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Lucía y Miguel

sexylady

ANÓNIMO
Era un día nublado de invierno, y las hojas caídas de los árboles alfombraban las calles de alajuela. Lucía, una joven de 25 años, había pasado años enamorada en secreto de su mejor amigo, Miguel. Habían crecido juntos, compartiendo risas, llantos y secretos, pero siempre en el marco de una amistad que Lucía no se atrevía a traspasar.

Cada mañana, Lucía y Miguel tomaban el mismo autobús rumbo a San José. La rutina se había vuelto tan predecible que parecía que el tiempo se había detenido. Sin embargo, aquel día, algo en el aire presagiaba que algo iba a cambiar.

Lucía subió al autobús con paso tembloroso y, como de costumbre, se sentó junto a Miguel. Desde el principio de su amistad, había compartido el secreto de su amor platónico con su diario, pero nunca había osado confesarlo a Miguel por temor a perder la amistad que tanto valoraba...

Mientras se mecían en sus asientos por el traqueteo del autobús, Lucía decidió cambiar la rutina. Miró a Miguel y, con un hilo de voz, le preguntó:

Miguel, ¿qué opinas del amor platónico?
Miguel, algo sorprendido por la pregunta, la miró a los ojos y respondió con cautela:

Creo que el amor platónico es un sentimiento hermoso, pero a veces puede ser doloroso. Es como una llama que se enciende en nuestro corazón y nos quema por dentro, pero nos da miedo avivarla porque no sabemos si nos consumirá.
Lucía sintió un escalofrío recorriendo su espalda y decidió arriesgarse. Con los ojos brillantes y un nudo en la garganta, confesó:

Miguel, durante todos estos años he sentido un amor platónico por ti. No quería decirte nada por miedo a que nuestra amistad se rompiera, pero no puedo seguir ocultándolo.

La presa por EPA era terrible y los carros detenidos parecian escuchar el relato...

El autobús pareció detenerse en ese instante, como si el tiempo se hubiera congelado. Miguel la miró con una mezcla de sorpresa y ternura, y tomó su mano con delicadeza. A continuación, le dijo con una sonrisa temblorosa:

Lucía, no tienes idea de cuánto tiempo he esperado oír esas palabras. También he estado enamorado de ti en secreto.

Siempre temí que si te lo decía, nuestra amistad se vería afectada, pero ahora que lo sé, quiero intentarlo. ¿Te gustaría que este amor platónico dejara de serlo y se convirtiera en algo real?

Lucía, con lágrimas en los ojos, asintió y apretó la mano de Miguel. En ese momento, el autobús se detuvo en la siguiente parada, pero ninguno de los dos se percató de ello. Estaban demasiado ocupados contemplándose mutuamente, mientras sus corazones latían al unísono, dejando atrás las barreras de un amor platónico que, por fin, se había vuelto real...

Ese día los dos llegaron tarde al trabajo, pues lo primero que hicieron al llegar a san josé fue buscar un hotelucho de mala muerte donde se arrancaron la ropa para descubrir que 2 minutos fueron suficientes y miguel estaba todo regado y lucía ni tan siquiera había calentado. Cosas del amor...
 
Última edición por un moderador:
Era un día nublado de invierno, y las hojas caídas de los árboles alfombraban las calles de alajuela. Lucía, una joven de 25 años, había pasado años enamorada en secreto de su mejor amigo, Miguel. Habían crecido juntos, compartiendo risas, llantos y secretos, pero siempre en el marco de una amistad que Lucía no se atrevía a traspasar.

Cada mañana, Lucía y Miguel tomaban el mismo autobús rumbo a San José. La rutina se había vuelto tan predecible que parecía que el tiempo se había detenido. Sin embargo, aquel día, algo en el aire presagiaba que algo iba a cambiar.

Lucía subió al autobús con paso tembloroso y, como de costumbre, se sentó junto a Miguel. Desde el principio de su amistad, había compartido el secreto de su amor platónico con su diario, pero nunca había osado confesarlo a Miguel por temor a perder la amistad que tanto valoraba...

Mientras se mecían en sus asientos por el traqueteo del autobús, Lucía decidió cambiar la rutina. Miró a Miguel y, con un hilo de voz, le preguntó:

Miguel, ¿qué opinas del amor platónico?
Miguel, algo sorprendido por la pregunta, la miró a los ojos y respondió con cautela:

Creo que el amor platónico es un sentimiento hermoso, pero a veces puede ser doloroso. Es como una llama que se enciende en nuestro corazón y nos quema por dentro, pero nos da miedo avivarla porque no sabemos si nos consumirá.
Lucía sintió un escalofrío recorriendo su espalda y decidió arriesgarse. Con los ojos brillantes y un nudo en la garganta, confesó:

Miguel, durante todos estos años he sentido un amor platónico por ti. No quería decirte nada por miedo a que nuestra amistad se rompiera, pero no puedo seguir ocultándolo.

La presa por EPA era terrible y los carros detenidos parecian escuchar el relato...

El autobús pareció detenerse en ese instante, como si el tiempo se hubiera congelado. Miguel la miró con una mezcla de sorpresa y ternura, y tomó su mano con delicadeza. A continuación, le dijo con una sonrisa temblorosa:

Lucía, no tienes idea de cuánto tiempo he esperado oír esas palabras. También he estado enamorado de ti en secreto.

Siempre temí que si te lo decía, nuestra amistad se vería afectada, pero ahora que lo sé, quiero intentarlo. ¿Te gustaría que este amor platónico dejara de serlo y se convirtiera en algo real?

Lucía, con lágrimas en los ojos, asintió y apretó la mano de Miguel. En ese momento, el autobús se detuvo en la siguiente parada, pero ninguno de los dos se percató de ello. Estaban demasiado ocupados contemplándose mutuamente, mientras sus corazones latían al unísono, dejando atrás las barreras de un amor platónico que, por fin, se había vuelto real...

Ese día los dos llegaron tarde al trabajo, pues lo primero que hicieron al llegar a san josé fue buscar un hotelucho de mala muerte donde se arrancaron la ropa para descubrir que 2 minutos fueron suficientes y miguel estaba todo regado y lucía ni tan siquiera había calentado. Cosas del amor...
Pero.... no hubo segundo raund?
 
Lucía y Miguel eran una pareja feliz que compartía mucho tiempo juntos, disfrutando de su amor y compañía. Sin embargo, desde su primer encuentro, un problema había comenzado a afectar su relación: Miguel sufría de eyaculación precoz.

Al principio, ambos decidieron no hablar del tema, aunque les incomodaba y afectaba la calidad de sus encuentros íntimos. Miguel, preocupado y avergonzado, comenzó a evitar el contacto sexual con Lucía, lo que generó cierta distancia entre ellos. Lucía, por su parte, se sentía confundida y frustrada, pero no quería presionar a Miguel ni hacerle sentir peor de lo que ya estaba.

Un día, mientras paseaban por el parque, Lucía tomó la iniciativa de hablar sobre lo que estaba sucediendo. Le confesó a Miguel sus preocupaciones y cómo se sentía ante la situación, ella necesitaba que le majaran la almeja y él apenas le mojaba los pelitos. Miguel, al escuchar a Lucía, decidió abrir su corazón y compartir sus miedos, explicándole lo avergonzado que se sentía por no poder complacerla en la intimidad.

Lucía, con ternura, le aseguró que él no tenía por qué sentirse de esa manera y que juntos enfrentarían el problema. Decidieron que buscarían ayuda profesional y que tendrían una comunicación abierta y sincera sobre sus necesidades y sentimientos. Así, comenzaron a acudir a terapia de pareja y a informarse sobre cómo lidiar con la eyaculación precoz.

Durante el proceso, Lucía y Miguel aprendieron que la comprensión y la empatía son fundamentales para enfrentar este tipo de situaciones y Lucía compro un consolador que usaba luego de que Miguel estaba como el camote, todo regado. A través de ejercicios, técnicas y comunicación, la pareja comenzó a experimentar una mejora en su vida sexual. Miguel, con el apoyo de Lucía, empezó a ganar confianza en sí mismo y a controlar su ansiedad... Y aunque se venia, le metia el dedito un rato.

Lucía y Miguel entendieron que, como pareja, debían enfrentar los problemas juntos, sin importar cuán difíciles o incómodos fueran. La eyaculación precoz, lejos de ser un motivo de vergüenza, se convirtió en una oportunidad para fortalecer su relación y demostrar su amor incondicional aunque Lucía siempre queria más garrote del que recibia.

Con el tiempo, la pareja logró superar el problema y disfrutar plenamente de su vida íntima. La experiencia les dejó una enseñanza invaluable: el amor y la comprensión son pilares fundamentales en una relación y, cuando se enfrentan juntos los obstáculos, no hay nada que pueda separarlos.

La forma en que lo superaron fue con juguetes, dedo y mucha lengua. Hoy en día Lucía es una maniatica del sexo y se masturba todos los días en la ducha.
 

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