¡Ay, Dios mío! La situación del femicidio en Costa Rica sigue dando qué pensar. Parece que cada día nos levantamos con una noticia más triste y preocupante sobre mujeres que pierden la vida a manos de parejas o exparejas. Las estadísticas recientes pintan un panorama bastante sombrío, y vaya que lo pintan.
Según datos oficiales del Poder Judicial, desde 2007, cuando se implementó la ley que penaliza la violencia contra la mujer, ya van 539 mujeres asesinados. ¡Imagínate la cantidad de familias destrozadas! Durante este 2025, la cosa va cuesta arriba: han reportado 33 femicidios hasta ahora, lo que significa que, en promedio, una mujer pierde la vida cada diez días. Un dato escalofriante que nos obliga a tomar cartas en el asunto, y rápido.
La magistrada Roxana Zúñiga, quien coordina la Comisión de Género del Poder Judicial, ha hecho hincapié en que es urgente establecer una jurisdicción especializada en temas de género. Dice que el sistema actual no está funcionando como debería, y que se necesitan procedimientos más efectivos para investigar estos crímenes. Hay 175 mujeres diariamente pidiendo medidas de protección, lo cual demuestra la magnitud del problema y la necesidad imperiosa de brindar apoyo a las víctimas.
Pero no solo eso, también hay que recordar a esas mujeres que lamentablemente no aparecen, que se esfuman sin dejar rastro. Casos que datan desde 2020 siguen abiertos y sin resolver, dejando a sus familiares en una angustia constante. La señora Zúñiga enfatizó que el Poder Judicial tiene desafíos enormes para asegurar una justicia rápida y eficiente, ¡y vaya que los tiene!
Ahora bien, la Fiscala de Asuntos de Género, Debby Garay, ha alertado sobre una tendencia alarmante: la participación del crimen organizado en estos femicidios. Ya no solo se trata de celos pasionales o discusiones domésticas; muchas veces estos crímenes son consecuencia de venganzas, cobros de deudas o represalias dentro de bandas criminales. Esto complica aún más la investigación y exige estrategias innovadoras para combatir esta lacra.
Lo que más me preocupa a mí, y seguramente a mucha gente también, es el impacto que estos femicidios tienen en los hijos e hijas de las víctimas. Según la fiscal Garay, muchos de estos niños y niñas quedan huérfanos y vulnerables, corren el riesgo de caer en círculos de violencia y delincuencia. ¿Quién se encarga de su bienestar? ¿Cómo podemos asegurarnos de que no repitan los patrones violentos que vieron en sus casas?
La socióloga Montserrat Sagot, añadió un punto muy importante: los cuerpos de las mujeres están siendo utilizados como mecanismos de venganza en las redes criminales, prácticamente convertidas en trofeos. Una imagen brutal que refleja la degradación humana a la que hemos llegado. Además, señaló que se necesitan estudios profundos para entender el rol de la mujer en las organizaciones criminales y cómo evitar que se involucren en estas estructuras.
Estamos ante un problema complejo y multifactorial que requiere de un abordaje integral. Se necesitan más recursos económicos y humanos para fortalecer el Poder Judicial, capacitar a los funcionarios, ofrecer atención psicológica a las víctimas y crear programas de prevención dirigidos a hombres y mujeres jóvenes. Pero sobre todo, necesitamos un cambio cultural profundo que desafíe las normas patriarcales y promueva relaciones basadas en el respeto y la igualdad. ¿Ustedes creen que realmente estamos comprometidos como sociedad a cambiar esta realidad tan dolorosa, o seguiremos viendo titulares tristes cada pocos días?
Según datos oficiales del Poder Judicial, desde 2007, cuando se implementó la ley que penaliza la violencia contra la mujer, ya van 539 mujeres asesinados. ¡Imagínate la cantidad de familias destrozadas! Durante este 2025, la cosa va cuesta arriba: han reportado 33 femicidios hasta ahora, lo que significa que, en promedio, una mujer pierde la vida cada diez días. Un dato escalofriante que nos obliga a tomar cartas en el asunto, y rápido.
La magistrada Roxana Zúñiga, quien coordina la Comisión de Género del Poder Judicial, ha hecho hincapié en que es urgente establecer una jurisdicción especializada en temas de género. Dice que el sistema actual no está funcionando como debería, y que se necesitan procedimientos más efectivos para investigar estos crímenes. Hay 175 mujeres diariamente pidiendo medidas de protección, lo cual demuestra la magnitud del problema y la necesidad imperiosa de brindar apoyo a las víctimas.
Pero no solo eso, también hay que recordar a esas mujeres que lamentablemente no aparecen, que se esfuman sin dejar rastro. Casos que datan desde 2020 siguen abiertos y sin resolver, dejando a sus familiares en una angustia constante. La señora Zúñiga enfatizó que el Poder Judicial tiene desafíos enormes para asegurar una justicia rápida y eficiente, ¡y vaya que los tiene!
Ahora bien, la Fiscala de Asuntos de Género, Debby Garay, ha alertado sobre una tendencia alarmante: la participación del crimen organizado en estos femicidios. Ya no solo se trata de celos pasionales o discusiones domésticas; muchas veces estos crímenes son consecuencia de venganzas, cobros de deudas o represalias dentro de bandas criminales. Esto complica aún más la investigación y exige estrategias innovadoras para combatir esta lacra.
Lo que más me preocupa a mí, y seguramente a mucha gente también, es el impacto que estos femicidios tienen en los hijos e hijas de las víctimas. Según la fiscal Garay, muchos de estos niños y niñas quedan huérfanos y vulnerables, corren el riesgo de caer en círculos de violencia y delincuencia. ¿Quién se encarga de su bienestar? ¿Cómo podemos asegurarnos de que no repitan los patrones violentos que vieron en sus casas?
La socióloga Montserrat Sagot, añadió un punto muy importante: los cuerpos de las mujeres están siendo utilizados como mecanismos de venganza en las redes criminales, prácticamente convertidas en trofeos. Una imagen brutal que refleja la degradación humana a la que hemos llegado. Además, señaló que se necesitan estudios profundos para entender el rol de la mujer en las organizaciones criminales y cómo evitar que se involucren en estas estructuras.
Estamos ante un problema complejo y multifactorial que requiere de un abordaje integral. Se necesitan más recursos económicos y humanos para fortalecer el Poder Judicial, capacitar a los funcionarios, ofrecer atención psicológica a las víctimas y crear programas de prevención dirigidos a hombres y mujeres jóvenes. Pero sobre todo, necesitamos un cambio cultural profundo que desafíe las normas patriarcales y promueva relaciones basadas en el respeto y la igualdad. ¿Ustedes creen que realmente estamos comprometidos como sociedad a cambiar esta realidad tan dolorosa, o seguiremos viendo titulares tristes cada pocos días?