Evolución económica de las últimas décadas.
Fuente: “Elementos de Macroeconomía”, de Rodolfo Tacsan Chen
Los años anteriores a 1960, se caracterizaron por un marcado descenso del intercambio comercial en los países latinoamericanos. Los precios de las exportaciones disminuían mientras que los precios de las importaciones aumentaban, con las consecuentes pérdidas de bienestar, una transferencia explícita de los ingresos de los países pobres a los países ricos fundamentada en el efecto represivo que ejercían los países ricos sobre la demanda de los productos agrícolas producidos en países subdesarrollados.
Lo que dio pie para que se pensara en un cambio estructural, para que así los países en desarrollo fueran menos dependientes de los volátiles precios internacionales de sus productos agrícolas.
La década de 1970, fue una década desarrollista, a pesar de la convulsión política de la época. En los años anteriores no se habían dado tantos esquemas de desarrollo para países pobres, ya que los países ricos estaban concentrados en la implementación del Plan Marshall en Europa, América Latina no contaba hasta la aparición y triunfo de la revolución cubana y nació la necesidad de detener a los comunistas.
Nació Alianza para el Progreso y la CEPAL (auspiciada por ONU) que promovió el desarrollo para América Latina con un esquema enfocado “hacia adentro” y partía de la premisa de que la inversión era la clave del desarrollo. Según el esquema, un proceso sostenido de acumulación de capital era clave para que el PIB creciera también de manera sostenida, con los consiguientes beneficios para la población.
La CEPAL también partía de la premisa de que el problema del subdesarrollo era el resultado directo de las deficiencias estructurales existentes en el sistema capitalista: minifundios, ineficiencia agrícola, monodependencia de las exportaciones (café, banano), pésima distribución de los factores de producción (Tierra-Trabajo-Capital) y de los ingresos de las familias.
Esta situación se mantenía; exportábamos materias primas con precios decrecientes fijados por el comprador y tener que importar bienes industrializados a precios crecientes, también fijados afuera, condiciones negativas para los términos de intercambio.
Así las cosas, la CEPAL cambió la estrategia y propusieron la industrialización de las economías en conjunto con procesos de integración económica, que garantizara un mayor mercado y las economías de escala que vinieran a hacer más competitivos los procesos de producción. Para lograr este objetivo se recurrió a la tesis de “distorsionar los precios de los factores” para estimular – antes que nada – la inversión o formación bruta de capital. Lo que quedaba por hacer, entonces, era crearle un ambiente propicio al inversionista para que plantara sus fábricas en América Latina.
Costa Rica no estuvo exenta de esas influencias y estrategias, se iniciaba el Mercado Común Centroamericano y había una gran disponibilidad de crédito por parte del Banco Interamericano y del Banco Mundial. Después de invertir miles de millones a los europeos, invertir algunos cientos en América Latina, no era mucho.
Estrategia basada en sustitución de importaciones.
En 1962, Costa Rica ingresa al Mercomún e inicia una de las épocas de mayor crecimiento de la historia, la tasa media de crecimiento del PIB durante 1957 a 1969 fue del 5.675% en términos reales; en tanto que el ingreso per cápita asciende de $367,9 a $996 en 1975.
La estrategia se basó en la industrialización vía sustitución de importaciones (compre y use lo que Costa Rica produce), que se promovió “distorsionado los precios” con el fin de incentivar a los inversionistas.
Estos incentivos consistían en protección arancelaria elevada, exoneraciones varias de muy alta protección, tasas de interés subsidiadas y crédito abundante (petrodólares), tasa de cambio fija y exoneración de impuesto sobre la renta por plazos muy amplios.
Esta estrategia favorecía totalmente a los industriales cuya protección era pagada por los consumidores, pero también favorecía al Estado, que estaba en capacidad de recaudar gran cantidad de recursos en impuestos arancelarios. Los perdedores eran los agricultores.
No fue sino hasta los primeros años de los 80 que se comienzan a sentir los efectos de esta política económica. Un déficit comercial crónico que no podía sostenerse. La economía ineficiente y protegida vivía de prestado y no había hecho nada importante en los últimos 20 años para mejorar sus niveles de eficiencia. Sólo se habían preocupado por mantener un régimen de privilegio a los industriales, a los empresarios consentidos y a otros grupos de presión como sindicatos y cooperativas sin pedir cuentas de desempeño.
En esos años llegó la debacle, el ingreso medio del costarricense bajo de $1.448 en 1975 a $1.033 en 1982, la inflación alcanzó cifras de 50%.
La promoción de las exportaciones y la vivienda.
A partir de 1984, se inicia otra una nueva orientación económica. Los bancos condicionaban los préstamos para desarrollo y de ajuste en la balanza de pagos, a que el país beneficiario se comprometiera en la realización de esos cambios, orientados a mejorar la eficiencia y competitividad internacional.
Se determina entonces que los sectores líderes serán los que posean un alto poder multiplicador sobre el ingreso como lo son las exportaciones y la construcción de viviendas. La primera se estimuló en el período 1982-86 y la segunda en 1986-90, ambos sectores – una vez afincados – atacarían los desajustes internos y externos simultáneamente, proporcionando divisas y empleo que garantizaran la paz social.
Se modificó el marco legal para permitir: Mejores condiciones legales para la maquila, Estímulos fiscales a exportadores y las estructuras en Zonas Francas y Parques Industriales; lo anterior se hizo para que coincidiera con las ventajas ofrecidas por la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC).
Como resultado de este esquema, se logró generar una recuperación de la economía; el ingreso per cápita real pasó a $1.81 en 1989.
Ajuste Estructural.
En 1987, los productos no tradicionales representan el 45% del total de exportaciones y las importaciones continuaban aumentando.
El cambio estructural o PAE busca reversar la situación negativa de nuestras importaciones y deciden que el mejor remedio es la disminución arancelaria efectiva, ya que la alta protección hacia bienes finales y la protección nula a las materias primas, no estimula la producción local y sí la de bienes finales.
Entre esos ajustes o PAE´s, llegamos a hoy, con cifras de pobreza iguales a 1980 y peor aún en cuanto al grado de desigualdad.
Todo lo anterior debería permitirnos diferenciar entre desarrollo y crecimiento económico, algunos países de América Latina – entre ellos Costa Rica – muestran altas tasas de crecimiento y simultáneamente niveles altos de pobreza y equivocada distribución del ingreso.
En febrero decidiremos si seguimos en lo mismo o si pretenderemos mejorar.
Saludos,
Fuente: “Elementos de Macroeconomía”, de Rodolfo Tacsan Chen
Los años anteriores a 1960, se caracterizaron por un marcado descenso del intercambio comercial en los países latinoamericanos. Los precios de las exportaciones disminuían mientras que los precios de las importaciones aumentaban, con las consecuentes pérdidas de bienestar, una transferencia explícita de los ingresos de los países pobres a los países ricos fundamentada en el efecto represivo que ejercían los países ricos sobre la demanda de los productos agrícolas producidos en países subdesarrollados.
Lo que dio pie para que se pensara en un cambio estructural, para que así los países en desarrollo fueran menos dependientes de los volátiles precios internacionales de sus productos agrícolas.
La década de 1970, fue una década desarrollista, a pesar de la convulsión política de la época. En los años anteriores no se habían dado tantos esquemas de desarrollo para países pobres, ya que los países ricos estaban concentrados en la implementación del Plan Marshall en Europa, América Latina no contaba hasta la aparición y triunfo de la revolución cubana y nació la necesidad de detener a los comunistas.
Nació Alianza para el Progreso y la CEPAL (auspiciada por ONU) que promovió el desarrollo para América Latina con un esquema enfocado “hacia adentro” y partía de la premisa de que la inversión era la clave del desarrollo. Según el esquema, un proceso sostenido de acumulación de capital era clave para que el PIB creciera también de manera sostenida, con los consiguientes beneficios para la población.
La CEPAL también partía de la premisa de que el problema del subdesarrollo era el resultado directo de las deficiencias estructurales existentes en el sistema capitalista: minifundios, ineficiencia agrícola, monodependencia de las exportaciones (café, banano), pésima distribución de los factores de producción (Tierra-Trabajo-Capital) y de los ingresos de las familias.
Esta situación se mantenía; exportábamos materias primas con precios decrecientes fijados por el comprador y tener que importar bienes industrializados a precios crecientes, también fijados afuera, condiciones negativas para los términos de intercambio.
Así las cosas, la CEPAL cambió la estrategia y propusieron la industrialización de las economías en conjunto con procesos de integración económica, que garantizara un mayor mercado y las economías de escala que vinieran a hacer más competitivos los procesos de producción. Para lograr este objetivo se recurrió a la tesis de “distorsionar los precios de los factores” para estimular – antes que nada – la inversión o formación bruta de capital. Lo que quedaba por hacer, entonces, era crearle un ambiente propicio al inversionista para que plantara sus fábricas en América Latina.
Costa Rica no estuvo exenta de esas influencias y estrategias, se iniciaba el Mercado Común Centroamericano y había una gran disponibilidad de crédito por parte del Banco Interamericano y del Banco Mundial. Después de invertir miles de millones a los europeos, invertir algunos cientos en América Latina, no era mucho.
Estrategia basada en sustitución de importaciones.
En 1962, Costa Rica ingresa al Mercomún e inicia una de las épocas de mayor crecimiento de la historia, la tasa media de crecimiento del PIB durante 1957 a 1969 fue del 5.675% en términos reales; en tanto que el ingreso per cápita asciende de $367,9 a $996 en 1975.
La estrategia se basó en la industrialización vía sustitución de importaciones (compre y use lo que Costa Rica produce), que se promovió “distorsionado los precios” con el fin de incentivar a los inversionistas.
Estos incentivos consistían en protección arancelaria elevada, exoneraciones varias de muy alta protección, tasas de interés subsidiadas y crédito abundante (petrodólares), tasa de cambio fija y exoneración de impuesto sobre la renta por plazos muy amplios.
Esta estrategia favorecía totalmente a los industriales cuya protección era pagada por los consumidores, pero también favorecía al Estado, que estaba en capacidad de recaudar gran cantidad de recursos en impuestos arancelarios. Los perdedores eran los agricultores.
No fue sino hasta los primeros años de los 80 que se comienzan a sentir los efectos de esta política económica. Un déficit comercial crónico que no podía sostenerse. La economía ineficiente y protegida vivía de prestado y no había hecho nada importante en los últimos 20 años para mejorar sus niveles de eficiencia. Sólo se habían preocupado por mantener un régimen de privilegio a los industriales, a los empresarios consentidos y a otros grupos de presión como sindicatos y cooperativas sin pedir cuentas de desempeño.
En esos años llegó la debacle, el ingreso medio del costarricense bajo de $1.448 en 1975 a $1.033 en 1982, la inflación alcanzó cifras de 50%.
La promoción de las exportaciones y la vivienda.
A partir de 1984, se inicia otra una nueva orientación económica. Los bancos condicionaban los préstamos para desarrollo y de ajuste en la balanza de pagos, a que el país beneficiario se comprometiera en la realización de esos cambios, orientados a mejorar la eficiencia y competitividad internacional.
Se determina entonces que los sectores líderes serán los que posean un alto poder multiplicador sobre el ingreso como lo son las exportaciones y la construcción de viviendas. La primera se estimuló en el período 1982-86 y la segunda en 1986-90, ambos sectores – una vez afincados – atacarían los desajustes internos y externos simultáneamente, proporcionando divisas y empleo que garantizaran la paz social.
Se modificó el marco legal para permitir: Mejores condiciones legales para la maquila, Estímulos fiscales a exportadores y las estructuras en Zonas Francas y Parques Industriales; lo anterior se hizo para que coincidiera con las ventajas ofrecidas por la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC).
Como resultado de este esquema, se logró generar una recuperación de la economía; el ingreso per cápita real pasó a $1.81 en 1989.
Ajuste Estructural.
En 1987, los productos no tradicionales representan el 45% del total de exportaciones y las importaciones continuaban aumentando.
El cambio estructural o PAE busca reversar la situación negativa de nuestras importaciones y deciden que el mejor remedio es la disminución arancelaria efectiva, ya que la alta protección hacia bienes finales y la protección nula a las materias primas, no estimula la producción local y sí la de bienes finales.
Entre esos ajustes o PAE´s, llegamos a hoy, con cifras de pobreza iguales a 1980 y peor aún en cuanto al grado de desigualdad.
Todo lo anterior debería permitirnos diferenciar entre desarrollo y crecimiento económico, algunos países de América Latina – entre ellos Costa Rica – muestran altas tasas de crecimiento y simultáneamente niveles altos de pobreza y equivocada distribución del ingreso.
En febrero decidiremos si seguimos en lo mismo o si pretenderemos mejorar.
Saludos,