¡Ay, patojo! Parece que los tiempos cambian, y en Costa Rica estamos viendo cómo la forma de hacer las compras en el supermercado da un giro interesante. Ya no es tanto lucirse con marcas reconocidas, sino apurarse para que el vuelto aguante toda la semana. Así pinta el panorama según el nuevo estudio de Worldpanel by Numerator, que revela que estamos agarrándolele al asunto de las marcas propias.
Este estudio, presentado la semana pasada a medio ambiente en la región, nos pone en evidencia: somos unos aprovechados y eso sí que mola. Resulta que nosotros, los ticos, tenemos la peculiar costumbre de cargar hasta la sacrica en el carrito –lácteos, víveres, todo lo necesario para tener la nevera llena– buscando que dure más. Esto reduce la frecuencia con la que vamos al súper, y ahí entra en juego el factor clave: las marcas de tienda.
Según los expertos de Worldpanel, somos campeones en la región en comprar productos en tamaño grande y extra grande. ¡Eso sí es buscar la ganga! Al parecer, ya nadie quiere andar haciendo viajes cortos al mercado solo por unas leches o un paquete de arroz. Nos armamos la despensa y esperamos a que se acabe todo para regresar con una andanada de ofertas. Y ni hablar de las marcas blancas; esos productos exclusivos de cada supermercado están volando de las estanterías.
¿Y cuál es la onda con las marcas privadas? Pues son básicamente productos que otra fábrica hace para la tienda, pero con la etiqueta de ellos. Por ejemplo, esas lecheras o galletas que encuentras en Walmart o PriceSmart... ¡son pura jugada maestra para ahorrarnos unos colones! Aunque reconozco que todavía hay algunos puristas que prefieren las marcas internacionales, parece que el bolsillo está hablando más fuerte.
Si bien no somos los que más compramos marcas “premium” –eso lo llevan otros países de Centroamérica–, sí destacamos por ese buen ojo para identificar dónde está la verdadera rebaja. Algunas categorías no nos han ido tan bien en cuanto a la frecuencia de compra durante este último trimestre: alimentos, lácteos y cuidado del hogar bajaron un poquito. Pero hey, ¡la gente sigue comprando cosas para cuidarse y sentirse chiva!
Además, este brete de la inflación nos ha hecho más listos a la hora de buscar opciones. Ahora estamos usando todos los canales disponibles: el súper tradicional, las ferias, incluso el e-commerce. El estudio dice que los centroamericanos hemos ampliado nuestros horizontes de compra, pasando de cerca de 12 canales en el 2020 a 18 en el 2025. En Costa Rica y Guatemala, somos los que más usamos los canales modernos –el internet, apps–, dejando atrás un poco las visitas a la pulpería del barrio.
Lo curioso es que esto va ligado a la búsqueda constante de ofertas y la comparación de precios. Estamos tratando de exprimir la papaya al máximo, buscando la mejor relación calidad-precio. Y no solo eso, también buscamos productos nuevos, diferentes, que nos den variedad a la hora de cocinar. A fin de cuentas, entre más fácil y barato sea, mejor. Ya nadie anda con rodeos.
Entonces, ¿qué opinan mis panas? Con esta tendencia hacia las marcas privadas y la optimización de gastos, ¿creen que estamos perdiendo algo en términos de calidad o innovación, o simplemente adaptándonos a una realidad económica que nos obliga a apretarnos un tantito más el cinturón? ¡Déjenme saber sus pensamientos en los comentarios!
Este estudio, presentado la semana pasada a medio ambiente en la región, nos pone en evidencia: somos unos aprovechados y eso sí que mola. Resulta que nosotros, los ticos, tenemos la peculiar costumbre de cargar hasta la sacrica en el carrito –lácteos, víveres, todo lo necesario para tener la nevera llena– buscando que dure más. Esto reduce la frecuencia con la que vamos al súper, y ahí entra en juego el factor clave: las marcas de tienda.
Según los expertos de Worldpanel, somos campeones en la región en comprar productos en tamaño grande y extra grande. ¡Eso sí es buscar la ganga! Al parecer, ya nadie quiere andar haciendo viajes cortos al mercado solo por unas leches o un paquete de arroz. Nos armamos la despensa y esperamos a que se acabe todo para regresar con una andanada de ofertas. Y ni hablar de las marcas blancas; esos productos exclusivos de cada supermercado están volando de las estanterías.
¿Y cuál es la onda con las marcas privadas? Pues son básicamente productos que otra fábrica hace para la tienda, pero con la etiqueta de ellos. Por ejemplo, esas lecheras o galletas que encuentras en Walmart o PriceSmart... ¡son pura jugada maestra para ahorrarnos unos colones! Aunque reconozco que todavía hay algunos puristas que prefieren las marcas internacionales, parece que el bolsillo está hablando más fuerte.
Si bien no somos los que más compramos marcas “premium” –eso lo llevan otros países de Centroamérica–, sí destacamos por ese buen ojo para identificar dónde está la verdadera rebaja. Algunas categorías no nos han ido tan bien en cuanto a la frecuencia de compra durante este último trimestre: alimentos, lácteos y cuidado del hogar bajaron un poquito. Pero hey, ¡la gente sigue comprando cosas para cuidarse y sentirse chiva!
Además, este brete de la inflación nos ha hecho más listos a la hora de buscar opciones. Ahora estamos usando todos los canales disponibles: el súper tradicional, las ferias, incluso el e-commerce. El estudio dice que los centroamericanos hemos ampliado nuestros horizontes de compra, pasando de cerca de 12 canales en el 2020 a 18 en el 2025. En Costa Rica y Guatemala, somos los que más usamos los canales modernos –el internet, apps–, dejando atrás un poco las visitas a la pulpería del barrio.
Lo curioso es que esto va ligado a la búsqueda constante de ofertas y la comparación de precios. Estamos tratando de exprimir la papaya al máximo, buscando la mejor relación calidad-precio. Y no solo eso, también buscamos productos nuevos, diferentes, que nos den variedad a la hora de cocinar. A fin de cuentas, entre más fácil y barato sea, mejor. Ya nadie anda con rodeos.
Entonces, ¿qué opinan mis panas? Con esta tendencia hacia las marcas privadas y la optimización de gastos, ¿creen que estamos perdiendo algo en términos de calidad o innovación, o simplemente adaptándonos a una realidad económica que nos obliga a apretarnos un tantito más el cinturón? ¡Déjenme saber sus pensamientos en los comentarios!