Maes, ¿han visto esas 'salas de masajes' que pululan por Chepe, especialmente por el centro, con luces de neón medio apagadas y un aire de que ahí adentro pasa de todo menos masajes de espalda? Diay, uno siempre se imagina la vara, pero de ahí a que el OIJ caiga con todo el equipo y destape un despiche de este calibre, hay un buen trecho. Resulta que uno de esos locales, ubicado ahí no más de la Junta de Protección Social —irónicamente—, era la pura mampara para una red de trata de personas. ¡Qué despiche más serio!
Y aquí es donde la vara se pone todavía más turbia de lo que ya uno podría pensar. Según el informe de las autoridades, el principal sospechoso es un señor de 64 años. ¡Sesenta y cuatro! El mae, supuestamente, se dedicaba a enganchar a otros hombres, en su mayoría extranjeros, para mantenerlos en una situación de prostitución forzada. O sea, el negocio que funcionaba bajo la fachada de masajes terapéuticos era, en realidad, un centro de explotación. Uno pasa por ahí todos los días, camino al brete o a hacer un mandado, y ni se imagina el infierno que pueden estar viviendo algunas personas a solo unos metros de distancia.
Lo que me llama la atención es que esto no fue un pitazo de última hora. La investigación de la Unidad de Trata de Personas del OIJ arrancó desde enero de este año. Eso quiere decir que los agentes se tomaron meses en armar el caso, en hacer las diligencias y en confirmar que, efectivamente, estaban frente a un delito asqueroso. Al final, el trabajo de inteligencia dio frutos y el martes por la tarde le cayeron no solo al local comercial, sino también a una casa en Hatillo 6 que, al parecer, estaba conectada con toda la operación.
Al final del día, entre todo lo feo de la noticia, está el dato más importante: en el operativo lograron rescatar a cuatro personas que, según las autoridades, eran víctimas de esta red. Cuatro vidas que, con suerte, ahora tendrán la oportunidad de salir de ese ciclo de abuso. Mientras tanto, el sospechoso de 64 años ya fue puesto a las órdenes del Ministerio Público, que será el encargado de definirle la situación jurídica. A como pintan las cosas, y con la evidencia que parece tener el OIJ, la sal de ese mae ya está más que echada.
Pero bueno, más allá del caso puntual, esto nos deja pensando. La noticia vuela y mañana será otra cosa, pero el problema de fondo sigue ahí. Diay, maes, la pregunta que queda en el aire es... ¿cuántos de estos locales que uno ve a diario, con nombres genéricos y vidrios polarizados, son una pantalla para una vara así de turbia? ¿Es que nos hacemos los locos como sociedad o de verdad es tan increíblemente difícil para las autoridades pegarle a todos estos chunches? ¿Qué opinan ustedes?
Y aquí es donde la vara se pone todavía más turbia de lo que ya uno podría pensar. Según el informe de las autoridades, el principal sospechoso es un señor de 64 años. ¡Sesenta y cuatro! El mae, supuestamente, se dedicaba a enganchar a otros hombres, en su mayoría extranjeros, para mantenerlos en una situación de prostitución forzada. O sea, el negocio que funcionaba bajo la fachada de masajes terapéuticos era, en realidad, un centro de explotación. Uno pasa por ahí todos los días, camino al brete o a hacer un mandado, y ni se imagina el infierno que pueden estar viviendo algunas personas a solo unos metros de distancia.
Lo que me llama la atención es que esto no fue un pitazo de última hora. La investigación de la Unidad de Trata de Personas del OIJ arrancó desde enero de este año. Eso quiere decir que los agentes se tomaron meses en armar el caso, en hacer las diligencias y en confirmar que, efectivamente, estaban frente a un delito asqueroso. Al final, el trabajo de inteligencia dio frutos y el martes por la tarde le cayeron no solo al local comercial, sino también a una casa en Hatillo 6 que, al parecer, estaba conectada con toda la operación.
Al final del día, entre todo lo feo de la noticia, está el dato más importante: en el operativo lograron rescatar a cuatro personas que, según las autoridades, eran víctimas de esta red. Cuatro vidas que, con suerte, ahora tendrán la oportunidad de salir de ese ciclo de abuso. Mientras tanto, el sospechoso de 64 años ya fue puesto a las órdenes del Ministerio Público, que será el encargado de definirle la situación jurídica. A como pintan las cosas, y con la evidencia que parece tener el OIJ, la sal de ese mae ya está más que echada.
Pero bueno, más allá del caso puntual, esto nos deja pensando. La noticia vuela y mañana será otra cosa, pero el problema de fondo sigue ahí. Diay, maes, la pregunta que queda en el aire es... ¿cuántos de estos locales que uno ve a diario, con nombres genéricos y vidrios polarizados, son una pantalla para una vara así de turbia? ¿Es que nos hacemos los locos como sociedad o de verdad es tan increíblemente difícil para las autoridades pegarle a todos estos chunches? ¿Qué opinan ustedes?