente. Ya no es solamente leer titulares alarmantes; es sentir la tensión en casa, en el trabajo, con los amigos. Da gusto ver cómo los conflictos están a flor de piel, con reacciones extremas que van desde el simple pleito hasta cosas mucho peores. Estamos viendo actos de violencia que te dejan helao, y eso, mis panas, no es normal en nuestra querida Costa Rica.
Para entenderlo mejor, pensemos en cómo la política impacta nuestras vidas. Mira Finlandia, por ejemplo: educación pública y gratuita desde el kínder hasta la secundaria, y mira qué nivel tienen. Claro, comparar con ellos puede sonar a utopía, pero ilustra lo importante que es saber qué se decide en las mesas de negociación. En cambio, mira Perú, con leyes que protegen a militares responsables de crímenes terribles... ahí sí que el panorama está oscuro.
La salud mental no es solo cuestión de ir al terapeuta o tomar pastillas, mi pana. Es un tema complejo que depende de muchos factores sociales y económicos. Pobreza, desigualdad, acceso a la salud, vivienda digna, trabajo estable... todo eso influye. Como dicen los expertos, existen los 'determinantes sociales de la salud mental'. Es decir, si el gobierno no nos brinda un entorno seguro y equitativo, es más difícil estar psicológicamente sano, diay.
Estamos eligiendo, parece, un camino lleno de rencor y venganza. El odio como proyecto político... suena loco, pero basta mirar la historia para darse cuenta de que regímenes basados en el odio pueden durar décadas. Cuando el ‘otro’ no es un rival político, sino un enemigo a destruir, ahí es cuando empezamos a perder lo que nos hace costarricenses: la paz, el respeto y la capacidad de dialogar.
La OMS nos advierte que la fragmentación social debilita nuestros lazos comunitarios y nos aísla. Esta polarización extrema nos genera estrés, ansiedad e incluso afecta nuestra economía. Es hora de buscar la reconciliación, reparar el daño y aferrarnos a la esperanza. Va a requerir mucha valentía, honestidad y compasión, pero tenemos que empezar en alguna parte. Recordemos las palabras de Diana Uribe, la filósofa colombiana: 'No hay pueblos condenados'!
Y hablando de empezar, creo que un buen primer paso podría ser respetar la veda electoral que empieza el 16 de diciembre. Una noche de paz, lejos de la propaganda y el rencor. Que llegue la Navidad y dejemos atrás el odio, porque el tiempo sigue corriendo y nos toca construir un país al que todos queremos y merecemos. Ahora dime, ¿qué estrategias crees tú que podríamos implementar para fomentar un discurso político más respetuoso y constructivo en Costa Rica?
Y pa’ remate, estamos en periodo preelectoral, ¿eh? Con la crispación que ya conocemos, donde cada quién grita más fuerte y nadie parece escuchar al otro. Hacer una lista de todo lo que nos pone feos de animo sería como inventarle el agua caliente, pura torta tras otra. Pero la verdad, ver cómo los políticos se andan de agarrón, acusándose sin medir, nos va dejando más vacíos que piñón de gallina después de una mordida.
Lo que más preocupa es cómo este ambiente afecta la salud mental de la gente. Ya no es solamente leer titulares alarmantes; es sentir la tensión en casa, en el trabajo, con los amigos. Da gusto ver cómo los conflictos están a flor de piel, con reacciones extremas que van desde el simple pleito hasta cosas mucho peores. Estamos viendo actos de violencia que te dejan helao, y eso, mis panas, no es normal en nuestra querida Costa Rica.
Para entenderlo mejor, pensemos en cómo la política impacta nuestras vidas. Mira Finlandia, por ejemplo: educación pública y gratuita desde el kínder hasta la secundaria, y mira qué nivel tienen. Claro, comparar con ellos puede sonar a utopía, pero ilustra lo importante que es saber qué se decide en las mesas de negociación. En cambio, mira Perú, con leyes que protegen a militares responsables de crímenes terribles... ahí sí que el panorama está oscuro.
La salud mental no es solo cuestión de ir al terapeuta o tomar pastillas, mi pana. Es un tema complejo que depende de muchos factores sociales y económicos. Pobreza, desigualdad, acceso a la salud, vivienda digna, trabajo estable... todo eso influye. Como dicen los expertos, existen los 'determinantes sociales de la salud mental'. Es decir, si el gobierno no nos brinda un entorno seguro y equitativo, es más difícil estar psicológicamente sano, diay.
Estamos eligiendo, parece, un camino lleno de rencor y venganza. El odio como proyecto político... suena loco, pero basta mirar la historia para darse cuenta de que regímenes basados en el odio pueden durar décadas. Cuando el ‘otro’ no es un rival político, sino un enemigo a destruir, ahí es cuando empezamos a perder lo que nos hace costarricenses: la paz, el respeto y la capacidad de dialogar.
La OMS nos advierte que la fragmentación social debilita nuestros lazos comunitarios y nos aísla. Esta polarización extrema nos genera estrés, ansiedad e incluso afecta nuestra economía. Es hora de buscar la reconciliación, reparar el daño y aferrarnos a la esperanza. Va a requerir mucha valentía, honestidad y compasión, pero tenemos que empezar en alguna parte. Recordemos las palabras de Diana Uribe, la filósofa colombiana: 'No hay pueblos condenados'!
Y hablando de empezar, creo que un buen primer paso podría ser respetar la veda electoral que empieza el 16 de diciembre. Una noche de paz, lejos de la propaganda y el rencor. Que llegue la Navidad y dejemos atrás el odio, porque el tiempo sigue corriendo y nos toca construir un país al que todos queremos y merecemos. Ahora dime, ¿qué estrategias crees tú que podríamos implementar para fomentar un discurso político más respetuoso y constructivo en Costa Rica?