¡Ay, Dios mío! Ya estamos hablando de elecciones 2026, ¿se dieron cuenta? Parece que fue ayer que andábamos con la resaca de la última... bueno, ya saben. Pero ahí vamos, otra vez metidos en este brete político. Y mientras algunos ya se están rifando los cargos, yo me pregunto si realmente le estamos poniendo atención a lo importante: el respeto y la responsabilidad ciudadana. Porque a estas alturas, con tanta corrupción y tanto descontento, parece que nos hemos olvidado qué significa realmente vivir en una democracia.
El Dr. Carlos Araya Leandro, en su columna, tocó un punto clave: la necesidad de recordar que la paz que tenemos no es un regalo del cielo, sino algo que construimos día tras día. Mira, nosotros somos famosos por tener fama de tranquilos, pero eso no significa que estemos exentos de problemas. A veces, nos quedamos viendo cómo otros países se desmoronan y pensamos que acá nunca va a pasar… ¡Qué equivocado estábamos! Hay que estar alerta, porque la democracia es como una plantita: necesita cuidados constantes, o se seca rapidito.
Y precisamente ahí entra la responsabilidad ciudadana. No se trata solo de ir a votar cada cuatro años y luego olvidarnos hasta la próxima elección. Se trata de informarnos, de cuestionar, de exigir transparencia a nuestros representantes, de denunciar cualquier acto de corrupción que veamos. Ese silencio cómplice, diay, ese es el que les da pie para seguir haciendo sus trapicheos. Nos tienen acostumbrados a tragarnos entero lo que nos cuentan, pero ya basta, ¿eh?
Otro tema que preocupa, y es que parece que la doble moral institucional se ha convertido en la norma. Prometen castigo para los corruptos, pero al final siempre encuentran la forma de salir impunes. ¡Es una pena! Da la impresión de que la ley es para unos y para otros, una pataleta. Y eso, mae, mina la confianza de la gente en las instituciones. ¿Para qué trabajar honestamente si al final el corrupto sale beneficiado?
Hablando de instituciones, la participación de Costa Rica en la OCDE es fundamental, pero no basta con construir liderazgo “desde la acción”, como dice Rodolfo Solano Quirós. Necesitamos que esas acciones tengan resultados tangibles, que se traduzcan en mejoras reales para la vida de los ciudadanos. No queremos promesas vacías ni discursos bonitos, queremos hechos concretos que demuestren que nuestros gobernantes están trabajando por el bien común.
Y siguiendo con temas económicos, la retención del 2% en la compra de inmuebles sigue siendo un dolor de cabeza para muchos compradores. Francisco Villalobos explica muy bien las implicaciones tributarias, pero la verdad es que para el ciudadano promedio es un verdadero lío. Uno quiere comprarse una casa, cumplir el sueño de tener su propio techo, y termina teniendo que lidiar con trámites burocráticos y leyes confusas. ¡Qué manera de complicarle la vida a la gente!
Pero volviendo al tema principal, creo que lo más importante es recuperar el sentido de comunidad. Recordar que todos somos parte de un mismo país, que tenemos responsabilidades compartidas, que debemos cuidarnos unos a otros. Dejar atrás esos rencores políticos, esa polarización artificial que nos quieren imponer, y enfocarnos en lo que nos une como ticos. Porque al final del día, todos queremos lo mismo: un país justo, seguro y próspero.
En fin, con todo esto, me queda una gran pregunta en la mente: ¿Estamos realmente dispuestos a asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos y defender nuestra democracia, o seguiremos permitiendo que unos pocos se aprovechen de la situación? ¿Qué medidas concretas creen ustedes que deberíamos tomar para fortalecer nuestras instituciones y garantizar un proceso electoral limpio y transparente en 2026?
El Dr. Carlos Araya Leandro, en su columna, tocó un punto clave: la necesidad de recordar que la paz que tenemos no es un regalo del cielo, sino algo que construimos día tras día. Mira, nosotros somos famosos por tener fama de tranquilos, pero eso no significa que estemos exentos de problemas. A veces, nos quedamos viendo cómo otros países se desmoronan y pensamos que acá nunca va a pasar… ¡Qué equivocado estábamos! Hay que estar alerta, porque la democracia es como una plantita: necesita cuidados constantes, o se seca rapidito.
Y precisamente ahí entra la responsabilidad ciudadana. No se trata solo de ir a votar cada cuatro años y luego olvidarnos hasta la próxima elección. Se trata de informarnos, de cuestionar, de exigir transparencia a nuestros representantes, de denunciar cualquier acto de corrupción que veamos. Ese silencio cómplice, diay, ese es el que les da pie para seguir haciendo sus trapicheos. Nos tienen acostumbrados a tragarnos entero lo que nos cuentan, pero ya basta, ¿eh?
Otro tema que preocupa, y es que parece que la doble moral institucional se ha convertido en la norma. Prometen castigo para los corruptos, pero al final siempre encuentran la forma de salir impunes. ¡Es una pena! Da la impresión de que la ley es para unos y para otros, una pataleta. Y eso, mae, mina la confianza de la gente en las instituciones. ¿Para qué trabajar honestamente si al final el corrupto sale beneficiado?
Hablando de instituciones, la participación de Costa Rica en la OCDE es fundamental, pero no basta con construir liderazgo “desde la acción”, como dice Rodolfo Solano Quirós. Necesitamos que esas acciones tengan resultados tangibles, que se traduzcan en mejoras reales para la vida de los ciudadanos. No queremos promesas vacías ni discursos bonitos, queremos hechos concretos que demuestren que nuestros gobernantes están trabajando por el bien común.
Y siguiendo con temas económicos, la retención del 2% en la compra de inmuebles sigue siendo un dolor de cabeza para muchos compradores. Francisco Villalobos explica muy bien las implicaciones tributarias, pero la verdad es que para el ciudadano promedio es un verdadero lío. Uno quiere comprarse una casa, cumplir el sueño de tener su propio techo, y termina teniendo que lidiar con trámites burocráticos y leyes confusas. ¡Qué manera de complicarle la vida a la gente!
Pero volviendo al tema principal, creo que lo más importante es recuperar el sentido de comunidad. Recordar que todos somos parte de un mismo país, que tenemos responsabilidades compartidas, que debemos cuidarnos unos a otros. Dejar atrás esos rencores políticos, esa polarización artificial que nos quieren imponer, y enfocarnos en lo que nos une como ticos. Porque al final del día, todos queremos lo mismo: un país justo, seguro y próspero.
En fin, con todo esto, me queda una gran pregunta en la mente: ¿Estamos realmente dispuestos a asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos y defender nuestra democracia, o seguiremos permitiendo que unos pocos se aprovechen de la situación? ¿Qué medidas concretas creen ustedes que deberíamos tomar para fortalecer nuestras instituciones y garantizar un proceso electoral limpio y transparente en 2026?