Maes, a veces uno lee noticias que parecen sacadas de una serie de Netflix, y esta es una de esas. Pónganse a pensar en la escena: un grupo bien organizado le cae a un Palí en Hone Creek, Limón, con equipo de acetileno y todo el show para abrir una caja fuerte. Se levantan ₡50 melones. Hasta ahí, diay, es un notición de sucesos, pero lo que viene después es lo que de verdad le vuela la cabeza a uno. Resulta que la supuesta mente maestra detrás de todo este despiche, la Gerente Regional de Walmart para la zona, no solo planeó el golpe, sino que a los dos meses se fue a pasear al extranjero por 18 DÍAS. Así como lo leen. Como si se hubiera ganado un bono por buen desempeño.
La vara es que, según el OIJ, Mónica Granados Chavarría no era una empleada cualquiera. Era la jefa de jefas en la zona Atlántica. Y en lugar de usar esa posición para optimizar inventarios o mejorar el servicio al cliente, presuntamente la usó para montar un operativo digno de película. Ella era la que sabía dónde no había cámaras, cuáles protocolos de seguridad se podían "flexibilizar" y, en general, tenía el mapa del tesoro. El OIJ la pinta como la líder de la organización, la que "planificaba, ordenaba y controlaba" todos los movimientos. Básicamente, aplicó sus habilidades de gerencia a su… ¿emprendimiento criminal? Es una mezcla de audacia y un nivel de descaro que ya quisiéramos algunos para pedir un aumento en el brete.
Pero el nivel de confianza de esta gente no para ahí. Como si el viajecito de la jefa no fuera suficiente, otro de los implicados, Gary Meléndez, quien era el administrador del Palí atracado, también se mandó a un tour internacional. El mae, que supuestamente fue el contacto interno que facilitó todo para que el robo saliera a cachete, se fue para Colombia apenas un par de meses después del golpe. O sea, mientras el OIJ estaba armando el rompecabezas, ellos estaban subiendo fotos al Instagram desde otro país. Es que hay que tener agallas. Al final, en un allanamiento en la casa de Meléndez, la policía encontró más de ₡7 millones en efectivo. ¡Qué torta se jalaron!
Lo que más impresiona es la estructura que tenían montada. Esto no fue un impulso de momento. El OIJ habla de una "red criminal" en toda regla, con roles definidos y una logística que, irónicamente, aprovechaba el conocimiento corporativo de sus líderes. La gerente, desde su puesto, delegaba funciones, repartía las ganancias y se aseguraba de que cada pieza del engranaje cumpliera su función. El problema, claro, es que cuando se usa el organigrama de la empresa para planear cómo robarle a la misma empresa, eventualmente el plan se va al traste. Y así fue: varios allanamientos simultáneos en Guápiles, Limón, Liberia y Cartago terminaron con nueve detenidos.
Al final, esta historia deja un montón de preguntas en el aire. No es solo el robo de los ₡50 millones, que ya de por sí es un platal. Es el descaro monumental de los implicados, la traición de confianza de una persona en un puesto de altísimo nivel y, sobre todo, esa sensación de impunidad que los llevó a tomarse unas vacaciones con la plata recién robada. Creer que podían salirse con la suya de una forma tan burda es, quizás, la parte más increíble de todo el asunto. Uno se pregunta qué pasaba por la cabeza de esta gente cuando compraron los tiquetes de avión.
Maes, más allá del robo en sí, ¿qué les llama más la atención? ¿El descaro de irse de viaje como si nada, que la supuesta líder fuera una gerente de alto nivel, o que en serio creyeran que no los iban a agarrar? ¿Ustedes qué opinan de toda esta vara?
La vara es que, según el OIJ, Mónica Granados Chavarría no era una empleada cualquiera. Era la jefa de jefas en la zona Atlántica. Y en lugar de usar esa posición para optimizar inventarios o mejorar el servicio al cliente, presuntamente la usó para montar un operativo digno de película. Ella era la que sabía dónde no había cámaras, cuáles protocolos de seguridad se podían "flexibilizar" y, en general, tenía el mapa del tesoro. El OIJ la pinta como la líder de la organización, la que "planificaba, ordenaba y controlaba" todos los movimientos. Básicamente, aplicó sus habilidades de gerencia a su… ¿emprendimiento criminal? Es una mezcla de audacia y un nivel de descaro que ya quisiéramos algunos para pedir un aumento en el brete.
Pero el nivel de confianza de esta gente no para ahí. Como si el viajecito de la jefa no fuera suficiente, otro de los implicados, Gary Meléndez, quien era el administrador del Palí atracado, también se mandó a un tour internacional. El mae, que supuestamente fue el contacto interno que facilitó todo para que el robo saliera a cachete, se fue para Colombia apenas un par de meses después del golpe. O sea, mientras el OIJ estaba armando el rompecabezas, ellos estaban subiendo fotos al Instagram desde otro país. Es que hay que tener agallas. Al final, en un allanamiento en la casa de Meléndez, la policía encontró más de ₡7 millones en efectivo. ¡Qué torta se jalaron!
Lo que más impresiona es la estructura que tenían montada. Esto no fue un impulso de momento. El OIJ habla de una "red criminal" en toda regla, con roles definidos y una logística que, irónicamente, aprovechaba el conocimiento corporativo de sus líderes. La gerente, desde su puesto, delegaba funciones, repartía las ganancias y se aseguraba de que cada pieza del engranaje cumpliera su función. El problema, claro, es que cuando se usa el organigrama de la empresa para planear cómo robarle a la misma empresa, eventualmente el plan se va al traste. Y así fue: varios allanamientos simultáneos en Guápiles, Limón, Liberia y Cartago terminaron con nueve detenidos.
Al final, esta historia deja un montón de preguntas en el aire. No es solo el robo de los ₡50 millones, que ya de por sí es un platal. Es el descaro monumental de los implicados, la traición de confianza de una persona en un puesto de altísimo nivel y, sobre todo, esa sensación de impunidad que los llevó a tomarse unas vacaciones con la plata recién robada. Creer que podían salirse con la suya de una forma tan burda es, quizás, la parte más increíble de todo el asunto. Uno se pregunta qué pasaba por la cabeza de esta gente cuando compraron los tiquetes de avión.
Maes, más allá del robo en sí, ¿qué les llama más la atención? ¿El descaro de irse de viaje como si nada, que la supuesta líder fuera una gerente de alto nivel, o que en serio creyeran que no los iban a agarrar? ¿Ustedes qué opinan de toda esta vara?
