¡Ay, patata! El caso de Ligia Faerron sigue dando qué hablar, y ahora el OIJ cambió totalmente el panorama. Ya no hablamos de un posible secuestro como se pensaba inicialmente, sino más bien de… ¿deudas y líos judiciales? Uff, qué vara más complicada.
Como recordaremos, la desaparición de Ligia, una señora de 53 años de San Carlos, nos dejó a todos con la mosca detrás de la oreja desde el primer momento. Las búsquedas, los rumores de un rapto... parecía sacado de novela. Pero parece que la cosa es mucho más terrenal, según dicen desde el OIJ.
Resulta que el mismísimo director, Randall Zúñiga, soltó la bomba: no hay indicios de violencia ni de que alguien la haya obligado a irse. “Las deudas, un juicio que se avecina y otras cosas personales complicadas hacen pensar que ella pudo haber decidido esconderse,” nos dijo. ¡Tremendo giro!
Cuando allanaron su casa en Calle Lapas, tampoco encontraron nada raro, nada que indicara que hubiera pasado algo turbio. Los agentes del OIJ buscaron como anduvieron, pero solo encontraron silencio y polvo acumulándose. Esto, sumado a lo que ellos llaman la 'victimología' del caso – analizar cómo era la vida de la persona desaparecida para ver si había riesgos – apuntan a problemas económicos y legales.
Como recordaremos, la desaparición de Ligia, una señora de 53 años de San Carlos, nos dejó a todos con la mosca detrás de la oreja desde el primer momento. Las búsquedas, los rumores de un rapto... parecía sacado de novela. Pero parece que la cosa es mucho más terrenal, según dicen desde el OIJ.
Resulta que el mismísimo director, Randall Zúñiga, soltó la bomba: no hay indicios de violencia ni de que alguien la haya obligado a irse. “Las deudas, un juicio que se avecina y otras cosas personales complicadas hacen pensar que ella pudo haber decidido esconderse,” nos dijo. ¡Tremendo giro!
Cuando allanaron su casa en Calle Lapas, tampoco encontraron nada raro, nada que indicara que hubiera pasado algo turbio. Los agentes del OIJ buscaron como anduvieron, pero solo encontraron silencio y polvo acumulándose. Esto, sumado a lo que ellos llaman la 'victimología' del caso – analizar cómo era la vida de la persona desaparecida para ver si había riesgos – apuntan a problemas económicos y legales.