¡Ay, Dios mío! Resulta que Melissa, esa huracanada que anda rondando por ahí, no se quiere ir tan fácil. El IMN ya nos avisa que este domingo vamos a tener un día bien mojado, con aguaceros y tormentas en varias partes del país. Así que, cancelen sus planes de broncearse en Manuel Antonio, porque parece que el sol va a estar de permiso.
Según los meteorólogos, no es tanto por la fuerza directa del huracán – Melissa está pasando lejos, afortunadamente – sino por sus efectos indirectos y el aumento de la actividad de la Zona de Convergencia Intertropical (ZCI). Esa ZCI, para los que no saben, siempre está encima de nosotros, generando humedad y haciendo que el clima esté más loco que Juan Diego en un brete.
Lo primero que van a sentir serán aguaceros intensos sobre la Península de Osa, allá donde los turistas disfrutan de la naturaleza. También se esperan lluvias en la frontera sur, esas tierras que parecen siempre empapadas. Pero ojo, que esto no se queda ahí; por la tarde, la cosa se pone más interesante con aguaceros y tormentas dispersas en las montañas de toda la vertiente del Pacífico. ¡Un regalo!
Y para rematar, el Valle Central, la Zona Norte y la costa del Caribe, específicamente al oeste, no se van a salvar. Se pronostican aguaceros fuertes con tormentas eléctricas. Imagínense la escena: el tráfico atascado, la gente corriendo bajo los techos, y nosotros, aquí sentados, escribiendo sobre el desastre… ¡qué carga!
Ahora bien, para los agricultores, estas lluvias podrían ser una bendición (siempre y cuando no sean demasiadas), pues la temporada seca había dejado algunas zonas bastante secas. Pero para los demás, significa quedarse en casa, buscar películas viejas y esperar a que Melissa decida moverse de nuestro territorio. Aunque, siendo honestos, con el cambio climático, estos fenómenos se están volviendo la norma, no la excepción.
Desde el punto de vista económico, un día lluvioso como este puede afectar varios sectores. El turismo, obviamente, se resiente, especialmente en las zonas de playa. El transporte público también sufre, y cualquier actividad al aire libre se vuelve prácticamente imposible. Esperemos que las autoridades tomen las medidas necesarias para garantizar la seguridad de todos.
Pero bueno, miremos el lado positivo: al menos tenemos excusa para quedarnos en cama y dormir hasta tarde. Además, podemos aprovechar para leer esos libros que estaban acumulándose en la mesita de noche o ver esa serie que nunca nos alcanza. ¡Aprovechen la oportunidad! Y recuerden, la naturaleza siempre encuentra la manera de recordarnos quién manda. Melissa nos ha dado un buen sustito, pero seguramente pronto volverá el sol... aunque, con la pinta que tiene la cosa, quizás no tan pronto.
Con todo esto, me pregunto: ¿Creen que deberíamos empezar a considerar seriamente la construcción de sistemas de drenaje más eficientes en nuestras ciudades, o estamos condenados a vivir con inundaciones cada vez que llueve un poquito más fuerte?
Según los meteorólogos, no es tanto por la fuerza directa del huracán – Melissa está pasando lejos, afortunadamente – sino por sus efectos indirectos y el aumento de la actividad de la Zona de Convergencia Intertropical (ZCI). Esa ZCI, para los que no saben, siempre está encima de nosotros, generando humedad y haciendo que el clima esté más loco que Juan Diego en un brete.
Lo primero que van a sentir serán aguaceros intensos sobre la Península de Osa, allá donde los turistas disfrutan de la naturaleza. También se esperan lluvias en la frontera sur, esas tierras que parecen siempre empapadas. Pero ojo, que esto no se queda ahí; por la tarde, la cosa se pone más interesante con aguaceros y tormentas dispersas en las montañas de toda la vertiente del Pacífico. ¡Un regalo!
Y para rematar, el Valle Central, la Zona Norte y la costa del Caribe, específicamente al oeste, no se van a salvar. Se pronostican aguaceros fuertes con tormentas eléctricas. Imagínense la escena: el tráfico atascado, la gente corriendo bajo los techos, y nosotros, aquí sentados, escribiendo sobre el desastre… ¡qué carga!
Ahora bien, para los agricultores, estas lluvias podrían ser una bendición (siempre y cuando no sean demasiadas), pues la temporada seca había dejado algunas zonas bastante secas. Pero para los demás, significa quedarse en casa, buscar películas viejas y esperar a que Melissa decida moverse de nuestro territorio. Aunque, siendo honestos, con el cambio climático, estos fenómenos se están volviendo la norma, no la excepción.
Desde el punto de vista económico, un día lluvioso como este puede afectar varios sectores. El turismo, obviamente, se resiente, especialmente en las zonas de playa. El transporte público también sufre, y cualquier actividad al aire libre se vuelve prácticamente imposible. Esperemos que las autoridades tomen las medidas necesarias para garantizar la seguridad de todos.
Pero bueno, miremos el lado positivo: al menos tenemos excusa para quedarnos en cama y dormir hasta tarde. Además, podemos aprovechar para leer esos libros que estaban acumulándose en la mesita de noche o ver esa serie que nunca nos alcanza. ¡Aprovechen la oportunidad! Y recuerden, la naturaleza siempre encuentra la manera de recordarnos quién manda. Melissa nos ha dado un buen sustito, pero seguramente pronto volverá el sol... aunque, con la pinta que tiene la cosa, quizás no tan pronto.
Con todo esto, me pregunto: ¿Creen que deberíamos empezar a considerar seriamente la construcción de sistemas de drenaje más eficientes en nuestras ciudades, o estamos condenados a vivir con inundaciones cada vez que llueve un poquito más fuerte?