Mae, si se perdieron el control político de este lunes, se perdieron uno de los mejores rounds del año en el Plenario. La vara estuvo tan caliente que todavía se siente el humo. La jefa del oficialismo, Pilar Cisneros, llegó con ganas de comerse vivo al fiscal general, Carlo Díaz, por la comparecencia del viernes. Pero diay, se topó con una pared llamada Gloria Navas y la cosa terminó en un despiche de proporciones épicas, con invitación directa a matricularse en la Facultad de Derecho incluida.
La historia empezó así: doña Pilar, en su rol de fiscalizadora estrella, usó su tiempo para proyectar videos y tirarle con todo a Carlo Díaz. ¿El pecado del fiscal? Primero, pedir que la sesión sobre la inmunidad del presi Chaves fuera privada. Y segundo, no soltar prenda sobre los detalles de la negociación con Christian Bulgarelli, el famoso "testigo de la corona". Cisneros, con su característico tono de denuncia, pintó la situación como algo "vergonzoso", insinuando que a los diputados les estaban escondiendo información crucial para tomar una decisión tan importante como levantarle la inmunidad a un presidente.
Hasta ahí, todo era el guion esperado. Pero entonces, Gloria Navas pidió la palabra. Y maes, no se anduvo por las ramas. Fue como ver a un peso pesado entrar al ring sin calentar. Lo primero que le recetó a Cisneros fue un "tremenda ignorancia", acusándola de "torcer la realidad". Pero el manazo real, el que dejó a todos en silencio, fue cuando le dijo, casi palabra por palabra: "Usted no es abogada, no sabe de derecho, usted es periodista. ¡Por favor, estudie!". Para rematar, le sugirió directamente que si quería hablar de temas legales con propiedad, que se matriculara en la U. ¡Zas! Un uppercut directo a la mandíbula, en vivo y para todo el país.
Y aquí es donde la vara se pone interesante, más allá del pleito de comadres. Navas, que de Derecho sabe un rato, le explicó a Cisneros (y a todos los demás) por qué su reclamo no tenía ni pies ni cabeza desde una perspectiva legal. Le aclaró que un "testigo de la corona" es una figura delicadísima y que el fiscal no puede andar ventilando los detalles de esa negociación como si fuera un chisme de pasillo. Hacerlo podría poner en riesgo todo el caso. Además, le recordó a Cisneros algo fundamental sobre el brete de la Asamblea en estos casos: los diputados no son un tribunal de juicio. Su única función es determinar si hay mérito para levantar la inmunidad y que el proceso siga su curso en la Corte. No están ahí para juzgar si Chaves es culpable o inocente.
Al final, Cisneros no le respondió nada a Navas. El golpe fue tan certero que la dejó sin palabras, y el tema murió ahí. Lo que queda es la evidencia de una bronca que va más allá de un simple encontronazo. Es el choque de dos mundos: el periodismo de denuncia de Cisneros, que busca la transparencia total y el titular impactante, contra el formalismo y la prudencia del derecho procesal penal que defiende Navas. Al final, se sintió como que doña Pilar se jaló una torta al intentar dar una cátedra de un tema que no domina, y se lo recordaron de la forma más pública posible. Una lección, quizás, de que en política, como en la vida, hay que saber cuándo hablar y, sobre todo, de qué.
Maes, más allá del show y los dimes y diretes, ¿quién creen que tiene la razón en el fondo? ¿Debería el Fiscal ser 100% transparente con los diputados en una vara tan delicada, o tiene razón Navas en que hay procesos que se deben respetar sí o sí, aunque no nos guste? ¿O es puro teatro para la galería? Los leo.
La historia empezó así: doña Pilar, en su rol de fiscalizadora estrella, usó su tiempo para proyectar videos y tirarle con todo a Carlo Díaz. ¿El pecado del fiscal? Primero, pedir que la sesión sobre la inmunidad del presi Chaves fuera privada. Y segundo, no soltar prenda sobre los detalles de la negociación con Christian Bulgarelli, el famoso "testigo de la corona". Cisneros, con su característico tono de denuncia, pintó la situación como algo "vergonzoso", insinuando que a los diputados les estaban escondiendo información crucial para tomar una decisión tan importante como levantarle la inmunidad a un presidente.
Hasta ahí, todo era el guion esperado. Pero entonces, Gloria Navas pidió la palabra. Y maes, no se anduvo por las ramas. Fue como ver a un peso pesado entrar al ring sin calentar. Lo primero que le recetó a Cisneros fue un "tremenda ignorancia", acusándola de "torcer la realidad". Pero el manazo real, el que dejó a todos en silencio, fue cuando le dijo, casi palabra por palabra: "Usted no es abogada, no sabe de derecho, usted es periodista. ¡Por favor, estudie!". Para rematar, le sugirió directamente que si quería hablar de temas legales con propiedad, que se matriculara en la U. ¡Zas! Un uppercut directo a la mandíbula, en vivo y para todo el país.
Y aquí es donde la vara se pone interesante, más allá del pleito de comadres. Navas, que de Derecho sabe un rato, le explicó a Cisneros (y a todos los demás) por qué su reclamo no tenía ni pies ni cabeza desde una perspectiva legal. Le aclaró que un "testigo de la corona" es una figura delicadísima y que el fiscal no puede andar ventilando los detalles de esa negociación como si fuera un chisme de pasillo. Hacerlo podría poner en riesgo todo el caso. Además, le recordó a Cisneros algo fundamental sobre el brete de la Asamblea en estos casos: los diputados no son un tribunal de juicio. Su única función es determinar si hay mérito para levantar la inmunidad y que el proceso siga su curso en la Corte. No están ahí para juzgar si Chaves es culpable o inocente.
Al final, Cisneros no le respondió nada a Navas. El golpe fue tan certero que la dejó sin palabras, y el tema murió ahí. Lo que queda es la evidencia de una bronca que va más allá de un simple encontronazo. Es el choque de dos mundos: el periodismo de denuncia de Cisneros, que busca la transparencia total y el titular impactante, contra el formalismo y la prudencia del derecho procesal penal que defiende Navas. Al final, se sintió como que doña Pilar se jaló una torta al intentar dar una cátedra de un tema que no domina, y se lo recordaron de la forma más pública posible. Una lección, quizás, de que en política, como en la vida, hay que saber cuándo hablar y, sobre todo, de qué.
Maes, más allá del show y los dimes y diretes, ¿quién creen que tiene la razón en el fondo? ¿Debería el Fiscal ser 100% transparente con los diputados en una vara tan delicada, o tiene razón Navas en que hay procesos que se deben respetar sí o sí, aunque no nos guste? ¿O es puro teatro para la galería? Los leo.