¡Ay, Dios mío! Resulta que la situación está más turbia de lo que pensábamos. Aquí andamos pensando que el problema del crimen organizado es solo quitarle la vida a unos pocos, pero parece que hay una sombra mucho más oscura acechando a nuestras mujeres. Estamos hablando de femicidios que se disfrazan, que se esconden detrás de la maraña de sicarios y territorios, y eso, mis panas, es de pelar los pelos.
Un foro reciente organizado por el Inamu sacudió las aguas. Expertos nacionales e internacionales expusieron una realidad preocupante: los femicidios ligados al crimen organizado a menudo quedan invisibilizados. No es solo que matan a una mujer, sino que lo hacen para mandar mensajes, para vengarse, para castigar… y así, la víctima queda olvidada, borrada, como si nunca hubiera existido. Ana Laura López, fiscal argentina, nos recordó que este es un problema regional, y eso nos debería hacer reflexionar un poquito, ¿eh?
Lo peor de todo es cómo se van involucrando estas mujeres, algunas engañadas, otras aprovechándose de su vulnerabilidad. Te cuentan un cuento bonito, te enamoran, y luego, ¡zas!, te usan para mover droga, para pasar información, para lo que sea. Luego, cuando ya no te sirven, te descartan como un chunche usado. Y ahí, cae la sentencia, un golpe certero que silencia para siempre. Yerlin Zúñiga, jerarca del Inamu, parecía consternada al explicar la magnitud del problema, y es que, créeme, no hay quién no se sienta afectado por esto.
Y no solo eso, porque también hay quienes las ofrecen para trabajos sexuales, convirtiéndolas en señuelos para atraer a rivales. ¡Imagínate la carga que conlleva estar en esa situación! Una vida marcada por el peligro constante, con la amenaza de muerte acechando a cada paso. Allan Cortés Segura y Sharon Rodríguez, fiscales comprometidos con la causa, compartieron casos que te dejan helado, historias de mujeres atrapadas en espirales de violencia sin salida aparente. ¡Qué pesar!
Pero la cosa no termina ahí, porque a veces, estas tragedias ocurren como eventos colaterales, en medio de tiroteos y enfrentamientos entre bandas. Una bala perdida, una descarga accidental... y la vida de una mujer inocente se acaba abruptamente, simplemente porque estaba en el lugar equivocado, acompañada del hombre equivocado. Estos casos, por desgracia, suelen quedar impunes, enterrados bajo montañas de burocracia y complicidades. ¡Una verdadera torta!
Este aumento de la violencia contra las mujeres en medio de la ola criminal que vivimos es alarmante. Ya no solo nos preocupa la seguridad en las calles, sino también el riesgo que corren aquellas que, sin saberlo, se ven arrastradas al mundo del hampa. Necesitamos más investigación, más protección, y sobre todo, más conciencia social. No podemos seguir mirando hacia otro lado mientras nuestras hermanas, nuestras madres, nuestras amigas desaparecen silenciosamente, engullidas por la vorágine del crimen organizado.
La sociedad necesita despertar y reconocer la gravedad de esta situación. No podemos permitir que los crímenes contra las mujeres queden en el olvido, especialmente aquellos perpetrados por el crimen organizado. Se necesitan políticas públicas efectivas, programas de prevención y apoyo para las víctimas, y una mayor coordinación entre las instituciones encargadas de combatir la violencia de género. Además, necesitamos romper el silencio, hablar abiertamente sobre el tema y desafiar las actitudes machistas que contribuyen a perpetuar esta lacra. ¡Diay, qué brete nos toca vivir!
¿Ustedes creen que estamos haciendo suficiente para proteger a las mujeres de la violencia relacionada con el crimen organizado? ¿Qué medidas deberían tomarse a nivel personal, familiar y comunitario para abordar esta problemática y evitar que más vidas se pierdan en silencio?
Un foro reciente organizado por el Inamu sacudió las aguas. Expertos nacionales e internacionales expusieron una realidad preocupante: los femicidios ligados al crimen organizado a menudo quedan invisibilizados. No es solo que matan a una mujer, sino que lo hacen para mandar mensajes, para vengarse, para castigar… y así, la víctima queda olvidada, borrada, como si nunca hubiera existido. Ana Laura López, fiscal argentina, nos recordó que este es un problema regional, y eso nos debería hacer reflexionar un poquito, ¿eh?
Lo peor de todo es cómo se van involucrando estas mujeres, algunas engañadas, otras aprovechándose de su vulnerabilidad. Te cuentan un cuento bonito, te enamoran, y luego, ¡zas!, te usan para mover droga, para pasar información, para lo que sea. Luego, cuando ya no te sirven, te descartan como un chunche usado. Y ahí, cae la sentencia, un golpe certero que silencia para siempre. Yerlin Zúñiga, jerarca del Inamu, parecía consternada al explicar la magnitud del problema, y es que, créeme, no hay quién no se sienta afectado por esto.
Y no solo eso, porque también hay quienes las ofrecen para trabajos sexuales, convirtiéndolas en señuelos para atraer a rivales. ¡Imagínate la carga que conlleva estar en esa situación! Una vida marcada por el peligro constante, con la amenaza de muerte acechando a cada paso. Allan Cortés Segura y Sharon Rodríguez, fiscales comprometidos con la causa, compartieron casos que te dejan helado, historias de mujeres atrapadas en espirales de violencia sin salida aparente. ¡Qué pesar!
Pero la cosa no termina ahí, porque a veces, estas tragedias ocurren como eventos colaterales, en medio de tiroteos y enfrentamientos entre bandas. Una bala perdida, una descarga accidental... y la vida de una mujer inocente se acaba abruptamente, simplemente porque estaba en el lugar equivocado, acompañada del hombre equivocado. Estos casos, por desgracia, suelen quedar impunes, enterrados bajo montañas de burocracia y complicidades. ¡Una verdadera torta!
Este aumento de la violencia contra las mujeres en medio de la ola criminal que vivimos es alarmante. Ya no solo nos preocupa la seguridad en las calles, sino también el riesgo que corren aquellas que, sin saberlo, se ven arrastradas al mundo del hampa. Necesitamos más investigación, más protección, y sobre todo, más conciencia social. No podemos seguir mirando hacia otro lado mientras nuestras hermanas, nuestras madres, nuestras amigas desaparecen silenciosamente, engullidas por la vorágine del crimen organizado.
La sociedad necesita despertar y reconocer la gravedad de esta situación. No podemos permitir que los crímenes contra las mujeres queden en el olvido, especialmente aquellos perpetrados por el crimen organizado. Se necesitan políticas públicas efectivas, programas de prevención y apoyo para las víctimas, y una mayor coordinación entre las instituciones encargadas de combatir la violencia de género. Además, necesitamos romper el silencio, hablar abiertamente sobre el tema y desafiar las actitudes machistas que contribuyen a perpetuar esta lacra. ¡Diay, qué brete nos toca vivir!
¿Ustedes creen que estamos haciendo suficiente para proteger a las mujeres de la violencia relacionada con el crimen organizado? ¿Qué medidas deberían tomarse a nivel personal, familiar y comunitario para abordar esta problemática y evitar que más vidas se pierdan en silencio?
