Ay, diay, qué pena grandota nos dimos ayer con la noticia del fallecimiento del doctor Kay Sander. Este señor era pura ganga, una referencia a nivel mundial en ginecología y obstetricia, y ahora se nos fue. Las redes explotaron con mensajes de cariño y gratitud; parece que todos conocían al doctor, o tenían alguna historia chévere que contar sobre él.
Para los que no lo recuerden, el doctor Sander llevaba décadas entregándole el alma al Hospital Calderón Guardia, tanto atendiendo pacientes como formando a nuevas generaciones de médicos. La Escuela de Medicina de la UCR también está de luto, pues era profesor ejemplar, siempre dispuesto a compartir su conocimiento y experiencia con los estudiantes. Era un gusto tenerlo por ahí, siempre andaba pausado, con una sonrisa en la cara y listo para echar una mano.
La Asociación de Obstetricia y Ginecología de Costa Rica (AOGCR) tampoco se quedó callada. Lo definieron como “maestro y amigo”, destacando todas sus contribuciones al gremio, desde ser ex presidente de FECASOG hasta formar parte del comité ejecutivo de la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO). Este hombre sí que le metió empeño a la medicina, un verdadero ejemplo a seguir para todos nosotros.
Pero no solamente los profesionales de la salud sintieron este golpe. Muchos pacientes, familias enteras que pasaron por sus manos durante embarazos complicados, partos felices o momentos de incertidumbre, expresaron su dolor en redes sociales. Contaban historias de cómo el doctor Sander les daba tranquilidad, les explicaba las cosas con claridad y siempre, siempre, con un toque de humor que aliviaba la tensión. Al final, eso es lo que hace grande a un doctor, no solo curar enfermedades, sino conectar con sus pacientes.
Recordemos las palabras de uno de sus pacientes: "Siempre con mucho humor me atendía y hacía bromas". Esa era la magia del doctor Sander. Tenías un problema serio, pero él lograba hacerte sentir cómodo y confiado. Éramos tantos los que estábamos pendientes de que fuera él quien nos guiara en esos momentos claves. Y ni hablar de las mamás de cuatrillizos; él fue quien les dio la buena noticia, y dicen que lo celebró como si fuera suyo.
El hospital Calderón Guardia lo despidió con un mensaje emotivo: "Con gran pesar informamos el fallecimiento de nuestro amigo y compañero...”. Se nota que lo querían muchísimo por allá. Su ausencia va a sentirse en cada rincón del hospital, en cada sala de parto, en cada consulta. Dejarán un vacío enorme que será difícil de llenar.
Más allá de los títulos y reconocimientos internacionales, el legado del doctor Sander radica en la calidad humana que demostró día a día. Fue un hombre sencillo, humilde, que nunca olvidó sus raíces y que siempre puso a sus pacientes primero. Su visión, su ética y su entrega al servicio de la salud de las mujeres marcaron una diferencia enorme en Costa Rica y en toda Centroamérica. Un verdadero ícono, un chunche de mazo.
Ahora bien, ¿qué impacto creen ustedes que tendrá la partida del doctor Sander en la formación de futuros especialistas en ginecología y obstetricia? ¿Cómo podemos honrar su memoria y continuar su labor, asegurando que su legado perdure por muchas generaciones?
Para los que no lo recuerden, el doctor Sander llevaba décadas entregándole el alma al Hospital Calderón Guardia, tanto atendiendo pacientes como formando a nuevas generaciones de médicos. La Escuela de Medicina de la UCR también está de luto, pues era profesor ejemplar, siempre dispuesto a compartir su conocimiento y experiencia con los estudiantes. Era un gusto tenerlo por ahí, siempre andaba pausado, con una sonrisa en la cara y listo para echar una mano.
La Asociación de Obstetricia y Ginecología de Costa Rica (AOGCR) tampoco se quedó callada. Lo definieron como “maestro y amigo”, destacando todas sus contribuciones al gremio, desde ser ex presidente de FECASOG hasta formar parte del comité ejecutivo de la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO). Este hombre sí que le metió empeño a la medicina, un verdadero ejemplo a seguir para todos nosotros.
Pero no solamente los profesionales de la salud sintieron este golpe. Muchos pacientes, familias enteras que pasaron por sus manos durante embarazos complicados, partos felices o momentos de incertidumbre, expresaron su dolor en redes sociales. Contaban historias de cómo el doctor Sander les daba tranquilidad, les explicaba las cosas con claridad y siempre, siempre, con un toque de humor que aliviaba la tensión. Al final, eso es lo que hace grande a un doctor, no solo curar enfermedades, sino conectar con sus pacientes.
Recordemos las palabras de uno de sus pacientes: "Siempre con mucho humor me atendía y hacía bromas". Esa era la magia del doctor Sander. Tenías un problema serio, pero él lograba hacerte sentir cómodo y confiado. Éramos tantos los que estábamos pendientes de que fuera él quien nos guiara en esos momentos claves. Y ni hablar de las mamás de cuatrillizos; él fue quien les dio la buena noticia, y dicen que lo celebró como si fuera suyo.
El hospital Calderón Guardia lo despidió con un mensaje emotivo: "Con gran pesar informamos el fallecimiento de nuestro amigo y compañero...”. Se nota que lo querían muchísimo por allá. Su ausencia va a sentirse en cada rincón del hospital, en cada sala de parto, en cada consulta. Dejarán un vacío enorme que será difícil de llenar.
Más allá de los títulos y reconocimientos internacionales, el legado del doctor Sander radica en la calidad humana que demostró día a día. Fue un hombre sencillo, humilde, que nunca olvidó sus raíces y que siempre puso a sus pacientes primero. Su visión, su ética y su entrega al servicio de la salud de las mujeres marcaron una diferencia enorme en Costa Rica y en toda Centroamérica. Un verdadero ícono, un chunche de mazo.
Ahora bien, ¿qué impacto creen ustedes que tendrá la partida del doctor Sander en la formación de futuros especialistas en ginecología y obstetricia? ¿Cómo podemos honrar su memoria y continuar su labor, asegurando que su legado perdure por muchas generaciones?
