¡Ay, Dios mío! Acá tenemos otro problema tremendo en León XIII, esta vez con un deslizamiento que dejó a tres familias con el susto de su vida y, encima, sin techo. Resulta que, en medio de la noche, la tierra cedió llevándose consigo parte de sus hogares. Ya saben cómo es esto, la pura bronca cayéndose el mundo encima a uno.
Según nos cuentan desde la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), dos de esas viviendas eran alquiladas y la tercera, propiamente dicha. Imagínense la situación de esos señores, encima con la bronca de tener que buscarle dónde quedarse, porque entre papeles y cosas así, uno nunca sabe qué puede pasar. Lo peor de todo es que no es la primera vez que estas familias enfrentan problemas con sus casas, ¿eh?
Y aquí viene la vara más salada: parece que ya les habían puesto una orden de inhabilidad del Ministerio de Salud. ¡Imagínense!, viviendo ahí sabiendo que existía un riesgo. Uno se pregunta, ¿qué estaban esperando? ¿Que les fuera a caer la casa encima literalmente? Esto demuestra que hay cosas que no se andan mirando, mae. Hay que ponerle atención a los detalles.
Lo que complicó aún más las cosas, según la CNE, es que hay una tubería rota por la zona. Eso ha provocado que el suelo esté constantemente húmedo, creando una especie de barbasco que facilita los deslizamientos. Un clásico ejemplo de cómo la falta de mantenimiento nos puede salir cara a todos. Parece mentira, pero hasta las gotitas pueden causar una avalancha si no se le pone remedio.
Pero no solo eso, dice la gente del vecindario que las construcciones no cumplieron con los requisitos técnicos básicos. Que no hubo supervisión adecuada, que la pendiente es muy pronunciada… En fin, ¡una mezcla de factores que contribuyeron a este desaguisado! Es como si alguien hubiera construido a pata, sin pensar en las consecuencias. Una irresponsabilidad total, digámoslo así.
Este caso vuelve a abrir el debate sobre la necesidad de regularizar las construcciones informales y asegurar que se cumplan las normas técnicas. Mucha gente construye a lo loco, pensando solo en hacer plata rápida, sin importarles el bienestar de los demás ni la seguridad de sus propios vecinos. Y luego vienen estos problemas... Un baile de tos, como dicen por acá.
Y ojo, que esto no es algo aislado. Hemos visto casos similares en otras zonas del país, donde la especulación inmobiliaria y la falta de control han llevado a situaciones peligrosas para la población. Necesitamos autoridades más estrictas y ciudadanos más conscientes de sus responsabilidades. Porque al final, todos terminamos pagando la factura.
En fin, este deslizamiento en León XIII nos deja muchas preguntas flotando en el aire. ¿Cómo podemos evitar que tragedias como ésta se repitan? ¿Deberíamos exigir auditorías más rigurosas a las constructoras? ¿Y cómo proteger a las personas que viven en zonas de alto riesgo, incluso si sus casas fueron construidas de manera informal? Díganme, ustedes, ¿creen que el Estado debería asumir una mayor responsabilidad en la regulación de las construcciones o es tarea principalmente de los particulares?
Según nos cuentan desde la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), dos de esas viviendas eran alquiladas y la tercera, propiamente dicha. Imagínense la situación de esos señores, encima con la bronca de tener que buscarle dónde quedarse, porque entre papeles y cosas así, uno nunca sabe qué puede pasar. Lo peor de todo es que no es la primera vez que estas familias enfrentan problemas con sus casas, ¿eh?
Y aquí viene la vara más salada: parece que ya les habían puesto una orden de inhabilidad del Ministerio de Salud. ¡Imagínense!, viviendo ahí sabiendo que existía un riesgo. Uno se pregunta, ¿qué estaban esperando? ¿Que les fuera a caer la casa encima literalmente? Esto demuestra que hay cosas que no se andan mirando, mae. Hay que ponerle atención a los detalles.
Lo que complicó aún más las cosas, según la CNE, es que hay una tubería rota por la zona. Eso ha provocado que el suelo esté constantemente húmedo, creando una especie de barbasco que facilita los deslizamientos. Un clásico ejemplo de cómo la falta de mantenimiento nos puede salir cara a todos. Parece mentira, pero hasta las gotitas pueden causar una avalancha si no se le pone remedio.
Pero no solo eso, dice la gente del vecindario que las construcciones no cumplieron con los requisitos técnicos básicos. Que no hubo supervisión adecuada, que la pendiente es muy pronunciada… En fin, ¡una mezcla de factores que contribuyeron a este desaguisado! Es como si alguien hubiera construido a pata, sin pensar en las consecuencias. Una irresponsabilidad total, digámoslo así.
Este caso vuelve a abrir el debate sobre la necesidad de regularizar las construcciones informales y asegurar que se cumplan las normas técnicas. Mucha gente construye a lo loco, pensando solo en hacer plata rápida, sin importarles el bienestar de los demás ni la seguridad de sus propios vecinos. Y luego vienen estos problemas... Un baile de tos, como dicen por acá.
Y ojo, que esto no es algo aislado. Hemos visto casos similares en otras zonas del país, donde la especulación inmobiliaria y la falta de control han llevado a situaciones peligrosas para la población. Necesitamos autoridades más estrictas y ciudadanos más conscientes de sus responsabilidades. Porque al final, todos terminamos pagando la factura.
En fin, este deslizamiento en León XIII nos deja muchas preguntas flotando en el aire. ¿Cómo podemos evitar que tragedias como ésta se repitan? ¿Deberíamos exigir auditorías más rigurosas a las constructoras? ¿Y cómo proteger a las personas que viven en zonas de alto riesgo, incluso si sus casas fueron construidas de manera informal? Díganme, ustedes, ¿creen que el Estado debería asumir una mayor responsabilidad en la regulación de las construcciones o es tarea principalmente de los particulares?
