¡Qué vaina, pura vaina! Un nuevo estudio nos revuelve el chip sobre cómo le va a nuestras compañeras en el brete laboral. Resulta que, aunque hemos avanzado en algunas cosas, todavía hay un huequito gigante donde las mujeres seguimos cargando con el peso de las obligaciones familiares, dejándolas fuera del mercado de trabajo.
Según datos duros del Observatorio Económico y Social (OES) de la Universidad Nacional (UNA), estamos hablando de unos 520 mil mujeres mayores de 15 años que no están trabajando precisamente porque tienen que estar cuidando de los niños, los viejos o simplemente llevando las riendas del hogar. ¡Y eso sí que es una vara pesada!
Para ponerle pausa al asunto, los hombres bajo la misma condición son considerablemente menos: apenas 24 mil. ¿Se dan cuenta de la diferencia? Es como comparar el río con un charquito, ¡una injusticia tremenda! Esto nos hace reflexionar sobre qué tan arraigados siguen estando esos roles de género tradicionales, donde parece que las mujeres tienen que elegir entre el trabajo y la familia.
Lo peor de todo es que este panorama impacta directamente en la economía del país. El sector turístico, que ya estaba medio sacudido por la pandemia, recibió otro golpe certero con la pérdida de más de 22 mil empleos femeninos el año pasado. Imagínate, perder tantos puestos de trabajo, a toda máquina, en un sector que es vital para nuestra nación... ¡Qué desmadre!
Expertos consultados explican que esta situación no solo afecta las finanzas personales de las mujeres, sino que también limita su desarrollo profesional y personal. No poder acceder a mejores trabajos, a capacitaciones, a ascensos... Les cierra puertas y les impide alcanzar su máximo potencial. Además, se sigue ignorando el valor del trabajo doméstico, que es fundamental para el funcionamiento de cualquier sociedad.
Las encargadas del estudio de la UNA recalcan que estas ‘tareas invisibles’ no remuneradas y poco valoradas siguen siendo responsabilidad primordial de las mujeres. Es un círculo vicioso que se perpetúa generación tras generación, donde ellas terminan sacrificando sus ambiciones profesionales para cuidar de los demás. Diay, ¿hasta cuándo vamos a seguir viendo esto?
Algunas organizaciones feministas han estado pidiendo a gritos políticas públicas que apoyen a las familias, como guarderías accesibles, permisos parentales compartidos y programas de apoyo para padres e hijos. También exigen un cambio cultural profundo, donde se reconozca el valor del trabajo doméstico y se promueva la igualdad de género en todos los ámbitos de la vida. Porque, al final del día, el progreso de Costa Rica depende del bienestar y la realización de todas sus ciudadanas.
Esta situación nos deja pensando: ¿Qué medidas concretas crees que debería tomar el gobierno y la sociedad para empoderar económicamente a las mujeres costarricenses y garantizarles la igualdad de oportunidades en el mercado laboral, dejando atrás estas cargas familiares desproporcionadas?
Según datos duros del Observatorio Económico y Social (OES) de la Universidad Nacional (UNA), estamos hablando de unos 520 mil mujeres mayores de 15 años que no están trabajando precisamente porque tienen que estar cuidando de los niños, los viejos o simplemente llevando las riendas del hogar. ¡Y eso sí que es una vara pesada!
Para ponerle pausa al asunto, los hombres bajo la misma condición son considerablemente menos: apenas 24 mil. ¿Se dan cuenta de la diferencia? Es como comparar el río con un charquito, ¡una injusticia tremenda! Esto nos hace reflexionar sobre qué tan arraigados siguen estando esos roles de género tradicionales, donde parece que las mujeres tienen que elegir entre el trabajo y la familia.
Lo peor de todo es que este panorama impacta directamente en la economía del país. El sector turístico, que ya estaba medio sacudido por la pandemia, recibió otro golpe certero con la pérdida de más de 22 mil empleos femeninos el año pasado. Imagínate, perder tantos puestos de trabajo, a toda máquina, en un sector que es vital para nuestra nación... ¡Qué desmadre!
Expertos consultados explican que esta situación no solo afecta las finanzas personales de las mujeres, sino que también limita su desarrollo profesional y personal. No poder acceder a mejores trabajos, a capacitaciones, a ascensos... Les cierra puertas y les impide alcanzar su máximo potencial. Además, se sigue ignorando el valor del trabajo doméstico, que es fundamental para el funcionamiento de cualquier sociedad.
Las encargadas del estudio de la UNA recalcan que estas ‘tareas invisibles’ no remuneradas y poco valoradas siguen siendo responsabilidad primordial de las mujeres. Es un círculo vicioso que se perpetúa generación tras generación, donde ellas terminan sacrificando sus ambiciones profesionales para cuidar de los demás. Diay, ¿hasta cuándo vamos a seguir viendo esto?
Algunas organizaciones feministas han estado pidiendo a gritos políticas públicas que apoyen a las familias, como guarderías accesibles, permisos parentales compartidos y programas de apoyo para padres e hijos. También exigen un cambio cultural profundo, donde se reconozca el valor del trabajo doméstico y se promueva la igualdad de género en todos los ámbitos de la vida. Porque, al final del día, el progreso de Costa Rica depende del bienestar y la realización de todas sus ciudadanas.
Esta situación nos deja pensando: ¿Qué medidas concretas crees que debería tomar el gobierno y la sociedad para empoderar económicamente a las mujeres costarricenses y garantizarles la igualdad de oportunidades en el mercado laboral, dejando atrás estas cargas familiares desproporcionadas?