¡Ay, Dios mío, qué brete nos tocó vivir! Después de una semana llena de idas y vueltas, debates encendidos y acusaciones cruzadas, los diputados finalmente decidieron darle archivo al caso de concusión contra el presidente Rodrigo Chaves. No se levantó la inmunidad, y la bancada del gobierno explotó de alegría como si hubieran ganado la Lotería Nacional. ¡Qué alivio para algunos, qué decepción para otros, como suele pasar en estos temas!
La decisión, tomada en medio de un ambiente tenso en la Asamblea Legislativa, dio como resultado un marcador de 34 votos en contra del levantamiento del fuero y 21 a favor. Se necesitaban 38 para destituirlo del cargo, así que quedó clarísimo que el presidente tenía el respaldo suficiente –o quizás el meneo político adecuado– para seguir adelante. ¡Duro pillaje para la oposición, imagínense el esfuerzo que hicieron!
Pilar Cisneros, la jefa de la bancada oficialista, salió a celebrar la victoria con una frase que dejó claro cómo veía el asunto: “Imperó la sensatez, el sentido común y que la prueba era sumamente débil, porque no se puede aceptar una prueba de un mentiroso”. ¡Directo al grano, como nos gustan! Al parecer, los argumentos presentados por la defensa lograron sembrar la duda entre algunos legisladores, quienes terminaron optando por no levantar el fuero.
Y hablando de argumentos, Cisneros jugó una carta muy interesante durante la discusión: presentó un video con declaraciones de Christian Bulgarelli, el testigo clave en el caso “BCIE-Cariñitos”. Según ella, Bulgarelli mintió en sus testimonios, poniendo en tela de juicio toda la acusación contra Chaves. ¡Un movimiento estratégico para desacreditar a la testigo y fortalecer la posición del presidente!
Pero la cosa no terminó ahí. Las denuncias de Johana Obando, diputada separada del PLP, pusieron encima de la mesa las posibles presiones ejercidas por ambas partes para influir en el voto de los legisladores. Ella acusó al Ejecutivo de ofrecer puestos en embajadas y ministerios a cambio de apoyo, incluso llegando al punto de hablar de “dádivas”. ¡Parece novela, mae!
Rodrigo Arias, ex president e influyente figura política, tampoco se salvó de las acusaciones. Cisneros lo señaló de estar haciendo llamadas a los diputados para presionar a favor del levantamiento del fuero, aunque insistió en que carecía de pruebas concretas. “¿Alguna prueba? Porque a mí también me dijeron que Rodrigo Arias Sánchez había llamado a todos y cada uno de los diputados a presionarlos, que había presiones de expresidentes de la República, pero no repito, porque no tengo prueba”, declaró Cisneros, dejando claro que las especulaciones abundan en la política nacional.
En medio de este panorama confuso, algunos diputados admitieron haber recibido ofertas tentadoras, como puestos en el extranjero o promesas de futuras posiciones dentro del gobierno. Un chunche jugoso para cambiar el voto, ¿no creen? Pero la bancada oficialista se mantuvo firme en su defensa del presidente, argumentando que no existían pruebas sólidas que demostraran su culpabilidad en el caso. Al final, prevaleció el argumento de la debilidad de la evidencia presentada, dejando el proceso judicial prácticamente congelado.
Con este desenlace, el caso del BCIE-Cariñitos queda en el congelador, al menos temporalmente. Ahora, la atención se centra en ver cómo reacciona la oposición y qué estrategias utilizarán para continuar persiguiendo al presidente. Pero por ahora, la celebración en la bancada oficialista es total. ¿Ustedes creen que esta decisión sienta un precedente peligroso para la justicia en Costa Rica, o simplemente refleja la dificultad de probar delitos de corrupción en un sistema legal complejo? Déjennos sus opiniones en los comentarios, ¡queremos saber qué piensan!
La decisión, tomada en medio de un ambiente tenso en la Asamblea Legislativa, dio como resultado un marcador de 34 votos en contra del levantamiento del fuero y 21 a favor. Se necesitaban 38 para destituirlo del cargo, así que quedó clarísimo que el presidente tenía el respaldo suficiente –o quizás el meneo político adecuado– para seguir adelante. ¡Duro pillaje para la oposición, imagínense el esfuerzo que hicieron!
Pilar Cisneros, la jefa de la bancada oficialista, salió a celebrar la victoria con una frase que dejó claro cómo veía el asunto: “Imperó la sensatez, el sentido común y que la prueba era sumamente débil, porque no se puede aceptar una prueba de un mentiroso”. ¡Directo al grano, como nos gustan! Al parecer, los argumentos presentados por la defensa lograron sembrar la duda entre algunos legisladores, quienes terminaron optando por no levantar el fuero.
Y hablando de argumentos, Cisneros jugó una carta muy interesante durante la discusión: presentó un video con declaraciones de Christian Bulgarelli, el testigo clave en el caso “BCIE-Cariñitos”. Según ella, Bulgarelli mintió en sus testimonios, poniendo en tela de juicio toda la acusación contra Chaves. ¡Un movimiento estratégico para desacreditar a la testigo y fortalecer la posición del presidente!
Pero la cosa no terminó ahí. Las denuncias de Johana Obando, diputada separada del PLP, pusieron encima de la mesa las posibles presiones ejercidas por ambas partes para influir en el voto de los legisladores. Ella acusó al Ejecutivo de ofrecer puestos en embajadas y ministerios a cambio de apoyo, incluso llegando al punto de hablar de “dádivas”. ¡Parece novela, mae!
Rodrigo Arias, ex president e influyente figura política, tampoco se salvó de las acusaciones. Cisneros lo señaló de estar haciendo llamadas a los diputados para presionar a favor del levantamiento del fuero, aunque insistió en que carecía de pruebas concretas. “¿Alguna prueba? Porque a mí también me dijeron que Rodrigo Arias Sánchez había llamado a todos y cada uno de los diputados a presionarlos, que había presiones de expresidentes de la República, pero no repito, porque no tengo prueba”, declaró Cisneros, dejando claro que las especulaciones abundan en la política nacional.
En medio de este panorama confuso, algunos diputados admitieron haber recibido ofertas tentadoras, como puestos en el extranjero o promesas de futuras posiciones dentro del gobierno. Un chunche jugoso para cambiar el voto, ¿no creen? Pero la bancada oficialista se mantuvo firme en su defensa del presidente, argumentando que no existían pruebas sólidas que demostraran su culpabilidad en el caso. Al final, prevaleció el argumento de la debilidad de la evidencia presentada, dejando el proceso judicial prácticamente congelado.
Con este desenlace, el caso del BCIE-Cariñitos queda en el congelador, al menos temporalmente. Ahora, la atención se centra en ver cómo reacciona la oposición y qué estrategias utilizarán para continuar persiguiendo al presidente. Pero por ahora, la celebración en la bancada oficialista es total. ¿Ustedes creen que esta decisión sienta un precedente peligroso para la justicia en Costa Rica, o simplemente refleja la dificultad de probar delitos de corrupción en un sistema legal complejo? Déjennos sus opiniones en los comentarios, ¡queremos saber qué piensan!