¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez. La Asamblea Legislativa, en un acto que ha levantado más preguntas que respuestas, le dio el visto bueno definitivo al proyecto de la megacárcel. Sí, ya saben, ese bicho de concreto que va a engullirse ¢8.000 millones – sacados, por cierto, de los bolsillos de otras instituciones – para alojar a más de cinco mil privados de libertad. ¡Una torta monumental!
El asunto viene rodando desde hace rato. Primero, la aprobación en la Comisión de Hacendarios, luego un ir y venir de debates en el Plenario, con algunos diputados mostrando las uñas en contra. Recordemos que la semana pasada, figuras como Kattia Cambronero, Cynthia Córdoba y Gloria Navas, junto con los liberacionistas Monserrat Ruiz y Danny Vargas, pusieron el grito en el cielo, argumentando que era una “ocurrencia sin análisis” y que se estaban dejando fondos cruciales para otros ministerios. ¡Y tienen razón, chunches! Siempre hay otro lado de la moneda.
Pero parece que el tren ya salió de la estación. Con el respaldo unánime de los 42 diputados presentes en la última sesión, el proyecto quedó prácticamente listo para convertirse en realidad. Ahora solo falta la firma del Presidente Chaves para que comiencen los traslados de dinero entre los ministerios y se dé la señal de salida. ¡Vamos a ver cómo se maneja esto, porque huele a brete complicado!
Para ponerlo en perspectiva, hablamos de una inversión total de ¢21.000 millones, que equivalen a unos $39.6 millones al cambio actual. Eso sí que es plata, varón. El Ministro de Justicia, Gerald Campos, había dado cifras menores anteriormente, así que ahí tenemos un pequeño detalle que vale la pena resaltar. ¿Será que andaba jugando con los números?
Si nos metemos en los detalles técnicos, el Centro de Alta Contención (Cacco), como lo han bautizado, tendrá más de 31.000 metros cuadrados construidos sobre los antiguos terrenos de La Reforma, en La Guácima de Alajuela. Imaginen la magnitud de eso... Va a ser un mundo aparte dentro de Costa Rica. Tendremos 5 módulos de alojamiento, 5 consultorios médicos, ¡hasta 25 aposentos de visita íntima! Además de todos esos puestos de control, celdas de aislamiento, bodegas… una verdadera ciudadela.
La construcción estará dividida en dos etapas: primero, los permisos y trámites burocráticos, que ya sabemos cuánto tiempo pueden tomar por acá; y luego, la ejecución propiamente dicha, con un plan ambicioso de 90 días para el movimiento de tierras y 195 días para la construcción general. ¡A ver si cumplen con esos plazos, porque la paciencia de los ciudadanos está llegando al límite!
Las fracciones de la construcción se repartirán de la siguiente forma: $20,3 millones para los conjuntos de edificios, $12,5 millones para las obras complementarias, $503.000 para equipamiento de seguridad, $921.000 para mobiliario y $406.000 para el circuito cerrado de monitoreo. Muchísima plata invertida en este proyecto que muchos consideran innecesario, especialmente considerando los problemas que arrastra nuestro sistema penitenciario. Ya ni hablar de las críticas sobre la ubicación, alejada de centros urbanos y dificultando la supervisión familiar.
Ahora bien, con todo este panorama, me pregunto: ¿Realmente necesitamos esta megacárcel? ¿No sería más provechoso invertir esos recursos en programas de rehabilitación, reinserción social y prevención del delito? ¿O estamos simplemente construyendo una costosa jaula para seguir ignorando las causas profundas de la criminalidad en nuestro país? ¡Díganme qué piensan, compas! ¿Estamos ante una solución o ante un despilfarro de nuestros recursos?
El asunto viene rodando desde hace rato. Primero, la aprobación en la Comisión de Hacendarios, luego un ir y venir de debates en el Plenario, con algunos diputados mostrando las uñas en contra. Recordemos que la semana pasada, figuras como Kattia Cambronero, Cynthia Córdoba y Gloria Navas, junto con los liberacionistas Monserrat Ruiz y Danny Vargas, pusieron el grito en el cielo, argumentando que era una “ocurrencia sin análisis” y que se estaban dejando fondos cruciales para otros ministerios. ¡Y tienen razón, chunches! Siempre hay otro lado de la moneda.
Pero parece que el tren ya salió de la estación. Con el respaldo unánime de los 42 diputados presentes en la última sesión, el proyecto quedó prácticamente listo para convertirse en realidad. Ahora solo falta la firma del Presidente Chaves para que comiencen los traslados de dinero entre los ministerios y se dé la señal de salida. ¡Vamos a ver cómo se maneja esto, porque huele a brete complicado!
Para ponerlo en perspectiva, hablamos de una inversión total de ¢21.000 millones, que equivalen a unos $39.6 millones al cambio actual. Eso sí que es plata, varón. El Ministro de Justicia, Gerald Campos, había dado cifras menores anteriormente, así que ahí tenemos un pequeño detalle que vale la pena resaltar. ¿Será que andaba jugando con los números?
Si nos metemos en los detalles técnicos, el Centro de Alta Contención (Cacco), como lo han bautizado, tendrá más de 31.000 metros cuadrados construidos sobre los antiguos terrenos de La Reforma, en La Guácima de Alajuela. Imaginen la magnitud de eso... Va a ser un mundo aparte dentro de Costa Rica. Tendremos 5 módulos de alojamiento, 5 consultorios médicos, ¡hasta 25 aposentos de visita íntima! Además de todos esos puestos de control, celdas de aislamiento, bodegas… una verdadera ciudadela.
La construcción estará dividida en dos etapas: primero, los permisos y trámites burocráticos, que ya sabemos cuánto tiempo pueden tomar por acá; y luego, la ejecución propiamente dicha, con un plan ambicioso de 90 días para el movimiento de tierras y 195 días para la construcción general. ¡A ver si cumplen con esos plazos, porque la paciencia de los ciudadanos está llegando al límite!
Las fracciones de la construcción se repartirán de la siguiente forma: $20,3 millones para los conjuntos de edificios, $12,5 millones para las obras complementarias, $503.000 para equipamiento de seguridad, $921.000 para mobiliario y $406.000 para el circuito cerrado de monitoreo. Muchísima plata invertida en este proyecto que muchos consideran innecesario, especialmente considerando los problemas que arrastra nuestro sistema penitenciario. Ya ni hablar de las críticas sobre la ubicación, alejada de centros urbanos y dificultando la supervisión familiar.
Ahora bien, con todo este panorama, me pregunto: ¿Realmente necesitamos esta megacárcel? ¿No sería más provechoso invertir esos recursos en programas de rehabilitación, reinserción social y prevención del delito? ¿O estamos simplemente construyendo una costosa jaula para seguir ignorando las causas profundas de la criminalidad en nuestro país? ¡Díganme qué piensan, compas! ¿Estamos ante una solución o ante un despilfarro de nuestros recursos?