Ay, pata, ¿quién lo diría? El señor Celso Gamboa, después de todo el rollo legal y la jueza dando vueltas, decidió abrirle el oído al mundo en medio de su juicio por el supuesto papeleo falso. Pero no anduvo hablando de eso, ¡diay!, más bien se echó un buen churro de quejas sobre las cositas que le están pasando adentro de La Reforma. Que sí, que no, que parece que le están tratando peor que a perro rabioso, ¡qué torta!
Pa’ ponerlos al día, el exmagistrado, exministro y ahora extradicatable anda cumpliendo detención preventiva en máxima seguridad mientras EE.UU. sigue insistiendo en llevárselo pa’ allá. Él, claro, no quiere ni na’, y aprovechó la oportunidad del juicio para sacar a relucir todos los desagravios que dice haber sufrido, acusando al gobierno de aplicar ‘regresividad en materia de Derechos Humanos’. ¡Un escándalo, vamos!
Según contó, dentro de La Reforma le ponen trabas a todo: apenas habla con su abogado, Randall, porque solamente dejan pasar a unos pocos por turno. Su papá, don Cellito, se queda toda la noche haciendo guardia para que alguien pueda ceder su espacio. ¡Imagínate el brete! Y no solo él, varios abogados andan haciendo lo mismo, dejando plantados al aeropuerto pa’ poder echarle una mano a los privados de libertad que están en máxima seguridad, incluyendo al propio Gamboa.
Pero eso no es todo, pues. También le quitaban el derecho a ver a sus hijos, pequeños chiquitos de 9 y casi 12 años, a los que no veía hacía meses. Dijo que lloró en la sala, viendo a su hijo Sebastián, y que ni siquiera prestaba atención a los jueces ni a la fiscal, porque estaba enfocado en su hijito. ¡Pobre man!”, exclamó con dramatismo.
Y ahí no se quedó. Gamboa empezó a soltar veneno sobre cómo su vida cambió de sopetón un día estando en Playa Jacó disfrutando del sol, y al siguiente durmiendo en una celda de castigo en La Reforma. “Una cosa de locos”, dijo, refiriéndose a la rapidez con la que la vida te puede dar un zarpazo. Remarcó que solo tienen dos comidas diarias, almuerzo a las 10:30 a.m. y cena a las 2:30 p.m., y que se acuestan a las cuatro de la tarde. “No sabemos qué pasa afuera…”.
Para rematar, hizo unas observaciones jugosas. Se preguntó qué pasaría si un candidato presidencial, actualmente acusado de cosas turbias con una menor de edad, terminara compartiendo celda con él en La Reforma. Y lanzó una indirecta al presidente Rodrigo Chaves, quien, según Gamboa, se ha jactado de no permitir que los jueces restablezcan derechos básicos a los reclusos. ¡Se le armó la bronca, amigos!”. Argumentó que están usando a los presos como un “botín político” para aparentar que la pena es retributiva, cuando en realidad debería ser rehabilitadora.
Ahora, vale aclarar que Gamboa fue absuelto del delito de uso de documento falso, pero esto no significa que vaya a salir corriendo de La Reforma. Todavía tiene que enfrentar el proceso de extradición a Estados Unidos, así que la cosa está lejos de terminar. Lo que sí quedó claro es que el exmagistrado no piensa callarse ni un poquito, y que está dispuesto a usar cualquier tribuna para denunciar lo que considera injusticias.
Definitivamente, este caso está generando revuelo nacional y abre un debate importante sobre las condiciones de vida en las cárceles y el respeto a los derechos humanos. ¿Ustedes creen que las quejas de Gamboa son exageradas, o hay algo de verdad en lo que dice? ¿Deberían revisarse las regulaciones sobre acceso a abogados y visitas en las cárceles de máxima seguridad?
Pa’ ponerlos al día, el exmagistrado, exministro y ahora extradicatable anda cumpliendo detención preventiva en máxima seguridad mientras EE.UU. sigue insistiendo en llevárselo pa’ allá. Él, claro, no quiere ni na’, y aprovechó la oportunidad del juicio para sacar a relucir todos los desagravios que dice haber sufrido, acusando al gobierno de aplicar ‘regresividad en materia de Derechos Humanos’. ¡Un escándalo, vamos!
Según contó, dentro de La Reforma le ponen trabas a todo: apenas habla con su abogado, Randall, porque solamente dejan pasar a unos pocos por turno. Su papá, don Cellito, se queda toda la noche haciendo guardia para que alguien pueda ceder su espacio. ¡Imagínate el brete! Y no solo él, varios abogados andan haciendo lo mismo, dejando plantados al aeropuerto pa’ poder echarle una mano a los privados de libertad que están en máxima seguridad, incluyendo al propio Gamboa.
Pero eso no es todo, pues. También le quitaban el derecho a ver a sus hijos, pequeños chiquitos de 9 y casi 12 años, a los que no veía hacía meses. Dijo que lloró en la sala, viendo a su hijo Sebastián, y que ni siquiera prestaba atención a los jueces ni a la fiscal, porque estaba enfocado en su hijito. ¡Pobre man!”, exclamó con dramatismo.
Y ahí no se quedó. Gamboa empezó a soltar veneno sobre cómo su vida cambió de sopetón un día estando en Playa Jacó disfrutando del sol, y al siguiente durmiendo en una celda de castigo en La Reforma. “Una cosa de locos”, dijo, refiriéndose a la rapidez con la que la vida te puede dar un zarpazo. Remarcó que solo tienen dos comidas diarias, almuerzo a las 10:30 a.m. y cena a las 2:30 p.m., y que se acuestan a las cuatro de la tarde. “No sabemos qué pasa afuera…”.
Para rematar, hizo unas observaciones jugosas. Se preguntó qué pasaría si un candidato presidencial, actualmente acusado de cosas turbias con una menor de edad, terminara compartiendo celda con él en La Reforma. Y lanzó una indirecta al presidente Rodrigo Chaves, quien, según Gamboa, se ha jactado de no permitir que los jueces restablezcan derechos básicos a los reclusos. ¡Se le armó la bronca, amigos!”. Argumentó que están usando a los presos como un “botín político” para aparentar que la pena es retributiva, cuando en realidad debería ser rehabilitadora.
Ahora, vale aclarar que Gamboa fue absuelto del delito de uso de documento falso, pero esto no significa que vaya a salir corriendo de La Reforma. Todavía tiene que enfrentar el proceso de extradición a Estados Unidos, así que la cosa está lejos de terminar. Lo que sí quedó claro es que el exmagistrado no piensa callarse ni un poquito, y que está dispuesto a usar cualquier tribuna para denunciar lo que considera injusticias.
Definitivamente, este caso está generando revuelo nacional y abre un debate importante sobre las condiciones de vida en las cárceles y el respeto a los derechos humanos. ¿Ustedes creen que las quejas de Gamboa son exageradas, o hay algo de verdad en lo que dice? ¿Deberían revisarse las regulaciones sobre acceso a abogados y visitas en las cárceles de máxima seguridad?
