¡Ay, Dios mío, qué historia más extraña! Anoche, toda la Central alarmada porque dicen que un tipo se fue al traste cayendo en un guindo de cien metros en La Carpio. Imagínate el jale que se armó, todos pensando lo peor y yo pensando si iba a tener que ir a taparle un hueco a mi tía que vive por ahí.
Los bomberitos y la Cruz Roja llegaron rapidito, con toda la maquinaria pesada y sirenas a todo volumen. Uno pensaba “¡Uy!, esto va a ser complicado”. El guindo, como saben, esos lugares son un brete, difíciles de acceder y peligrosos. Empezaron a buscar por todos lados, lanzando cuerdas y luces, revisando cada rincón oscuro de ese precipicio.
Pero resulta que, después de darle con todo, después de buscar a fondo, después de mover piedras y revisar hasta el último costalón… ¡nada! Ni rastro del pobre sujeto. Se fueron del lugar con las manos vacías y una cara de “¿qué onda?”. Parece que alguien inventó la pesca, pura mentira para asustarnos, diay.
Algunos dicen que pudo haber sido un truco publicitario barato, otros creen que alguien quiso llamar la atención. Pero la verdad es que da pena ajena, ¡qué vergüenza! Imagínate la movilización que hubo, el tiempo perdido de los profesionales, todo para terminar en un fiasco monumental. Una pérdida de recursos que podría haberse usado en cosas más productivas para la comunidad, ¿eh?
Esto me recuerda a aquella vez que se dijo que habían visto un puma en Escazú, resultó ser un gato grande. Siempre hay alguien que quiere echarle salsa a la noticia, que le quiere agregarle drama donde no lo hay. Por eso, gente, siempre hay que tomar estas cosas con pinzas, analizar bien la vara antes de sacar conclusiones precipitadas. Nos quieren llevar al desespero fácil, ¡y nosotros tenemos que ponerlos a prueba!
Ahora, hablando en plata, toca preguntarse: ¿Quién fue el responsable de esta falsa alarma? ¿Tenía algún interés particular en crear confusión o simplemente quería ver cómo reaccionábamos? Porque así como estamos, esta vaina tiene olor a pescado podrido. Necesitamos que la policía investigue bien este caso, porque no podemos permitir que hagan el ridículo a costa de nuestros servicios de emergencia.
Además, esto pone en evidencia la facilidad con la que se propagan las noticias falsas hoy en día. Con un par de mensajes en WhatsApp, ya tienes a medio barrio creyendo que hay un muerto en La Carpio. Tenemos que aprender a verificar la información antes de compartirla, ¡porfa! Sino, terminamos siendo cómplices de estos chamacos que se dedican a levantar polvo por diversión. ¿No les parece que necesitamos urgentemente educación mediática en nuestras escuelas?
Y ahora sí, les dejo una pregunta para que piensen: ¿Creen que este tipo de incidentes se volverán más frecuentes a medida que avance la tecnología y las redes sociales? ¿Cómo podemos proteger a la población de las fake news y evitar que se generen estas situaciones tan embarazosas?
Los bomberitos y la Cruz Roja llegaron rapidito, con toda la maquinaria pesada y sirenas a todo volumen. Uno pensaba “¡Uy!, esto va a ser complicado”. El guindo, como saben, esos lugares son un brete, difíciles de acceder y peligrosos. Empezaron a buscar por todos lados, lanzando cuerdas y luces, revisando cada rincón oscuro de ese precipicio.
Pero resulta que, después de darle con todo, después de buscar a fondo, después de mover piedras y revisar hasta el último costalón… ¡nada! Ni rastro del pobre sujeto. Se fueron del lugar con las manos vacías y una cara de “¿qué onda?”. Parece que alguien inventó la pesca, pura mentira para asustarnos, diay.
Algunos dicen que pudo haber sido un truco publicitario barato, otros creen que alguien quiso llamar la atención. Pero la verdad es que da pena ajena, ¡qué vergüenza! Imagínate la movilización que hubo, el tiempo perdido de los profesionales, todo para terminar en un fiasco monumental. Una pérdida de recursos que podría haberse usado en cosas más productivas para la comunidad, ¿eh?
Esto me recuerda a aquella vez que se dijo que habían visto un puma en Escazú, resultó ser un gato grande. Siempre hay alguien que quiere echarle salsa a la noticia, que le quiere agregarle drama donde no lo hay. Por eso, gente, siempre hay que tomar estas cosas con pinzas, analizar bien la vara antes de sacar conclusiones precipitadas. Nos quieren llevar al desespero fácil, ¡y nosotros tenemos que ponerlos a prueba!
Ahora, hablando en plata, toca preguntarse: ¿Quién fue el responsable de esta falsa alarma? ¿Tenía algún interés particular en crear confusión o simplemente quería ver cómo reaccionábamos? Porque así como estamos, esta vaina tiene olor a pescado podrido. Necesitamos que la policía investigue bien este caso, porque no podemos permitir que hagan el ridículo a costa de nuestros servicios de emergencia.
Además, esto pone en evidencia la facilidad con la que se propagan las noticias falsas hoy en día. Con un par de mensajes en WhatsApp, ya tienes a medio barrio creyendo que hay un muerto en La Carpio. Tenemos que aprender a verificar la información antes de compartirla, ¡porfa! Sino, terminamos siendo cómplices de estos chamacos que se dedican a levantar polvo por diversión. ¿No les parece que necesitamos urgentemente educación mediática en nuestras escuelas?
Y ahora sí, les dejo una pregunta para que piensen: ¿Creen que este tipo de incidentes se volverán más frecuentes a medida que avance la tecnología y las redes sociales? ¿Cómo podemos proteger a la población de las fake news y evitar que se generen estas situaciones tan embarazosas?