¡Ay, Dios mío! Qué weyona resultó esto de los eurobonos. El gobierno tenía toda la intención de agarrarle con macana a la deuda externa y salir pitando con $2.000 millones, pero el PLN, pa' qué les cuento, le puso el freno de mano de una vez. Ahora, nos toca bretear más duro que nunca pa’ ver cómo cubrir el hueco.
Como bien saben, hace unos años, cuando todavía estábamos con buen rollo económico, el Congreso dio luz verde pa’ emitir $5.000 millones en eurobonos. Pero ahí viene el gran ‘pero’: pusieron unas condiciones bien pesadas, como si fueran exámenes sorpresa, pa’ las dos últimas colocaciones, mil millones en 2025 y otro mil en 2026. Resulta que el gobierno no cumplió con todas esas metas económicas que le habían puesto encima, así que ahí quedó la cosa, atascada como pura papaya en la garganta.
Entonces, el gobierno intentó hacerle un jugadito al Congreso con esta reforma, buscando quitarle esas trabas y poder sacar adelante la colocación de esos dos miles de millones. La idea era sencilla: meterle al país el sustento que necesitamos pa’ invertir en cosas importantes, como salud, educación y proyectos que le den un empujón a la economía. Era una varita mágica, casi, para empezar a poner las cosas en orden. Pero la oposición, fijos ellos, decidieron echarle agua al coco.
Y quién más que el PLN pa’ frustrar cualquier intento de mejorar la situación. Liderados por once diputados, lograron juntarle fuerzas con otros legisladores independientes y algunos rebeldes del PUSC y PLP, pa’ mandarle esto al archivo legislativo. Un verdadero papelón, si me preguntan. Pilar Cisneros, la jefa de la bancada oficialista, salió quejumbrosa diciendo: “Lo vamos a tener que coger del mercado local, pero ¿a qué precio?”. ¡Eso, mi pana, es decir la pura verdad!
Pa’ que se hagan una idea, tener que recurrir al mercado local significa pagar intereses mucho más altos por los préstamos. Estamos hablando de unos ¢70.000 millones adicionales que van a caer directo en el bolsillo de los inversionistas privados. Eso, claro, va a afectar otras áreas del presupuesto público. Imaginen que el Poder Judicial, que ya anda con sus propios problemas, tenga que apretarse aún más el cinturón. ¡Qué pena ajena!
Ahora, muchos se preguntarán, ¿por qué tanto empeño del PLN en torpedear esta reforma? Pues, la respuesta puede estar en varias cosas. Algunos dicen que es pura politiquería, simplemente quieren demostrar que ellos tienen el control y pueden frenar cualquier iniciativa del gobierno. Otros creen que tienen miedo de que el gobierno use ese dinero de forma irresponsable, aunque hasta ahora no hay pruebas sólidas que respalden eso. En fin, el panorama político siempre está lleno de intrigas y movidas raras.
Y ojo, porque esto no es solamente un problema económico, también tiene implicaciones sociales. Si tenemos que gastar más plata en pagar intereses, eso significa que tendremos menos recursos para programas sociales, para becas estudiantiles, para mejorar la infraestructura del país. Una verdadera bronca, porque al final, somos todos los ticos quienes terminamos pagando la cuenta. Y no hablemos de si la inflación sigue subiendo, ¡será el colmo!
Entonces, díganme, ¿creen que el gobierno debería intentar rescatar esta reforma, o sería mejor buscar alternativas en el mercado local a pesar del costo extra? ¿Cómo ven ustedes que podemos salir airosos de esta situación y evitar que la economía se vaya al traste?
Como bien saben, hace unos años, cuando todavía estábamos con buen rollo económico, el Congreso dio luz verde pa’ emitir $5.000 millones en eurobonos. Pero ahí viene el gran ‘pero’: pusieron unas condiciones bien pesadas, como si fueran exámenes sorpresa, pa’ las dos últimas colocaciones, mil millones en 2025 y otro mil en 2026. Resulta que el gobierno no cumplió con todas esas metas económicas que le habían puesto encima, así que ahí quedó la cosa, atascada como pura papaya en la garganta.
Entonces, el gobierno intentó hacerle un jugadito al Congreso con esta reforma, buscando quitarle esas trabas y poder sacar adelante la colocación de esos dos miles de millones. La idea era sencilla: meterle al país el sustento que necesitamos pa’ invertir en cosas importantes, como salud, educación y proyectos que le den un empujón a la economía. Era una varita mágica, casi, para empezar a poner las cosas en orden. Pero la oposición, fijos ellos, decidieron echarle agua al coco.
Y quién más que el PLN pa’ frustrar cualquier intento de mejorar la situación. Liderados por once diputados, lograron juntarle fuerzas con otros legisladores independientes y algunos rebeldes del PUSC y PLP, pa’ mandarle esto al archivo legislativo. Un verdadero papelón, si me preguntan. Pilar Cisneros, la jefa de la bancada oficialista, salió quejumbrosa diciendo: “Lo vamos a tener que coger del mercado local, pero ¿a qué precio?”. ¡Eso, mi pana, es decir la pura verdad!
Pa’ que se hagan una idea, tener que recurrir al mercado local significa pagar intereses mucho más altos por los préstamos. Estamos hablando de unos ¢70.000 millones adicionales que van a caer directo en el bolsillo de los inversionistas privados. Eso, claro, va a afectar otras áreas del presupuesto público. Imaginen que el Poder Judicial, que ya anda con sus propios problemas, tenga que apretarse aún más el cinturón. ¡Qué pena ajena!
Ahora, muchos se preguntarán, ¿por qué tanto empeño del PLN en torpedear esta reforma? Pues, la respuesta puede estar en varias cosas. Algunos dicen que es pura politiquería, simplemente quieren demostrar que ellos tienen el control y pueden frenar cualquier iniciativa del gobierno. Otros creen que tienen miedo de que el gobierno use ese dinero de forma irresponsable, aunque hasta ahora no hay pruebas sólidas que respalden eso. En fin, el panorama político siempre está lleno de intrigas y movidas raras.
Y ojo, porque esto no es solamente un problema económico, también tiene implicaciones sociales. Si tenemos que gastar más plata en pagar intereses, eso significa que tendremos menos recursos para programas sociales, para becas estudiantiles, para mejorar la infraestructura del país. Una verdadera bronca, porque al final, somos todos los ticos quienes terminamos pagando la cuenta. Y no hablemos de si la inflación sigue subiendo, ¡será el colmo!
Entonces, díganme, ¿creen que el gobierno debería intentar rescatar esta reforma, o sería mejor buscar alternativas en el mercado local a pesar del costo extra? ¿Cómo ven ustedes que podemos salir airosos de esta situación y evitar que la economía se vaya al traste?
