¡Ay, Dios mío! La cosa está que arde aquí en Costa Rica. El Poder Judicial anda recibiendo pedradas de derecha y de izquierda, y ahora los jueces han tenido que salir a defenderse, explicando cómo trabajan. Parece que algunos quieren voltearle la tortilla y echarle toda la culpa de la inseguridad a los señores togados. Pero díganle a esos críticos que la justicia tiene sus procesos, mi clave.
Como bien saben, hace unos días, a través del programa “La Corte”, nuestros jueces penales, Irene Barrantes Mora y Eisen Herrera López, abrieron el tapete para aclarar cómo toman esas decisiones tan comentadas. Querían dejar claro que no andan obedeciendo órdenes de nadie, sino que siguen la ley y las pruebas que tienen en el expediente. Un brete el que llevan, aguantando tanta crítica y presión social, ¡qué carga!
Herrera, con sus más de 25 años de experiencia, nos refrescó la memoria sobre cómo funciona esto: “Las sentencias se basan en la acusación, la defensa y las pruebas”. Y añadió, con razón, que muchas veces se juzga a la gente antes de que termine el juicio. Dice que la gente piensa que si llega a juicio, ya está, ¡condenado! Pero eso no es así, mi pana. El juicio es pa’ determinar si es culpable o inocente, y absolver no significa que se le escape de las garras a la ley.
Y Barrantes, sin pelos en la lengua, puso las cartas sobre la mesa: “Ningún magistrado ni autoridad puede ordenar a un juez cómo resolver”. Remarcó que cada juez es libre de tomar decisiones basado en la evidencia. Eso sí que es independencia judicial, ahí nadie les mete las manos en el brete. Nos recordó que este tipo de garantías son vitales para todos los ciudadanos, porque sin ellas, ¿dónde quedaría la justicia?
Uno de los mitos que desmintieron fue que la Fiscalía y los jueces andan haciendo acuerdos bajo cuerda. ¡Qué torta! Según ellos, la Fiscalía presenta su versión y el juez, con imparcialidad, analiza todo y toma una decisión. A veces, incluso, la Fiscalía pide la absolución y el juez ordena la condena, porque las pruebas lo ameritan. Ya vieron, no todo es blanco y negro en estos asuntos.
Pero no todo color de rosa, porque reconocieron que la situación se ha complicado, especialmente con el aumento de la criminalidad. Antes, contaban con ambientes laborales más tranquilos, sin tantas preocupaciones por la seguridad. Ahora, con el peligro latente, han tenido que reforzar los protocolos y estar más alerta. Ya no es como antes, diay, cuando podías caminar tranquilo por los juzgados.
Lo bueno es que, a pesar de las críticas y hasta las amenazas que reciben, los jueces no se amilanan. Eisen Herrera, con toda la honestidad del mundo, confesó que cree en lo que hace y en el Poder Judicial como base de nuestra democracia. Y Barrantes, sumándose a su reflexión, comentó que lo hacen para evitar que los problemas se resuelvan con venganzas. Que nosotros existimos para impartir justicia, no para buscar revanchas. ¡Eso sí que es tener vocación!
Ahora, hablando claro... Con tanto debate sobre la independencia judicial, la presunción de inocencia y el rol de los jueces, me pregunto: ¿Ustedes creen que la presión mediática y social afecta la imparcialidad de los jueces costarricenses? ¿Se debería establecer algún mecanismo para protegerlos de ataques injustificados y garantizar que puedan hacer su trabajo sin temor? Dejen sus opiniones abajo, quiero saber qué piensan mis compañeros del Foro.
Como bien saben, hace unos días, a través del programa “La Corte”, nuestros jueces penales, Irene Barrantes Mora y Eisen Herrera López, abrieron el tapete para aclarar cómo toman esas decisiones tan comentadas. Querían dejar claro que no andan obedeciendo órdenes de nadie, sino que siguen la ley y las pruebas que tienen en el expediente. Un brete el que llevan, aguantando tanta crítica y presión social, ¡qué carga!
Herrera, con sus más de 25 años de experiencia, nos refrescó la memoria sobre cómo funciona esto: “Las sentencias se basan en la acusación, la defensa y las pruebas”. Y añadió, con razón, que muchas veces se juzga a la gente antes de que termine el juicio. Dice que la gente piensa que si llega a juicio, ya está, ¡condenado! Pero eso no es así, mi pana. El juicio es pa’ determinar si es culpable o inocente, y absolver no significa que se le escape de las garras a la ley.
Y Barrantes, sin pelos en la lengua, puso las cartas sobre la mesa: “Ningún magistrado ni autoridad puede ordenar a un juez cómo resolver”. Remarcó que cada juez es libre de tomar decisiones basado en la evidencia. Eso sí que es independencia judicial, ahí nadie les mete las manos en el brete. Nos recordó que este tipo de garantías son vitales para todos los ciudadanos, porque sin ellas, ¿dónde quedaría la justicia?
Uno de los mitos que desmintieron fue que la Fiscalía y los jueces andan haciendo acuerdos bajo cuerda. ¡Qué torta! Según ellos, la Fiscalía presenta su versión y el juez, con imparcialidad, analiza todo y toma una decisión. A veces, incluso, la Fiscalía pide la absolución y el juez ordena la condena, porque las pruebas lo ameritan. Ya vieron, no todo es blanco y negro en estos asuntos.
Pero no todo color de rosa, porque reconocieron que la situación se ha complicado, especialmente con el aumento de la criminalidad. Antes, contaban con ambientes laborales más tranquilos, sin tantas preocupaciones por la seguridad. Ahora, con el peligro latente, han tenido que reforzar los protocolos y estar más alerta. Ya no es como antes, diay, cuando podías caminar tranquilo por los juzgados.
Lo bueno es que, a pesar de las críticas y hasta las amenazas que reciben, los jueces no se amilanan. Eisen Herrera, con toda la honestidad del mundo, confesó que cree en lo que hace y en el Poder Judicial como base de nuestra democracia. Y Barrantes, sumándose a su reflexión, comentó que lo hacen para evitar que los problemas se resuelvan con venganzas. Que nosotros existimos para impartir justicia, no para buscar revanchas. ¡Eso sí que es tener vocación!
Ahora, hablando claro... Con tanto debate sobre la independencia judicial, la presunción de inocencia y el rol de los jueces, me pregunto: ¿Ustedes creen que la presión mediática y social afecta la imparcialidad de los jueces costarricenses? ¿Se debería establecer algún mecanismo para protegerlos de ataques injustificados y garantizar que puedan hacer su trabajo sin temor? Dejen sus opiniones abajo, quiero saber qué piensan mis compañeros del Foro.