¡Ay, Dios mío, qué panorama! Las lluvias de esta tarde dejaron a varios vecinos de Alajuelita boquiabiertos tras el derrumbe del muro perimetral de la Escuela Concepción Abajo. Un desastre, diay, así nomás, que te deja pensando en cómo afecta esto a los niños y a toda la comunidad. Parece sacado de una película, pero es pura realidad tica.
Todo empezó cuando las lluvias, que estaban pegándose con ganas, causaron que un arroyo cercano se desbordara. La fuerza del agua fue tal que literalmente tiró abajo el muro de la escuela, dejando al descubierto una brecha enorme. Y ni hablar del portón de la iglesia metodista El Sinaí que estaba justo ahí cerca, también quedó hecho pedazos. ¡Imagínate el susto!
Pero eso no es todo, porque las corrientes también le hicieron cosquillas a la carretera principal. Partes del pavimento se levantaron y losetas del muro que sostenía la calle terminaron esparcidas por todos lados. Un verdadero menjunje, amigos, y qué pena por los trabajos que tendrán que hacer ahora para arreglar todo esto. Que lujo, tener que estar lidiando con estas cosas constantemente.
Lo más impresionante fue escuchar a los vecinos contar que un niño, casi sin querer, escapó ileso. Resulta que, justo unos segundos antes de que el muro se viniera abajo, el muchacho estaba pasando por allí corriendo y sintió que las losetas se estaban moviendo. Se echó a correr y ¡zas!, el muro se desplomó detrás de él. "Es un milagro que esté vivo", nos comentaron algunos testigos, visiblemente conmocionados. Menuda adrenalina debió sentir el peque.
Y claro, todos esperando a ver qué dicen desde la Comisión de Emergencia. Hasta el momento, silencio absoluto. Uno piensa, ¿qué van a decir? ¿Van a venir a echarle culpa a alguien? ¿O realmente van a poner manos a la obra para ayudar a la escuela y a la comunidad? Esperemos que hagan bien su brete, porque la gente ya está bastante harta de promesas vacías.
Esta situación pone de manifiesto una vez más nuestra vulnerabilidad ante los fenómenos climáticos extremos. Con el cambio climático avanzando a pasos agigantados, estos incidentes se volverán cada vez más frecuentes. Necesitamos urgentemente invertir en infraestructura resiliente y fortalecer nuestros sistemas de prevención y respuesta a emergencias, para evitar que tragedias como esta se repitan. Ya basta de parches, necesitamos soluciones estructurales a largo plazo.
Ahora, pensando en los niños, me pregunto cómo estarán afrontando este revés. Imagínate ir a la escuela y ver que una parte importante de ella simplemente desapareció. Debe ser traumante. Espero que las autoridades educativas brinden el apoyo psicológico necesario para ayudarles a superar este momento difícil. Porque educación es futuro, y proteger a nuestros niños es tarea de todos, ¡sin excepciones!
En fin, qué vara hemos tenido que vivir en este país. Ahora, les pregunto a ustedes: ¿creen que las autoridades tomarán medidas efectivas para prevenir futuros desastres similares, o seguiremos viendo cómo la naturaleza se lleva lo que quiere? Dejen sus opiniones en los comentarios, ¡me interesa saber qué piensan al respecto!
Todo empezó cuando las lluvias, que estaban pegándose con ganas, causaron que un arroyo cercano se desbordara. La fuerza del agua fue tal que literalmente tiró abajo el muro de la escuela, dejando al descubierto una brecha enorme. Y ni hablar del portón de la iglesia metodista El Sinaí que estaba justo ahí cerca, también quedó hecho pedazos. ¡Imagínate el susto!
Pero eso no es todo, porque las corrientes también le hicieron cosquillas a la carretera principal. Partes del pavimento se levantaron y losetas del muro que sostenía la calle terminaron esparcidas por todos lados. Un verdadero menjunje, amigos, y qué pena por los trabajos que tendrán que hacer ahora para arreglar todo esto. Que lujo, tener que estar lidiando con estas cosas constantemente.
Lo más impresionante fue escuchar a los vecinos contar que un niño, casi sin querer, escapó ileso. Resulta que, justo unos segundos antes de que el muro se viniera abajo, el muchacho estaba pasando por allí corriendo y sintió que las losetas se estaban moviendo. Se echó a correr y ¡zas!, el muro se desplomó detrás de él. "Es un milagro que esté vivo", nos comentaron algunos testigos, visiblemente conmocionados. Menuda adrenalina debió sentir el peque.
Y claro, todos esperando a ver qué dicen desde la Comisión de Emergencia. Hasta el momento, silencio absoluto. Uno piensa, ¿qué van a decir? ¿Van a venir a echarle culpa a alguien? ¿O realmente van a poner manos a la obra para ayudar a la escuela y a la comunidad? Esperemos que hagan bien su brete, porque la gente ya está bastante harta de promesas vacías.
Esta situación pone de manifiesto una vez más nuestra vulnerabilidad ante los fenómenos climáticos extremos. Con el cambio climático avanzando a pasos agigantados, estos incidentes se volverán cada vez más frecuentes. Necesitamos urgentemente invertir en infraestructura resiliente y fortalecer nuestros sistemas de prevención y respuesta a emergencias, para evitar que tragedias como esta se repitan. Ya basta de parches, necesitamos soluciones estructurales a largo plazo.
Ahora, pensando en los niños, me pregunto cómo estarán afrontando este revés. Imagínate ir a la escuela y ver que una parte importante de ella simplemente desapareció. Debe ser traumante. Espero que las autoridades educativas brinden el apoyo psicológico necesario para ayudarles a superar este momento difícil. Porque educación es futuro, y proteger a nuestros niños es tarea de todos, ¡sin excepciones!
En fin, qué vara hemos tenido que vivir en este país. Ahora, les pregunto a ustedes: ¿creen que las autoridades tomarán medidas efectivas para prevenir futuros desastres similares, o seguiremos viendo cómo la naturaleza se lleva lo que quiere? Dejen sus opiniones en los comentarios, ¡me interesa saber qué piensan al respecto!